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“La política requiere de leones, no de ovejas”(1): Participación política en jóvenes cristiano-evangélicos

La propuesta de este trabajo será trazar algunas reflexiones en torno a la articulación de las categorías juventud(es), religión y política. Para abordar este objetivo, partiendo desde una perspectiva etnográfica, el artículo se centrará en el análisis de la participación política llevada a cabo por jóvenes cristiano-evangélicos al interior del espacio político “Valores para mi país”, liderado por Cynthia Hotton, diputada nacional (Propuesta Republicana) y ferviente evangélica...


... En especial, se abrirá una batería de interrogaciones, acerca del sentido, las trayectorias y los anclajes identitarios de los sujetos juveniles que participan al interior de dicho espacio político. Asimismo, se analizarán los discursos y representaciones acerca de la participación política y el rol de “la juventud”, emergentes desde el sector dirigencial de “Valores para mi país”, intentando visualizar las múltiples relaciones y dinámicas que se establecen entre la cúpula y la militancia juvenil.

A partir de este estudio de caso, la presente comunicación intentará traer al debate la potencialidad de incorporar la dimensión religiosa a los estudios sobre la participación política y social de los/as jóvenes en las sociedades contemporáneas

Palabras claves: Juventud(es); Religión; Participación política; Discurso; Representación.

....................................................

Mariela Analía Mosqueira

Licenciada en Sociología,
Doctoranda en Ciencias Sociales.
Universidad de Buenos Aires / CEIL- CONICET

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“La política requiere de leones, no de ovejas”(1):
Participación política en jóvenes cristiano-evangélicos.

 

 

Introducción

          Las reflexiones que se presentan a continuación se inscriben en el marco de la investigación doctoral que actualmente estoy desarrollando en el seno de comunidades evangélico-pentecostales en el Área Metropolitana de Buenos Aires, la cual tiene por norte el análisis de los procesos de construcción de las identidades socio-religiosas de sujetos juveniles en las sociedades contemporáneas. Dentro del marco de esta interrogación general, en este trabajo mi propuesta es trazar algunas líneas de análisis a partir de la articulación de las categorías: juventud(es), religión y política.

Para comenzar a explorar esta triple articulación, en principio, quisiera poner de relieve que en la producción académica local (proveniente de las ciencias sociales) el interrogante sobre la participación, se ha constituido en uno de los ejes centrales a la hora de reflexionar acerca de lo político y de lo juvenil. El interés en la participación política, por supuesto, se vincula con la trayectoria local de constitución del sujeto juvenil en tanto actor social, pues en sintonía con los procesos occidentales, en Argentina, a partir de la segunda mitad del siglo XX, se configuran las condiciones de posibilidad(2) para que los colectivos juveniles - especialmente urbanos - comiencen a movilizarse políticamente en el espacio público. Dichas experiencias políticas de las décadas de 1960 y 1970, ampliamente trabajadas por diversos autores(3), se han constituido en el eje comparativo de una parte de la literatura local que la conduce a percibir una cierta “despolitización” o “apatía” política en la juventud argentina de finales de siglo (Margulis, 1994;  Sidicaro y Tenti Fanfani, 1998).

Siguiendo el planteo de Urresti (2000), para comprender al sujeto juvenil actual y su participación política y social, es preciso centrar el lente analítico en el momento histórico y social en el que están insertos, más que realizar desplazamientos comparativos con experiencias de generaciones anteriores. Así, superando todo esencialismo, y tal como sugiere Bourdieu (1990), consideramos que la juventud debe ser analizada como una construcción histórica y social y no como un dato biológico objetivo y escindido de su contexto, pues se configuran diferentes modos de ser joven en cada período histórico y en cada posición de un mismo espacio-tiempo social; lo cual hace imposible que se engloben bajo un mismo concepto, universos sociales y culturales heterogéneos. La edad, entonces, se constituye por las condiciones de existencia en las que está inserto cada sujeto.

De este modo, lo “juvenil” es un concepto relacional, que cobra sentido contextualmente, al interior de relaciones de poder y en interacción con categorías “extra-juveniles” como las de clase social, género, etnia, entre otras. Por lo tanto, la juventud no debe ser pensada como un grupo social continuo y a-histórico, sino dinámico y discontinuo, donde los/as jóvenes constituyen una categoría heterogénea tanto diacrónica como sincrónicamente (Reguillo Cruz, 2000). Por ello, la opción por lo plural (las juventudes) se impone a la hora de pensar, analíticamente, lo juvenil.

En esta línea de análisis, una parte importante de la producción académica local ha recorrido un camino fecundo de reflexiones en torno a la participación social y política juveniles, las cuales ancladas en un contexto socio-histórico caracterizado por una crisis de legitimidad del sistema político, han ampliado el horizonte analítico hacia prácticas juveniles de carácter político que van más allá de los canales formales de participación, como por ejemplo: colectivos juveniles, movimientos sociales, culturales, artísticos, entre otros(4). Dentro de esta trayectoria de estudios, el presente trabajo se propone complejizar y enriquecer las actuales reflexiones sobre la participación política de sujetos juveniles incorporando al análisis la poco explorada dimensión de lo religioso.

Consideramos que incorporar la dimensión religiosa es un elemento clave para comprender lo político en las sociedades contemporáneas, pues las religiones en la modernidad no se han evaporado y tampoco se han recluido en la esfera privada, como afirmaban las teorías más radicales de la secularización. Como sostiene Casanova (1994), en el mundo contemporáneo y, de manera notoria, desde la década de 1980, se despliega un proceso de “desprivatización” de la religión que supone el avance de las instituciones religiosas sobre la esfera pública, en una cruzada por la reconfiguración de la sociedad civil.

Siguiendo a Vaggione (2005) para el caso argentino, desde la apertura democrática y frente a la creciente legitimidad que fueron adquiriendo las demandas de los movimientos feministas y por la diversidad sexual, las instituciones religiosas (especialmente católicas y evangélicas) han revitalizado su presencia pública y se han movilizado políticamente, con el objetivo de recuperar su hegemonía sobre la moral sexual.

Es preciso señalar, asimismo, que la presencia de lo religioso en el espacio público no es novedosa en el escenario vernáculo, pues los vínculos entre religión y política son de larga data y suponen vasos comunicantes de doble dirección y búsqueda mutua de legitimidades y recursos (Mallimaci, 2006). Por lo tanto, si bien el activismo religioso toma una innegable visibilidad en torno a las temáticas de género y sexualidad, su actuación política no se restringe únicamente a esos campos. La presencia de lo religioso, por el contrario, se visibiliza en partidos políticos, sindicatos, movimientos sociales y en redes de asistencia social, por sólo mencionar algunos. En este sentido, siguiendo el planteo de Mallimaci y Giménez Béliveau (2007: 12) consideramos que:

“Analizar los campos político y religioso en América Latina implica reconocer un doble carácter para el vínculo entre religión y política: una relación de competencia y complementariedad que, según el tenor de los problemas sociales, anclará más la relación en uno de los dos polos. Competencia, porque religión y política siguen designando esferas diferenciadas de actividad; complementariedad, porque la religión valora lo político como un recurso que puede capitalizar para sí misma, y lo político reconoce que puede extraer de lo religioso un plus de sentido para la organización social. Alrededor de estos temas se generan acuerdos y negociaciones que involucran actores heterogéneos”.

En este cuadro de situación, mi propuesta es trazar algunas líneas de análisis sobre la participación política y social de sujetos juveniles a partir del espacio religioso. Particularmente, partiendo de una perspectiva etnográfica, me centraré en la participación política de jóvenes cristiano-evangélicos al interior de la agrupación político-religiosa “Valores para mi país”. Para abordar este objetivo, este trabajo se dividirá en dos apartados. En el primero, caracterizaré dicho espacio político-religioso a la luz de las dinámicas internas y mutuas articulaciones del campo político y del campo religioso presentes en la Argentina. Y en el segundo, sobre las coordinadas trazadas, me centraré en el sentido y la praxis militante del equipo “juventud” de VPMP, poniendo de relieve las múltiples relaciones y tensiones que se establecen entre la cúpula dirigente y la militancia juvenil.

A nivel metodológico, se efectuaron entrevistas en profundidad a jóvenes militantes(5) y observación participante tanto en el lanzamiento del espacio político, como en reuniones del equipo “juventud” organizadas, por dentro y por fuera de la agenda oficial. También, se realizó etnografía virtual, siguiendo muy de cerca la interacción juvenil en foros de discusión y en redes sociales on line(6), ofrecidas y articuladas desde dicho espacio.

 

I. “Valores para mi país”, un espacio de articulación político-religiosa

          “Valores para mi país” (VPMP), es una agrupación político-religiosa, emergente hacia finales del 2008 y articulada a partir de la figura de la diputada nacional por Propuesta Republicana(7) (PRO) y ferviente evangélica, Cynthia Hotton. En términos formales, VPMP se presenta como “un espacio donde los cristianos puedan desarrollarse en política para ocupar cargos de influencia bajo el concepto de ser sal y luz”(8). De este modo, la propuesta central de esta agrupación es capacitar a la feligresía cristiana con el objetivo de colocarla en posiciones estratégicas dentro de la estructura política con la finalidad de “afectar a la sociedad” a través de la “transmisión de valores cristianos”, como por ejemplo: la defensa de la vida, de la familia, la integridad y el amor al prójimo(9).

En esta lógica de organización intermedia entre el campo cristiano-evangélico y el campo político en sentido amplio, la cúpula dirigencial proclama a VPMP como un espacio plural, en términos ideológicos, pues cada miembro estaría habilitado para elegir libremente su lugar de influencia en la opción política en la que se sienta más identificado. En palabras de la diputada:

“La Biblia se puede leer de derecha o de izquierda, en la Iglesia están los que se sienten más cerca de la teología de la liberación y son más de izquierda, y los que se identifican con la teología de la prosperidad y son más de derecha. Lo importante es que todos leemos la Biblia y tenemos los mismos valores.”(10)

Entonces, el lema de la dirigencia es: “Nos unen los valores, no nos separan los partidos políticos”(11). VPMP, de esta manera, presenta una visión de la política intensamente permeada por un discurso ético-religioso, en donde el campo político es percibido como un espacio corrupto al que es preciso “redimir”, mediante la intervención “purificadora” de grupos cristiano-evangélicos(12), entendidos como la reserva moral de la sociedad. Para comprender sociológicamente esta articulación político-religiosa y la emergencia de dicho espacio, es necesario distinguir y articular diversos niveles de análisis pues como plantea Mallimaci (1996) las intervenciones religiosas en la arena pública deben ser comprendidas a la luz de los procesos de reestructuración del campo religioso local y, en relación con elementos claves de la cultura política nacional en general y del campo político en particular.

En la Argentina, la adopción de políticas neo-liberales desde la década de 1970 y profundizadas hacia los años ’90, supusieron el resquebrajamiento de los mecanismos y las formas de integración social propias de la sociedad salarial (Castel, 1997) los cuales derivaban de formas específicas del mercado laboral y de intervención social del Estado. Esta mutación trajo consigo importantes consecuencias sociales y una crisis de legitimidad del campo político cada vez más intensa, que tuvo su punto de máxima expresión en la consigna “que se vayan todos (los políticos)” pregonada durante las manifestaciones de protesta de diciembre de 2001, que concluyeron con la caída del Presidente De la Rúa.

Tal como sostiene Mallimaci (2006), esta pérdida de credibilidad de la dirigencia política ha sido capitalizada en el espacio público por los diversos sectores religiosos para presentarse como dadores de sentido moral y ético “desde arriba” y “desde afuera” de los conflictos sociales.

Si hacemos blanco en el campo religioso se detecta una reconfiguración en su interior caracterizada por una doble dinámica de ruptura del monopolio católico y de pluralización de las alternativas religiosas (Mallimaci y Giménez Belivéau, 2007). Dentro de este nuevo esquema, los grupos evangélicos se han convertido en la alternativa no-católica que alcanzó mayor difusión y visibilidad, en las últimas décadas, debido a sus propias dinámicas y reconfiguraciones internas y en articulación con las lógicas del campo religioso general. En la Argentina, siguiendo los datos de un estudio reciente sobre creencias y actitudes religiosas (Mallimaci et al, 2009), se percibe que constituyen la primera minoría religiosa, alcanzando el 9% del total de la población.

Asimismo, es preciso destacar que la literatura especializada advierte, en los últimos años, el desarrollo de un proceso de “pentecostalización” al interior del campo evangélico (Wynarczyk et al, 1995), que posiciona al pentecostalismo como el eje dinámico del campo. Efectivamente, los datos que arroja dicho estudio darían cuenta de este proceso, ya que del 9% de evangélicos, los sujetos que se declaran pentecostales ascienden al 7.9%; esto es, representan cerca del 90% del total de la población evangélica en Argentina.

Si bien el pentecostalismo se encuentra presente en el país desde principios del siglo XX(13), es a partir del retorno democrático en 1983 que comienza a tener una creciente visibilidad pública por sobre otras denominaciones evangélicas y otros grupos religiosos minoritarios, debido, entre otros procesos, a las siguientes “ventajas” indicadas por Algranti (2007: 23):

“1) posee experiencia en campañas evangelizadoras, 2) sus líderes desarrollan estilos personales y estrategias de prédica que los diferencian entre sí y 3) cuentan con el respaldo institucional de distintas organizaciones ecuménicas como la FAIE(14) o ACIERA(15)”.

A su vez, el investigador remarca que:

“A estas tres características es preciso sumarles la determinación de alcanzar a las masas compitiendo con la tradición católica y la autonomía de experimentar con dispositivos aún no explorados en el mundo religioso, como los medios de comunicación, los conciertos de música y la cercanía con la farándula”.

Esta dinámica de pentecostalización del campo evangélico trae consigo ciertas reconfiguraciones (no exentas de tensiones y resistencias) en el nivel simbólico y en el nivel organizacional, que impactan y se cristalizan como los “modos de actuar y pensar evangélicos” sobre el espacio público.

Dichas innovaciones se encuentran ligadas con una reinterpretación teológica del dualismo Iglesia-Mundo, que supone un giro en la orientación evangélica hacia el mundo secular. Tomando las categorías de Wynarczyk (2006) se vislumbra el pasaje desde un “dualismo negativo”, caracterizado por la negación y la fuga del mundo hacia un “dualismo positivo”, que exhorta a la acción intramundana con el fin de redimir la corrupción terrenal y extender la obra de construcción del Reino de Dios. En términos weberianos, se produce un desplazamiento desde una lógica de huída ascética del mundo hacia una ascética intramundana activa (Weber [1915], 1987).

Esta renovada versión cosmológica del dualismo Iglesia-Mundo impacta con distinta intensidad en el nivel organizacional del campo evangélico, delineando estrategias de conjunto en los modos de accionar hacia dentro y hacia fuera de la comunidad evangélica. Es preciso destacar que la coordinación de praxis comunes, se logra mediante la confluencia y alineación de las diversas denominaciones en una identidad cristiana común, que debido a la correlación de fuerzas del campo, en la actualidad se encuentra dinamizada desde el polo pentecostal. Esta identidad cristiana compartida implica la construcción de una simbología y una estética común de “lo cristiano”capaz de diluir las diferencias internas y producir la cohesión interna suficiente que permita a los miembros reconocerse como partes de un mismo “cuerpo”.

Esta “unidad” cristiana,en permanente construcción, se cristaliza en ciertas formas de acción hacia fuera de la comunidad, que pueden ser entendidas en términos de una “militancia evangelizadora”, la cual supone múltiples y diversas intervenciones evangélicas en la arena pública que abarcan desde una intensa labor social canalizada mayormente a través de fundaciones y ONGs religiosas; pasando por campañas evangelísticas, festivales musicales (Carbonelli y Mosqueira, 2008) y masivas manifestaciones en torno a demandas religiosas (igualdad de cultos), hasta marchas en contra del matrimonio de personas del mismo sexo o la despenalización del aborto y las drogas, por citar algunos tópicos y formatos convocantes.

En todas estas intervenciones, los grupos evangélicos ponen en acto su fuerza movilizadora y seducen a los sectores políticos pues éstos detectan en la magnitud y en la potencial disponibilidad de la masa evangélica un reservorio de votos, capacidad de movilización y suplementos de legitimidad (Semán, 1997). Asimismo, los actores religiosos son estimulados por este interés a participar del juego político en busca de recursos y reconocimiento social. De esta manera, como plantea Carbonelli (2009: 122) se establece un juego de miradas mutuas que supone una medición de fuerzas, capitales y recursos.

Establecidas estas coordinadas analíticas, consideramos que es sobre la yuxtaposición de estas dinámicas donde es preciso ubicar la experiencia de VPMP, que por supuesto, no es ni la primera, ni la única modalidad de participación política por parte de grupos evangélicos en el escenario político nacional, pero sin embargo, constituye una de las experiencias que ha cobrado mayor visibilidad pública, por la exposición mediática de su dirigente.

Tal como indicamos al comienzo, este espacio político-religioso, se halla articulado a partir de la diputada Cynthia Hotton. En cada una de las reuniones de trabajo de VPMP que hemos registrado, su figura fue continuamente realzada y establecida como referente y en el acto de lanzamiento de la agrupación en marzo de 2009, ocupó el rol de oradora central. La presencia de Hotton en dicho espacio político es tal que la coordinación de cada uno de los “equipos de trabajo” está en manos de su grupo de asesores parlamentarios, quienes también se identifican como evangélicos.

Haciendo foco en su trayectoria, es interesante destacar que Hotton es economista, diplomática y está casada con un importante empresario hotelero. Proviene de una familia que posee un alto prestigio al interior del círculo dirigencial evangélico y cuenta con una posición estratégica en el campo político, debido a la carrera diplomática de su padre, el ex-embajador Arturo Hotton. Con este capital a cuestas, inicia su derrotero político en el partido RECREAR liderado por Ricardo López Murphy y a partir de la fusión de este espacio con el PRO, su carrera política continúa junto a Mauricio Macri.

A lo largo de su itinerario político y, más vigorosamente, a partir de la asunción de su banca en octubre de 2007, Hotton puso de manifiesto públicamente su ferviente identidad religiosa, acción que consideramos nodal en su estrategia política pues constituye su principal herramienta de acumulación de capitales (aunque no sin tensiones) tanto al interior del campo político, como del religioso. Al interior del campo político, su identidad religiosa y su discurso centrado en valores morales le permiten, por un lado, ofrecer un perfil alejado de la “mala política” (asociada a la corrupción y al clientelismo) y, a su vez, presentarse como la dirigente que detenta la potencialidad política de su comunidad de fe.

Por otra parte, si nos centramos en el campo evangélico, la articulación de fuerzas en torno a su figura se complejiza. Si bien, en todo el espacio evangélico circula un discurso que exhorta a la participación política, no se han diseñado hasta el momento mecanismos internos de selección de representantes políticos, como sí sucede en el caso de Brasil con la “bancada evangélica”, que implica una estrategia de formación y selección de fieles por parte de la IURD(16), con el objetivo de posicionar candidatos en todo el espectro político para lograr beneficios “corporativos” (Campos Machado, 2006; Silveira Campos, 2005). Asimismo, debido a la experiencia fallida que supuso, a comienzos de la década del ’90, la constitución del partido Movimiento Cristiano Independiente (MCI), en la actualidad la comunidad evangélica tampoco cuenta con un partido confesional capaz de articular la potencialidad política de movilización en un candidato, como sucede en otros países de Latinoamérica.

Frente a este cuadro de situación, Hotton para cultivar adhesiones y voluntades dentro de su comunidad de fe debe recurrir a la exhibición activa de su identidad religiosa y negociar permanentemente el apoyo de las principales federaciones (ACIERA-FECEP) y de los más destacados líderes evangélicos (Freidzon-Carníval-Ale Gómez, entre otros). En sintonía con este proceder, desde su gestión legislativa, tomó posiciones adversas frente al avance de la legislación en torno al reconocimiento legal para parejas del mismo sexo, a la reglamentación del aborto en situaciones de riesgo, a la despenalización de las drogas y presentó un proyecto de Ley sobre la libertad e igualdad religiosa en Argentina. Asimismo, Hotton fue una pieza estratégica en la venida del predicador Luis Palau a la Argentina (Carbonelli y Mosqueira, 2009) y es una de las principales impulsoras de espacios de oración ecuménicos entre diputados creyentes. Cuestiones todas, de vital interés para los sectores dirigenciales de la comunidad evangélica. Pese a los esfuerzos de la diputada, el problema de la representación se impone y ante la emergencia de VPMP se intensifica generando tensiones con la comunidad evangélica en general y al interior de dicha agrupación política en particular.

Establecidas estas coordinadas analíticas, en el siguiente apartado intentaremos comprender cómo se inserta el sujeto juvenil en dicho espacio político-religioso, las características y sentidos que adopta su participación y las múltiples articulaciones que se establecen entre la militancia juvenil y la cúpula dirigencial.

 

II. Sentido y praxis militante del equipo “juventud” de Valores para mi país

          La participación política juvenil dentro de VPMP registra dos momentos que podrían caracterizarse como de efervescencia y ocaso. Ambos momentos estuvieron signados por la creciente tensión que se desplegó entre la cúpula dirigencial y las bases militantes juveniles. El momento de efervescencia participativa juvenil, se desarrolló durante la convocatoria y las reuniones preliminares al lanzamiento público de la agrupación, lapso que podría situarse cronológicamente desde noviembre de 2008 a abril de 2009. Durante este período, la participación juvenil estuvo nucleada en el equipo “juventud”, que junto a otros grupos de trabajo(17) conformaban la estructura interna, pretendidamente horizontalista, de la agrupación.

El equipo “juventud”, estuvo liderado por Marcos Hilding Ohlsson, evangélico confeso, economista y asesor personal de la diputada Hotton. El joven líder, en sintonía con el discurso dirigencial, asocia su acercamiento a la actividad política con su “fuerte vocación de servicio al prójimo” y presenta una trayectoria que desemboca en su candidatura a Concejal por el municipio de San Isidro para las elecciones de junio de 2009, a través de un partido vecinal “Convocación Ciudadana”, vinculado con UNION-PRO(18).

La base militante del grupo “juventud” al comienzo estaba nutrida por alrededor de 30 miembros, cantidad que fue diluyéndose a medida que se acrecentaban las tensiones con la cúpula dirigencial. Teniendo en cuenta esta progresiva merma, la edad de los militantes oscila entre los 18 y los 30 años y en líneas generales, son estudiantes universitarios, especialmente de las carreras de ciencias políticas y derecho. Se definen como “cristiano-evangélicos”, manifestando tener una participación activa(19) al interior de la comunidad religiosa. Indagando en sus trayectorias, se observa que, si bien en algunos casos era su primera incursión en terreno político, la mayoría registraba alguna experiencia de participación política sea en el ámbito partidario, en el terreno universitario o en espacios seculares o religiosos de ayuda social. Asimismo, es importante poner de relieve que en ninguno de los casos se registró participación política familiar.

Respecto de las motivaciones que impulsan a estos jóvenes a la actividad política, en principio aparecía en sus discursos cierta “afinidad” con la propuesta del sector dirigencial puesto que los/as jóvenes perciben al “corrompido” espacio político como un medio propicio para “afectar a la sociedad” mediante la “transmisión de valores cristianos”.

“E: Me parece que si nos metemos muchos evangélicos en política se puede hacer un aporte, pero no como grupo evangélico de presión, sino desde lo personal […]

I: ¿Y cuál sería el aporte?

E: Honestidad, transparencia, valores […] va a ser una bocanada de aire fresco en la política. Me parece que hay mucha gente que viene sospechada y gente nueva con determinados valores me parece que hacen falta […] pero no sólo por la posición sobre la familia sino porque hay que recuperar la función de la política… después de un tipo como Menem(20), te quedan 20 años de laburo(21) para recuperar” (Ariel, militante de VPMP, entrevista personal).

“Yo quiero ser político en el sentido más amplio. Mi meta, verdaderamente, es afectar a la sociedad” (Facundo, militante de VPMP, entrevista personal).

“Me meto en política para poder aplicar los valores ahí adentro […] mi idea es tratar de demostrar que hay un mundo diferente, que hay algo diferente aparte del poder, de la fama, de la vanidad que la mayoría de los políticos tienen ¿no?. Que hay otra cosa […] una meta que siempre fue mía es entrar a lugares importantes para hacer esto: transformarlos. Yo sé que de a poco, se va logrando [...] participar en política es como una capacitación [...] a mí me está pasando eso, en forma personal, me estoy preparando... por más que no llegue a ser ‘una política’, hoy en día tengo ese interés de saber, de participar” (Sabrina, militante de VPMP, entrevista personal).

Esta estimulación a la participación política de los sujetos juveniles tiene sus raíces en la orientación cristiana hacia el “mundo”, desarrollado en el apartado anterior, la cual se halla ampliamente difundida al interior de los circuitos cristianos destinados a la juventud. En nuestro relevamiento etnográfico, pudimos detectar la configuración de todo un discurso alrededor del sujeto juvenil que lo construye como sujeto del cambio social. Permanentemente, son interpelados/as a “ser personas relevantes en la sociedad”, lo que supone una continua capacitación del sujeto con la finalidad de alcanzar espacios de autoridad en las esferas de poder de la sociedad y desde allí, poder contar con chances efectivas de desplegar los valores cristianos y “redimir” a la sociedad.

Esta construcción de los/as jóvenes como sujetos del cambio social, por parte del discurso dirigencial evangélico fue capitalizado por el espacio VPMP para convocarlos a la movilización y presentarlos como el “motor de la agrupación política”. Por sólo citar un ejemplo, los afiches que promocionaban el lanzamiento de VPMP, tenía como imagen central una fotografía de Hotton junto a miles de jóvenes que portaban carteles con nombres de niños no nacidos(22).

Este proyecto compartido entre la cúpula de VPMP y el equipo “juventud” de afectar a la sociedad mediante la transmisión de valores cristianos, no fue suficiente para que las tensiones no emergieran entre ambos polos del espacio político-religioso.

Uno de los conflictos centrales giró en torno al lugar que debía ocupar el equipo juvenil. Si bien la dirigencia les designaba discursivamente un lugar central en la agrupación, en términos prácticos, se les delegaron tareas menores que fueron percibidas por los/as jóvenes militantes como disonantes con ese rol.

Durante la campaña del lanzamiento de VPMP se les encargó la tarea de realizar la pegatina de carteles de difusión del evento, tarea que fue rechazada rotundamente por el equipo y en el acto propiamente dicho, tuvieron que oficiar de “ujieres”, esto es, debían recibir “amable y cálidamente” a la concurrencia y obsequiarles carteles con la inscripción de los “valores” pregonados por la agrupación.

A pesar de este papel menor, designado desde la cúpula, los/as jóvenes militantes fueron una pieza clave del acto lanzamiento pues, producto de su movilización, de sus filas se obtuvo la donación de los equipos técnicos de sonido e iluminación utilizados en el evento y se logró convocar a una importante porción de los asistentes por medio de la intensa difusión (tanto “cara a cara”, como virtual) que desplegaron entre sus redes sociales (en especial de sus Iglesias).

Asimismo, durante la organización previa del evento, desde el grupo “juventud” emergieron diversas propuestas performáticas que tendían a imprimirle al lanzamiento de VPMP una impronta horizontalista. La propuesta que mayores consensos tuvo al interior del equipo planteaba la necesidad que no hubiera un espacio VIP que destacara a personalidades relevantes, pues los/as jóvenes coincidían en la idea que uno de los “valores” que debía pregonar el espacio era la “igualdad”. Esta propuesta fue automáticamente desechada por la dirigencia en estos términos:

“Esto es para los jóvenes que me dijeron que cuestionan bastantes cosas (tono de reto simulado con simpatía) les voy a decir: ellos plantean que somos todos iguales, entonces en el evento no debería haber un sector VIP… como ven me entero de todo, porque tienen un coordinador que me cuenta todo, es el que más los escucha, felicítenlo a él porque es el que más escucha… entonces la pregunta es así ‘si somos todos iguales ¿por qué tiene que haber un lugar VIP?’ Bueno les cuento, en realidad para los medios es muy importante ver quienes están, entonces, si están en el medio de toda la gente no van a saber que quizás hay diez diputados presentes de distintos partidos, o quizás también para nosotros si hay algún referente religioso o algún pastor, quizás a nosotros nos hace bien ver que están presentes y no es lo mismo verlos porque están todos concentraditos en un lugar, que si están dispersos entre la multitud” (Cynthia Hotton, en reunión de trabajo de VPMP, nota de campo 12 de Marzo de 2009).

Como puede observarse, este relato pone de manifiesto que los sentidos de la participación política adoptaban carices contrapuestos para la militancia juvenil y para la cúpula dirigente. En efecto, mientras la dirigencia obstaculizaba las propuestas e iniciativas juveniles, para los/as jóvenes VPMP se configuraba como un espacio que requería una participación activa en las decisiones y debates acerca del contenido político e ideológico de dicha agrupación. En este sentido, otro de los ejes de tensión se centró en la necesidad de consensuar los “valores” que VPMP debía transmitir a la sociedad para afectarla.

Nos dicen que hay que demostrar en la política que uno puede ser diferente, okey... pero ¿cuál es el problema? No piensan que la diferencia se hace a través de políticas concretas y todavía no han llegado al punto de maduración donde no es estar a favor o no del aborto... como político no podés estar dando visiones de la vida” (Facundo, militante de VPMP, entrevista personal).

En las sucesivas reuniones se planteaba la necesidad de debatir en VPMP la separación entre lo que consideraban era el rol público de la Iglesia, del rol público del espacio político. En esta línea, demandaban la necesidad que la agrupación brindara capacitación política a la feligresía cristiana, tal y como discursivamente proponía la cúpula. Ante la pasividad de la dirigencia en torno a ese tema, desde el equipo “juventud” se armó el único proyecto emergente desde las bases: “Talleres de desarrollo político”. El cual tampoco fue sometido al consenso de la agrupación político-religiosa, ni tenido en cuenta por la dirigencia.

“En la última reunión del grupo orientado a la juventud coincidimos en que nuestra comunidad cuenta, en promedio, con falta de experiencia, conocimientos y medios para desarrollar el debate político. Consideraciones aparte, tomamos la decisión de conformar un grupo para desarrollar una serie de talleres para el desarrollo político. La idea es poder armar una compilación de conocimientos elementales: constitucionalismo, conceptos como república, democracia, federalismo, procesos electorales [...] En definitiva, la meta sería poder ofrecer un servicio de excelencia que nos permita formarnos y a la par, darnos a conocer y afectar a nuestra sociedad” (tomado del foro de discusión “VPMP”, 2 de marzo de 2009).

Estas tensiones comienzan a revelar una contradicción intrínseca que el espacio político-religioso planteaba para los/as jóvenes. En las sucesivas reuniones, manifestaban que ellos se daban cita en la agrupación para participar políticamente y por ello necesitaban que VPMP funcione políticamente, esto es, que se abran canales de representación, que se democraticen las decisiones y que se destinen espacios de debate que permitan definir un proyecto y una postura ideológica.

“Una agrupación política no es un club, es un grupo de poder, es un capital político, es una fuerza de peso en el espectro partidario. Dejar librados los efectos del poder resultante de nuestra unión a la voluntad de unos pocos no resulta, a mi criterio, una saludable decisión. […] No hace falta que el edificio colapse para decir que estaba mal construido. Para eso hay gente que estudia, que se prepara, que piensa, que reflexiona. […] Justamente, como creo que todos estamos aprendiendo, me parece que una democratización de las decisiones y una estructura más clara ayudaría a evitar desmadres. […] Esta es una agrupación política, y como tal, requiere de reglas, de debates, de consensos. Resulta triste ver que se trata con tanta ligereza el tema de cómo se canaliza nuestro esfuerzo, que hasta el día de hoy no ha visto otro norte que el que nos han trazado […] Quizás nos falte, todavía, como cristianos entender muchas cosas del funcionamiento de las estructuras políticas. […] La política requiere de leones, no de ovejas (ambos roles que deben convivir en todo cristiano)” (tomado del foro de discusión “VPMP”, 3 de abril 2009).

Como puede observarse, los/as jóvenes comienzan a manifestar públicamente un creciente malestar en torno al personalismo de la diputada Hotton, a la verticalidad en la toma de las decisiones y a la vaguedad del proyecto político delineado:

“Todavía no pudo observarse un desarrollo autónomo de los talleres de trabajo, al menos no en el nuestro. Sin embargo, los que componemos el grupo de trabajo con la juventud (noten que no somos ‘el grupo de jóvenes’) estamos procurando tener reuniones con cierta frecuencia y trabajar los temas que creemos convenientes. VPMP termina siendo una de las entelequias más interesantes que hayan aflorado en los últimos tiempos. Capaz de cambiar al país o de gestar un nuevo híbrido populista y demagógico (por su funcionamiento, no por sus principios necesariamente), este es un proyecto del cual, como cristianos, no nos podemos desentender. Por primera vez en la historia, vamos a tener que pensar y pensar mucho. No podemos darnos el lujo de equivocarnos en este proyecto” (tomado del foro de discusión “VPMP”, 3 de abril de 2009).

Puesto que sus insistentes reclamos, tanto en las reuniones de trabajo como en los foros virtuales de discusión no eran atendidos por la dirigencia, el equipo “juventud” fue sucesivamente perdiendo miembros y comenzó a imponerse la sospecha que VPMP era un “artilugio” de Hotton de cara a las elecciones legislativas de junio de 2009. Para los/as jóvenes la diputada tenía la finalidad de exhibir, al interior del PRO, su capacidad de articular la potencialidad política de la comunidad evangélica y de esa manera acumular el capital político suficiente que le permitiera “nombrar”, en la lista de su partido político, un candidato de sus filas. Sospecha que para el equipo “juventud” quedó confirmada en la reunión posterior al lanzamiento de VPMP, cuando Hotton asignó a la militancia la tarea de organizar la campaña de Christian Grillo, su actual jefe de despacho. En dicha reunión, mientras la diputada anunciaba la candidatura de Grillo y los otros equipos de trabajo vitoreaban el lanzamiento de la campaña, en la mesa que nucleaba a los/as jóvenes comenzó a circular cierta irritación. Debatieron un instante entre sí y decidieron pedir el micrófono para rechazar públicamente la decisión de Hotton:

“Cynthia, los jóvenes queremos hacerte una pregunta ¿Quién es Christian Grillo? ¿Qué propuestas tiene? Porque sería bueno que lo conozcamos, que conozcamos sus propuestas antes de salir a pegar carteles y hacer toda la campaña para él. Además consideramos que la elección del candidato tendría que hacerse por internas” (Nota de campo, reunión de trabajo de VPMP, 16 de abril de 2009).

Ante estas palabras, se hizo un silencio en el recinto y en el interior de la mesa los/as jóvenes se felicitaban entre sí por haber alzado la voz, una vez más. Ante esta situación, Hotton respondió: “Christian es una persona que yo conozco mucho, él un día va a venir, se va a presentar… lo importante es que yo confío en él y todos tenemos que apoyarlo”. Frente a esta nueva imposición, los/as jóvenes manifestaron que no iban a apoyar la candidatura de Grillo porque: “desde el punto de vista cívico es bueno conocer al candidato y no votarlo simplemente porque es evangélico”.

Pese a este rechazo del equipo “juventud”, la candidatura de Grillo siguió su curso. Esto generó una creciente molestia que desembocó en el pedido por parte de los/as jóvenes de una reunión formal con Hotton, en su despacho de la Cámara de Diputados. Reunión que les fue concedida el día 12 de junio 2009 y a la que asistieron cuatro de los miembros más activos del equipo y Ohlsson. En una entrevista posterior, uno de los asistentes nos relataba:

“La idea [de la reunión] era plantearle a Cynthia por qué se tomaban las decisiones desde la cúpula solamente y por qué no hacían participar al resto, la idea era proponer que el espacio se politizara, que se democratizara […] Fue muy bueno porque le dijimos exactamente lo que pensábamos que no era simplemente llevar un ganado y ya, ese fue detonante, que no éramos un ganado, yo le dije que VPMP no es la Iglesia, es un partido político o una agrupación política… si bien hubo distintas formas de decirlo todos teníamos la misma posición… Cynthia atajó un par, pero en un momento se sintió atacada y nos dijo ‘la agrupación la manejo yo, las cosas las manejo yo, porque es el espacio que yo construí, el que quiera bien y el que no también’… y ya llegó un momento en que todo había llegado a un punto de tensión muy alto […] de ahí en más se fue perdiendo la conexión entre la juventud y VPMP y hubo una convocatoria más pero creo que no fue nadie […] Yo le hablaba de la participación, de escuchar las propuestas de la juventud y también algo que me interesaba mucho y lo discutíamos en las reuniones de jóvenes que era la formación política, a mí me interesa mucho la formación, la construcción cívica” (Ramiro, militante del equipo “juventud” de VPMP, entrevista personal).

Como se desprende del relato, esa reunión con Hotton fue el hito que marcó el ocaso de la participación política juvenil en VPMP. Algunos de los miembros más activos siguieron participando políticamente al interior de distintos partidos políticos seculares y otros volvieron a sus Iglesias. Lo interesante es que a partir de esta experiencia, muchos de ellos siguen en contacto a través de los circuitos juveniles cristianos o por medio de redes sociales virtuales y por lo que manifiestan, el interés en participar políticamente sigue intacto. En algunos casos, pudieron desarrollar espacios de debate político al interior de sus comunidades de fe y comenzaron incluso a plantear la posibilidad de introducir conceptos del campo político al campo religioso como por ejemplo: la democratización de las Iglesias.

“La idea es democratizar la Iglesia, desde el año pasado en mi grupo de jóvenes hay propuestas que tienden a eso, sin decir la palabra democracia, pero justamente se trata de abrir el debate, no tenerle miedo a los pastores al debatir, enseñar que es sano debatir, que tenemos que debatir, total el Espíritu Santo está tanto en los líderes como en los chicos, entonces ¿por qué no? Debatir, llegar a un acuerdo y ahí sí estar unidos, llegar al consenso, pero hablarlo, no bajar línea tipo monarquía y decir ‘vamos para allá porque la Iglesia dice esto’... pueden tener razón, pero está bueno que nos hagan partícipes, que se haga más horizontal… porque sino formas gente que no piensa, cres una tendencia en los chicos de gente acostumbrada a que otros los manden, que otros les digan que hacer, que otros piensen por él y así está la sociedad” (Ramiro, militante del equipo “juventud” de VPMP, entrevista personal).

 

A modo de cierre

          La experiencia de VPMP puso de relieve que la dimensión religiosa puede ser un factor de peso en la participación política juvenil pues como hemos podido observar en el caso de las comunidades evangélicas, ciertas reconfiguraciones internas en el nivel simbólico y organizacional - desplegadas en articulación con las dinámicas del campo religioso y del campo político - producen un giro en la orientación religiosa hacia el mundo secular que genera un desplazamiento desde una lógica de huída ascética del mundo hacia una ascética intramundana activa (Weber [1915] 1987). En este cuadro de situación, emerge todo un discurso que coloca al sujeto juvenil como un agente del cambio social que lo interpela a “ser relevante” y a ocupar diversos espacios en las estructuras de poder para desde allí “redimir a la sociedad” mediante la difusión de valores cristianos. En este discurso religioso, el espacio político se configura como uno de los ámbitos privilegiados donde el/la joven cristiano/a debe actuar. Esta puesta en circulación de dichas narrativas instala en el nivel subjetivo del joven fiel, con diversos matices, la necesidad de formarse e involucrarse políticamente.

La capitalización de este discurso evangélico dirigido al sujeto juvenil por parte de la cúpula dirigencial de VPMP, se cristalizó en la conformación de una base militante juvenil activa y capacitada políticamente que puso de manifiesto que a la hora de poner en acto este potencial en términos políticos, esta fuerza latente gestada al interior de los circuitos religiosos se desvanece si no es mediada por mecanismos efectivos de representación y de canalización de las demandas. Como hemos observado, el principal reclamo sostenido por la militancia juvenil se centró en la necesidad de que VPMP funcione con lenguaje y reglas políticas.

Si bien, la experiencia de VPMP no ha podido encauzar - hasta ahora - exitosamente la participación política juvenil, esto no implica que en un futuro dicha fuerza política no pueda canalizarse a través de otros espacios o mecanismos gestados al interior del campo evangélico o del campo político.

En suma, a lo largo de este trabajo hemos intentado poner de relieve ciertas articulaciones entre lo político y lo religioso presentes en Argentina y la importancia de incorporar al debate la potencialidad de esta articulación en los estudios que tienen por norte la participación política juvenil.

 


Notas de pie de página

(1) Joven militante en debate tomado del foro VPMP, 3 de abril 2009.

(2) Sobre la construcción histórica, social y cultural de la categoría juventud en Argentina, ver Mosqueira (2010).

(3) Ver, entre otros: Biagini (2000), Balardini (2002), Pujol (2002), Manzano (2008).

(4) Dentro de esta línea de trabajo ver, entre otros: Chaves (2005), Kropff  (2004), Vázquez y Vommaro (2008), Sánchez (2007).

(5) Por razones de confidencialidad y anonimato, he cambiado los nombres de los/as entrevistados/as.

(6) Foros de discusión y redes sociales on line pertenecientes al sitio web “Facebook”.

(7) Propuesta Republicana (PRO) es un partido político de tendencia liberal e ideológicamente vinculado a la derecha, que emerge hacia 2005 como resultado de una alianza. Actualmente, se encuentra liderado por el empresario Mauricio Macri.

(8) Nota de campo, lanzamiento de VPMP, 29 de Noviembre de 2008.

(9) Cfr. http://www.valoresparamipais.com.ar/acerca.html

(10) Nota de campo, lanzamiento de VPMP, 29 de Noviembre de 2008.

(11) Ibíd.

(12) Sobre esta lógica redentorista, recomendamos ver Pace (2006).

(13) Para profundizar en la historia de los grupos evangélicos en la Argentina recomendamos el trabajo de síntesis de Algranti (2007).

(14) F.A.I.E: Federación Argentina de Iglesias Evangélicas. Para más información recomendamos visitar el sitio web http://www.faie.org.ar

(15) A.C.I.E.R.A: Alianza Cristiana de Iglesias Evangélicas de la República Argentina. Información adicional en el sitio web http://www.aciera.org

(16) IURD: Iglesia Universal del Reino de Dios.

(17) Grupos de trabajo de VPMP: Política, Equipo Técnico, Desarrollo Territorial, Eventos, Prensa, Recursos Humanos, Finanzas y Juventud.

(18) Debido a la concentración de esfuerzos que implicó para Ohlsson su campaña política, su figura fue perdiendo paulatinamente importancia al interior del equipo juvenil, aunque es preciso destacar que durante el período de efervescencia, su liderazgo fue aceptado por los jóvenes militantes pues mostraba un alto interés en canalizar hacia la dirigencia tanto las propuestas como las críticas que se gestaban al interior del equipo.

(19) Dentro del grupo “juventud”, se registró la presencia de un pastor y gran cantidad de líderes juveniles.

(20) Carlos Menem presidente de la Argentina desde 1989 a 1999. La profundización del modelo neo-liberal durante su gestión trajo consigo una honda pauperización social que implicó una crisis de legitimidad del sistema político. En la cita analizada, el entrevistado hace emerger en su discurso un imaginario extensamente difundido en la sociedad argentina donde la figura de Carlos Menem se presenta como sinónimo de “mala política”.

(21) La palabra “laburo” significa trabajo o esfuerzo en la jerga lunfarda rio platense.

(22) Quisiera señalar que esa foto no supone que la diputada haya movilizado a la juventud a manifestarse públicamente en contra de la despenalización del aborto, sino que en su derrotero de alianzas al interior de la comunidad evangélica, Hotton obtuvo el permiso para tener una participación dentro de un festival masivo organizado por uno de los pastores juveniles más importantes del circuito cristiano.

 

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Para citar este artículo:

Mosqueira Mariela Analia, "“La política requiere de leones, no de ovejas”: Participación política en jóvenes cristiano-evangélicos. ", RITA, N°4 : diciembre 2010, (en línea), puesto en línea el 10 de diciembre de 2010. Disponible en línea http://www.revue-rita.com/dossier-thema-61/la-politica-requiere-de-leones-no-de-ovejas.html