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« Revolution Grrrl Style Now » ? Eléments de réflexion sur le rôle social des sous-cultures juvéniles contestataires. Le cas des Riot Grrrls

La communauté informelle de jeunes punks féministes appelée Riot Grrrls, surtout active dans les années 1990 aux Etats-Unis, est articulée autour de deux axes idéologiques : d'une part une revendication féministe « troisième vague » avec un accent mis sur la volonté de réhabiliter le statut des jeunes filles,d'autre part, une obédience à « l'esth-éthique » Do-It-Yourself qui tente de développer un mode de vie alternatif à la société consumériste...

“La política requiere de leones, no de ovejas”(1): Participación política en jóvenes cristiano-evangélicos

La propuesta de este trabajo será trazar algunas reflexiones en torno a la articulación de las categorías juventud(es), religión y política. Para abordar este objetivo, partiendo desde una perspectiva etnográfica, el artículo se centrará en el análisis de la participación política llevada a cabo por jóvenes cristiano-evangélicos al interior del espacio político “Valores para mi país”, liderado por Cynthia Hotton, diputada nacional (Propuesta Republicana) y ferviente evangélica...


... En especial, se abrirá una batería de interrogaciones, acerca del sentido, las trayectorias y los anclajes identitarios de los sujetos juveniles que participan al interior de dicho espacio político. Asimismo, se analizarán los discursos y representaciones acerca de la participación política y el rol de “la juventud”, emergentes desde el sector dirigencial de “Valores para mi país”, intentando visualizar las múltiples relaciones y dinámicas que se establecen entre la cúpula y la militancia juvenil.

A partir de este estudio de caso, la presente comunicación intentará traer al debate la potencialidad de incorporar la dimensión religiosa a los estudios sobre la participación política y social de los/as jóvenes en las sociedades contemporáneas

Palabras claves: Juventud(es); Religión; Participación política; Discurso; Representación.

....................................................

Mariela Analía Mosqueira

Licenciada en Sociología,
Doctoranda en Ciencias Sociales.
Universidad de Buenos Aires / CEIL- CONICET

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“La política requiere de leones, no de ovejas”(1):
Participación política en jóvenes cristiano-evangélicos.

 

 

Introducción

          Las reflexiones que se presentan a continuación se inscriben en el marco de la investigación doctoral que actualmente estoy desarrollando en el seno de comunidades evangélico-pentecostales en el Área Metropolitana de Buenos Aires, la cual tiene por norte el análisis de los procesos de construcción de las identidades socio-religiosas de sujetos juveniles en las sociedades contemporáneas. Dentro del marco de esta interrogación general, en este trabajo mi propuesta es trazar algunas líneas de análisis a partir de la articulación de las categorías: juventud(es), religión y política.

Para comenzar a explorar esta triple articulación, en principio, quisiera poner de relieve que en la producción académica local (proveniente de las ciencias sociales) el interrogante sobre la participación, se ha constituido en uno de los ejes centrales a la hora de reflexionar acerca de lo político y de lo juvenil. El interés en la participación política, por supuesto, se vincula con la trayectoria local de constitución del sujeto juvenil en tanto actor social, pues en sintonía con los procesos occidentales, en Argentina, a partir de la segunda mitad del siglo XX, se configuran las condiciones de posibilidad(2) para que los colectivos juveniles - especialmente urbanos - comiencen a movilizarse políticamente en el espacio público. Dichas experiencias políticas de las décadas de 1960 y 1970, ampliamente trabajadas por diversos autores(3), se han constituido en el eje comparativo de una parte de la literatura local que la conduce a percibir una cierta “despolitización” o “apatía” política en la juventud argentina de finales de siglo (Margulis, 1994;  Sidicaro y Tenti Fanfani, 1998).

Siguiendo el planteo de Urresti (2000), para comprender al sujeto juvenil actual y su participación política y social, es preciso centrar el lente analítico en el momento histórico y social en el que están insertos, más que realizar desplazamientos comparativos con experiencias de generaciones anteriores. Así, superando todo esencialismo, y tal como sugiere Bourdieu (1990), consideramos que la juventud debe ser analizada como una construcción histórica y social y no como un dato biológico objetivo y escindido de su contexto, pues se configuran diferentes modos de ser joven en cada período histórico y en cada posición de un mismo espacio-tiempo social; lo cual hace imposible que se engloben bajo un mismo concepto, universos sociales y culturales heterogéneos. La edad, entonces, se constituye por las condiciones de existencia en las que está inserto cada sujeto.

De este modo, lo “juvenil” es un concepto relacional, que cobra sentido contextualmente, al interior de relaciones de poder y en interacción con categorías “extra-juveniles” como las de clase social, género, etnia, entre otras. Por lo tanto, la juventud no debe ser pensada como un grupo social continuo y a-histórico, sino dinámico y discontinuo, donde los/as jóvenes constituyen una categoría heterogénea tanto diacrónica como sincrónicamente (Reguillo Cruz, 2000). Por ello, la opción por lo plural (las juventudes) se impone a la hora de pensar, analíticamente, lo juvenil.

En esta línea de análisis, una parte importante de la producción académica local ha recorrido un camino fecundo de reflexiones en torno a la participación social y política juveniles, las cuales ancladas en un contexto socio-histórico caracterizado por una crisis de legitimidad del sistema político, han ampliado el horizonte analítico hacia prácticas juveniles de carácter político que van más allá de los canales formales de participación, como por ejemplo: colectivos juveniles, movimientos sociales, culturales, artísticos, entre otros(4). Dentro de esta trayectoria de estudios, el presente trabajo se propone complejizar y enriquecer las actuales reflexiones sobre la participación política de sujetos juveniles incorporando al análisis la poco explorada dimensión de lo religioso.

Consideramos que incorporar la dimensión religiosa es un elemento clave para comprender lo político en las sociedades contemporáneas, pues las religiones en la modernidad no se han evaporado y tampoco se han recluido en la esfera privada, como afirmaban las teorías más radicales de la secularización. Como sostiene Casanova (1994), en el mundo contemporáneo y, de manera notoria, desde la década de 1980, se despliega un proceso de “desprivatización” de la religión que supone el avance de las instituciones religiosas sobre la esfera pública, en una cruzada por la reconfiguración de la sociedad civil.

Siguiendo a Vaggione (2005) para el caso argentino, desde la apertura democrática y frente a la creciente legitimidad que fueron adquiriendo las demandas de los movimientos feministas y por la diversidad sexual, las instituciones religiosas (especialmente católicas y evangélicas) han revitalizado su presencia pública y se han movilizado políticamente, con el objetivo de recuperar su hegemonía sobre la moral sexual.

Es preciso señalar, asimismo, que la presencia de lo religioso en el espacio público no es novedosa en el escenario vernáculo, pues los vínculos entre religión y política son de larga data y suponen vasos comunicantes de doble dirección y búsqueda mutua de legitimidades y recursos (Mallimaci, 2006). Por lo tanto, si bien el activismo religioso toma una innegable visibilidad en torno a las temáticas de género y sexualidad, su actuación política no se restringe únicamente a esos campos. La presencia de lo religioso, por el contrario, se visibiliza en partidos políticos, sindicatos, movimientos sociales y en redes de asistencia social, por sólo mencionar algunos. En este sentido, siguiendo el planteo de Mallimaci y Giménez Béliveau (2007: 12) consideramos que:

“Analizar los campos político y religioso en América Latina implica reconocer un doble carácter para el vínculo entre religión y política: una relación de competencia y complementariedad que, según el tenor de los problemas sociales, anclará más la relación en uno de los dos polos. Competencia, porque religión y política siguen designando esferas diferenciadas de actividad; complementariedad, porque la religión valora lo político como un recurso que puede capitalizar para sí misma, y lo político reconoce que puede extraer de lo religioso un plus de sentido para la organización social. Alrededor de estos temas se generan acuerdos y negociaciones que involucran actores heterogéneos”.

En este cuadro de situación, mi propuesta es trazar algunas líneas de análisis sobre la participación política y social de sujetos juveniles a partir del espacio religioso. Particularmente, partiendo de una perspectiva etnográfica, me centraré en la participación política de jóvenes cristiano-evangélicos al interior de la agrupación político-religiosa “Valores para mi país”. Para abordar este objetivo, este trabajo se dividirá en dos apartados. En el primero, caracterizaré dicho espacio político-religioso a la luz de las dinámicas internas y mutuas articulaciones del campo político y del campo religioso presentes en la Argentina. Y en el segundo, sobre las coordinadas trazadas, me centraré en el sentido y la praxis militante del equipo “juventud” de VPMP, poniendo de relieve las múltiples relaciones y tensiones que se establecen entre la cúpula dirigente y la militancia juvenil.

A nivel metodológico, se efectuaron entrevistas en profundidad a jóvenes militantes(5) y observación participante tanto en el lanzamiento del espacio político, como en reuniones del equipo “juventud” organizadas, por dentro y por fuera de la agenda oficial. También, se realizó etnografía virtual, siguiendo muy de cerca la interacción juvenil en foros de discusión y en redes sociales on line(6), ofrecidas y articuladas desde dicho espacio.

 

I. “Valores para mi país”, un espacio de articulación político-religiosa

          “Valores para mi país” (VPMP), es una agrupación político-religiosa, emergente hacia finales del 2008 y articulada a partir de la figura de la diputada nacional por Propuesta Republicana(7) (PRO) y ferviente evangélica, Cynthia Hotton. En términos formales, VPMP se presenta como “un espacio donde los cristianos puedan desarrollarse en política para ocupar cargos de influencia bajo el concepto de ser sal y luz”(8). De este modo, la propuesta central de esta agrupación es capacitar a la feligresía cristiana con el objetivo de colocarla en posiciones estratégicas dentro de la estructura política con la finalidad de “afectar a la sociedad” a través de la “transmisión de valores cristianos”, como por ejemplo: la defensa de la vida, de la familia, la integridad y el amor al prójimo(9).

En esta lógica de organización intermedia entre el campo cristiano-evangélico y el campo político en sentido amplio, la cúpula dirigencial proclama a VPMP como un espacio plural, en términos ideológicos, pues cada miembro estaría habilitado para elegir libremente su lugar de influencia en la opción política en la que se sienta más identificado. En palabras de la diputada:

“La Biblia se puede leer de derecha o de izquierda, en la Iglesia están los que se sienten más cerca de la teología de la liberación y son más de izquierda, y los que se identifican con la teología de la prosperidad y son más de derecha. Lo importante es que todos leemos la Biblia y tenemos los mismos valores.”(10)

Entonces, el lema de la dirigencia es: “Nos unen los valores, no nos separan los partidos políticos”(11). VPMP, de esta manera, presenta una visión de la política intensamente permeada por un discurso ético-religioso, en donde el campo político es percibido como un espacio corrupto al que es preciso “redimir”, mediante la intervención “purificadora” de grupos cristiano-evangélicos(12), entendidos como la reserva moral de la sociedad. Para comprender sociológicamente esta articulación político-religiosa y la emergencia de dicho espacio, es necesario distinguir y articular diversos niveles de análisis pues como plantea Mallimaci (1996) las intervenciones religiosas en la arena pública deben ser comprendidas a la luz de los procesos de reestructuración del campo religioso local y, en relación con elementos claves de la cultura política nacional en general y del campo político en particular.

En la Argentina, la adopción de políticas neo-liberales desde la década de 1970 y profundizadas hacia los años ’90, supusieron el resquebrajamiento de los mecanismos y las formas de integración social propias de la sociedad salarial (Castel, 1997) los cuales derivaban de formas específicas del mercado laboral y de intervención social del Estado. Esta mutación trajo consigo importantes consecuencias sociales y una crisis de legitimidad del campo político cada vez más intensa, que tuvo su punto de máxima expresión en la consigna “que se vayan todos (los políticos)” pregonada durante las manifestaciones de protesta de diciembre de 2001, que concluyeron con la caída del Presidente De la Rúa.

Tal como sostiene Mallimaci (2006), esta pérdida de credibilidad de la dirigencia política ha sido capitalizada en el espacio público por los diversos sectores religiosos para presentarse como dadores de sentido moral y ético “desde arriba” y “desde afuera” de los conflictos sociales.

Si hacemos blanco en el campo religioso se detecta una reconfiguración en su interior caracterizada por una doble dinámica de ruptura del monopolio católico y de pluralización de las alternativas religiosas (Mallimaci y Giménez Belivéau, 2007). Dentro de este nuevo esquema, los grupos evangélicos se han convertido en la alternativa no-católica que alcanzó mayor difusión y visibilidad, en las últimas décadas, debido a sus propias dinámicas y reconfiguraciones internas y en articulación con las lógicas del campo religioso general. En la Argentina, siguiendo los datos de un estudio reciente sobre creencias y actitudes religiosas (Mallimaci et al, 2009), se percibe que constituyen la primera minoría religiosa, alcanzando el 9% del total de la población.

Asimismo, es preciso destacar que la literatura especializada advierte, en los últimos años, el desarrollo de un proceso de “pentecostalización” al interior del campo evangélico (Wynarczyk et al, 1995), que posiciona al pentecostalismo como el eje dinámico del campo. Efectivamente, los datos que arroja dicho estudio darían cuenta de este proceso, ya que del 9% de evangélicos, los sujetos que se declaran pentecostales ascienden al 7.9%; esto es, representan cerca del 90% del total de la población evangélica en Argentina.

Si bien el pentecostalismo se encuentra presente en el país desde principios del siglo XX(13), es a partir del retorno democrático en 1983 que comienza a tener una creciente visibilidad pública por sobre otras denominaciones evangélicas y otros grupos religiosos minoritarios, debido, entre otros procesos, a las siguientes “ventajas” indicadas por Algranti (2007: 23):

“1) posee experiencia en campañas evangelizadoras, 2) sus líderes desarrollan estilos personales y estrategias de prédica que los diferencian entre sí y 3) cuentan con el respaldo institucional de distintas organizaciones ecuménicas como la FAIE(14) o ACIERA(15)”.

A su vez, el investigador remarca que:

“A estas tres características es preciso sumarles la determinación de alcanzar a las masas compitiendo con la tradición católica y la autonomía de experimentar con dispositivos aún no explorados en el mundo religioso, como los medios de comunicación, los conciertos de música y la cercanía con la farándula”.

Esta dinámica de pentecostalización del campo evangélico trae consigo ciertas reconfiguraciones (no exentas de tensiones y resistencias) en el nivel simbólico y en el nivel organizacional, que impactan y se cristalizan como los “modos de actuar y pensar evangélicos” sobre el espacio público.

Dichas innovaciones se encuentran ligadas con una reinterpretación teológica del dualismo Iglesia-Mundo, que supone un giro en la orientación evangélica hacia el mundo secular. Tomando las categorías de Wynarczyk (2006) se vislumbra el pasaje desde un “dualismo negativo”, caracterizado por la negación y la fuga del mundo hacia un “dualismo positivo”, que exhorta a la acción intramundana con el fin de redimir la corrupción terrenal y extender la obra de construcción del Reino de Dios. En términos weberianos, se produce un desplazamiento desde una lógica de huída ascética del mundo hacia una ascética intramundana activa (Weber [1915], 1987).

Esta renovada versión cosmológica del dualismo Iglesia-Mundo impacta con distinta intensidad en el nivel organizacional del campo evangélico, delineando estrategias de conjunto en los modos de accionar hacia dentro y hacia fuera de la comunidad evangélica. Es preciso destacar que la coordinación de praxis comunes, se logra mediante la confluencia y alineación de las diversas denominaciones en una identidad cristiana común, que debido a la correlación de fuerzas del campo, en la actualidad se encuentra dinamizada desde el polo pentecostal. Esta identidad cristiana compartida implica la construcción de una simbología y una estética común de “lo cristiano”capaz de diluir las diferencias internas y producir la cohesión interna suficiente que permita a los miembros reconocerse como partes de un mismo “cuerpo”.

Esta “unidad” cristiana,en permanente construcción, se cristaliza en ciertas formas de acción hacia fuera de la comunidad, que pueden ser entendidas en términos de una “militancia evangelizadora”, la cual supone múltiples y diversas intervenciones evangélicas en la arena pública que abarcan desde una intensa labor social canalizada mayormente a través de fundaciones y ONGs religiosas; pasando por campañas evangelísticas, festivales musicales (Carbonelli y Mosqueira, 2008) y masivas manifestaciones en torno a demandas religiosas (igualdad de cultos), hasta marchas en contra del matrimonio de personas del mismo sexo o la despenalización del aborto y las drogas, por citar algunos tópicos y formatos convocantes.

En todas estas intervenciones, los grupos evangélicos ponen en acto su fuerza movilizadora y seducen a los sectores políticos pues éstos detectan en la magnitud y en la potencial disponibilidad de la masa evangélica un reservorio de votos, capacidad de movilización y suplementos de legitimidad (Semán, 1997). Asimismo, los actores religiosos son estimulados por este interés a participar del juego político en busca de recursos y reconocimiento social. De esta manera, como plantea Carbonelli (2009: 122) se establece un juego de miradas mutuas que supone una medición de fuerzas, capitales y recursos.

Establecidas estas coordinadas analíticas, consideramos que es sobre la yuxtaposición de estas dinámicas donde es preciso ubicar la experiencia de VPMP, que por supuesto, no es ni la primera, ni la única modalidad de participación política por parte de grupos evangélicos en el escenario político nacional, pero sin embargo, constituye una de las experiencias que ha cobrado mayor visibilidad pública, por la exposición mediática de su dirigente.

Tal como indicamos al comienzo, este espacio político-religioso, se halla articulado a partir de la diputada Cynthia Hotton. En cada una de las reuniones de trabajo de VPMP que hemos registrado, su figura fue continuamente realzada y establecida como referente y en el acto de lanzamiento de la agrupación en marzo de 2009, ocupó el rol de oradora central. La presencia de Hotton en dicho espacio político es tal que la coordinación de cada uno de los “equipos de trabajo” está en manos de su grupo de asesores parlamentarios, quienes también se identifican como evangélicos.

Haciendo foco en su trayectoria, es interesante destacar que Hotton es economista, diplomática y está casada con un importante empresario hotelero. Proviene de una familia que posee un alto prestigio al interior del círculo dirigencial evangélico y cuenta con una posición estratégica en el campo político, debido a la carrera diplomática de su padre, el ex-embajador Arturo Hotton. Con este capital a cuestas, inicia su derrotero político en el partido RECREAR liderado por Ricardo López Murphy y a partir de la fusión de este espacio con el PRO, su carrera política continúa junto a Mauricio Macri.

A lo largo de su itinerario político y, más vigorosamente, a partir de la asunción de su banca en octubre de 2007, Hotton puso de manifiesto públicamente su ferviente identidad religiosa, acción que consideramos nodal en su estrategia política pues constituye su principal herramienta de acumulación de capitales (aunque no sin tensiones) tanto al interior del campo político, como del religioso. Al interior del campo político, su identidad religiosa y su discurso centrado en valores morales le permiten, por un lado, ofrecer un perfil alejado de la “mala política” (asociada a la corrupción y al clientelismo) y, a su vez, presentarse como la dirigente que detenta la potencialidad política de su comunidad de fe.

Por otra parte, si nos centramos en el campo evangélico, la articulación de fuerzas en torno a su figura se complejiza. Si bien, en todo el espacio evangélico circula un discurso que exhorta a la participación política, no se han diseñado hasta el momento mecanismos internos de selección de representantes políticos, como sí sucede en el caso de Brasil con la “bancada evangélica”, que implica una estrategia de formación y selección de fieles por parte de la IURD(16), con el objetivo de posicionar candidatos en todo el espectro político para lograr beneficios “corporativos” (Campos Machado, 2006; Silveira Campos, 2005). Asimismo, debido a la experiencia fallida que supuso, a comienzos de la década del ’90, la constitución del partido Movimiento Cristiano Independiente (MCI), en la actualidad la comunidad evangélica tampoco cuenta con un partido confesional capaz de articular la potencialidad política de movilización en un candidato, como sucede en otros países de Latinoamérica.

Frente a este cuadro de situación, Hotton para cultivar adhesiones y voluntades dentro de su comunidad de fe debe recurrir a la exhibición activa de su identidad religiosa y negociar permanentemente el apoyo de las principales federaciones (ACIERA-FECEP) y de los más destacados líderes evangélicos (Freidzon-Carníval-Ale Gómez, entre otros). En sintonía con este proceder, desde su gestión legislativa, tomó posiciones adversas frente al avance de la legislación en torno al reconocimiento legal para parejas del mismo sexo, a la reglamentación del aborto en situaciones de riesgo, a la despenalización de las drogas y presentó un proyecto de Ley sobre la libertad e igualdad religiosa en Argentina. Asimismo, Hotton fue una pieza estratégica en la venida del predicador Luis Palau a la Argentina (Carbonelli y Mosqueira, 2009) y es una de las principales impulsoras de espacios de oración ecuménicos entre diputados creyentes. Cuestiones todas, de vital interés para los sectores dirigenciales de la comunidad evangélica. Pese a los esfuerzos de la diputada, el problema de la representación se impone y ante la emergencia de VPMP se intensifica generando tensiones con la comunidad evangélica en general y al interior de dicha agrupación política en particular.

Establecidas estas coordinadas analíticas, en el siguiente apartado intentaremos comprender cómo se inserta el sujeto juvenil en dicho espacio político-religioso, las características y sentidos que adopta su participación y las múltiples articulaciones que se establecen entre la militancia juvenil y la cúpula dirigencial.

 

II. Sentido y praxis militante del equipo “juventud” de Valores para mi país

          La participación política juvenil dentro de VPMP registra dos momentos que podrían caracterizarse como de efervescencia y ocaso. Ambos momentos estuvieron signados por la creciente tensión que se desplegó entre la cúpula dirigencial y las bases militantes juveniles. El momento de efervescencia participativa juvenil, se desarrolló durante la convocatoria y las reuniones preliminares al lanzamiento público de la agrupación, lapso que podría situarse cronológicamente desde noviembre de 2008 a abril de 2009. Durante este período, la participación juvenil estuvo nucleada en el equipo “juventud”, que junto a otros grupos de trabajo(17) conformaban la estructura interna, pretendidamente horizontalista, de la agrupación.

El equipo “juventud”, estuvo liderado por Marcos Hilding Ohlsson, evangélico confeso, economista y asesor personal de la diputada Hotton. El joven líder, en sintonía con el discurso dirigencial, asocia su acercamiento a la actividad política con su “fuerte vocación de servicio al prójimo” y presenta una trayectoria que desemboca en su candidatura a Concejal por el municipio de San Isidro para las elecciones de junio de 2009, a través de un partido vecinal “Convocación Ciudadana”, vinculado con UNION-PRO(18).

La base militante del grupo “juventud” al comienzo estaba nutrida por alrededor de 30 miembros, cantidad que fue diluyéndose a medida que se acrecentaban las tensiones con la cúpula dirigencial. Teniendo en cuenta esta progresiva merma, la edad de los militantes oscila entre los 18 y los 30 años y en líneas generales, son estudiantes universitarios, especialmente de las carreras de ciencias políticas y derecho. Se definen como “cristiano-evangélicos”, manifestando tener una participación activa(19) al interior de la comunidad religiosa. Indagando en sus trayectorias, se observa que, si bien en algunos casos era su primera incursión en terreno político, la mayoría registraba alguna experiencia de participación política sea en el ámbito partidario, en el terreno universitario o en espacios seculares o religiosos de ayuda social. Asimismo, es importante poner de relieve que en ninguno de los casos se registró participación política familiar.

Respecto de las motivaciones que impulsan a estos jóvenes a la actividad política, en principio aparecía en sus discursos cierta “afinidad” con la propuesta del sector dirigencial puesto que los/as jóvenes perciben al “corrompido” espacio político como un medio propicio para “afectar a la sociedad” mediante la “transmisión de valores cristianos”.

“E: Me parece que si nos metemos muchos evangélicos en política se puede hacer un aporte, pero no como grupo evangélico de presión, sino desde lo personal […]

I: ¿Y cuál sería el aporte?

E: Honestidad, transparencia, valores […] va a ser una bocanada de aire fresco en la política. Me parece que hay mucha gente que viene sospechada y gente nueva con determinados valores me parece que hacen falta […] pero no sólo por la posición sobre la familia sino porque hay que recuperar la función de la política… después de un tipo como Menem(20), te quedan 20 años de laburo(21) para recuperar” (Ariel, militante de VPMP, entrevista personal).

“Yo quiero ser político en el sentido más amplio. Mi meta, verdaderamente, es afectar a la sociedad” (Facundo, militante de VPMP, entrevista personal).

“Me meto en política para poder aplicar los valores ahí adentro […] mi idea es tratar de demostrar que hay un mundo diferente, que hay algo diferente aparte del poder, de la fama, de la vanidad que la mayoría de los políticos tienen ¿no?. Que hay otra cosa […] una meta que siempre fue mía es entrar a lugares importantes para hacer esto: transformarlos. Yo sé que de a poco, se va logrando [...] participar en política es como una capacitación [...] a mí me está pasando eso, en forma personal, me estoy preparando... por más que no llegue a ser ‘una política’, hoy en día tengo ese interés de saber, de participar” (Sabrina, militante de VPMP, entrevista personal).

Esta estimulación a la participación política de los sujetos juveniles tiene sus raíces en la orientación cristiana hacia el “mundo”, desarrollado en el apartado anterior, la cual se halla ampliamente difundida al interior de los circuitos cristianos destinados a la juventud. En nuestro relevamiento etnográfico, pudimos detectar la configuración de todo un discurso alrededor del sujeto juvenil que lo construye como sujeto del cambio social. Permanentemente, son interpelados/as a “ser personas relevantes en la sociedad”, lo que supone una continua capacitación del sujeto con la finalidad de alcanzar espacios de autoridad en las esferas de poder de la sociedad y desde allí, poder contar con chances efectivas de desplegar los valores cristianos y “redimir” a la sociedad.

Esta construcción de los/as jóvenes como sujetos del cambio social, por parte del discurso dirigencial evangélico fue capitalizado por el espacio VPMP para convocarlos a la movilización y presentarlos como el “motor de la agrupación política”. Por sólo citar un ejemplo, los afiches que promocionaban el lanzamiento de VPMP, tenía como imagen central una fotografía de Hotton junto a miles de jóvenes que portaban carteles con nombres de niños no nacidos(22).

Este proyecto compartido entre la cúpula de VPMP y el equipo “juventud” de afectar a la sociedad mediante la transmisión de valores cristianos, no fue suficiente para que las tensiones no emergieran entre ambos polos del espacio político-religioso.

Uno de los conflictos centrales giró en torno al lugar que debía ocupar el equipo juvenil. Si bien la dirigencia les designaba discursivamente un lugar central en la agrupación, en términos prácticos, se les delegaron tareas menores que fueron percibidas por los/as jóvenes militantes como disonantes con ese rol.

Durante la campaña del lanzamiento de VPMP se les encargó la tarea de realizar la pegatina de carteles de difusión del evento, tarea que fue rechazada rotundamente por el equipo y en el acto propiamente dicho, tuvieron que oficiar de “ujieres”, esto es, debían recibir “amable y cálidamente” a la concurrencia y obsequiarles carteles con la inscripción de los “valores” pregonados por la agrupación.

A pesar de este papel menor, designado desde la cúpula, los/as jóvenes militantes fueron una pieza clave del acto lanzamiento pues, producto de su movilización, de sus filas se obtuvo la donación de los equipos técnicos de sonido e iluminación utilizados en el evento y se logró convocar a una importante porción de los asistentes por medio de la intensa difusión (tanto “cara a cara”, como virtual) que desplegaron entre sus redes sociales (en especial de sus Iglesias).

Asimismo, durante la organización previa del evento, desde el grupo “juventud” emergieron diversas propuestas performáticas que tendían a imprimirle al lanzamiento de VPMP una impronta horizontalista. La propuesta que mayores consensos tuvo al interior del equipo planteaba la necesidad que no hubiera un espacio VIP que destacara a personalidades relevantes, pues los/as jóvenes coincidían en la idea que uno de los “valores” que debía pregonar el espacio era la “igualdad”. Esta propuesta fue automáticamente desechada por la dirigencia en estos términos:

“Esto es para los jóvenes que me dijeron que cuestionan bastantes cosas (tono de reto simulado con simpatía) les voy a decir: ellos plantean que somos todos iguales, entonces en el evento no debería haber un sector VIP… como ven me entero de todo, porque tienen un coordinador que me cuenta todo, es el que más los escucha, felicítenlo a él porque es el que más escucha… entonces la pregunta es así ‘si somos todos iguales ¿por qué tiene que haber un lugar VIP?’ Bueno les cuento, en realidad para los medios es muy importante ver quienes están, entonces, si están en el medio de toda la gente no van a saber que quizás hay diez diputados presentes de distintos partidos, o quizás también para nosotros si hay algún referente religioso o algún pastor, quizás a nosotros nos hace bien ver que están presentes y no es lo mismo verlos porque están todos concentraditos en un lugar, que si están dispersos entre la multitud” (Cynthia Hotton, en reunión de trabajo de VPMP, nota de campo 12 de Marzo de 2009).

Como puede observarse, este relato pone de manifiesto que los sentidos de la participación política adoptaban carices contrapuestos para la militancia juvenil y para la cúpula dirigente. En efecto, mientras la dirigencia obstaculizaba las propuestas e iniciativas juveniles, para los/as jóvenes VPMP se configuraba como un espacio que requería una participación activa en las decisiones y debates acerca del contenido político e ideológico de dicha agrupación. En este sentido, otro de los ejes de tensión se centró en la necesidad de consensuar los “valores” que VPMP debía transmitir a la sociedad para afectarla.

Nos dicen que hay que demostrar en la política que uno puede ser diferente, okey... pero ¿cuál es el problema? No piensan que la diferencia se hace a través de políticas concretas y todavía no han llegado al punto de maduración donde no es estar a favor o no del aborto... como político no podés estar dando visiones de la vida” (Facundo, militante de VPMP, entrevista personal).

En las sucesivas reuniones se planteaba la necesidad de debatir en VPMP la separación entre lo que consideraban era el rol público de la Iglesia, del rol público del espacio político. En esta línea, demandaban la necesidad que la agrupación brindara capacitación política a la feligresía cristiana, tal y como discursivamente proponía la cúpula. Ante la pasividad de la dirigencia en torno a ese tema, desde el equipo “juventud” se armó el único proyecto emergente desde las bases: “Talleres de desarrollo político”. El cual tampoco fue sometido al consenso de la agrupación político-religiosa, ni tenido en cuenta por la dirigencia.

“En la última reunión del grupo orientado a la juventud coincidimos en que nuestra comunidad cuenta, en promedio, con falta de experiencia, conocimientos y medios para desarrollar el debate político. Consideraciones aparte, tomamos la decisión de conformar un grupo para desarrollar una serie de talleres para el desarrollo político. La idea es poder armar una compilación de conocimientos elementales: constitucionalismo, conceptos como república, democracia, federalismo, procesos electorales [...] En definitiva, la meta sería poder ofrecer un servicio de excelencia que nos permita formarnos y a la par, darnos a conocer y afectar a nuestra sociedad” (tomado del foro de discusión “VPMP”, 2 de marzo de 2009).

Estas tensiones comienzan a revelar una contradicción intrínseca que el espacio político-religioso planteaba para los/as jóvenes. En las sucesivas reuniones, manifestaban que ellos se daban cita en la agrupación para participar políticamente y por ello necesitaban que VPMP funcione políticamente, esto es, que se abran canales de representación, que se democraticen las decisiones y que se destinen espacios de debate que permitan definir un proyecto y una postura ideológica.

“Una agrupación política no es un club, es un grupo de poder, es un capital político, es una fuerza de peso en el espectro partidario. Dejar librados los efectos del poder resultante de nuestra unión a la voluntad de unos pocos no resulta, a mi criterio, una saludable decisión. […] No hace falta que el edificio colapse para decir que estaba mal construido. Para eso hay gente que estudia, que se prepara, que piensa, que reflexiona. […] Justamente, como creo que todos estamos aprendiendo, me parece que una democratización de las decisiones y una estructura más clara ayudaría a evitar desmadres. […] Esta es una agrupación política, y como tal, requiere de reglas, de debates, de consensos. Resulta triste ver que se trata con tanta ligereza el tema de cómo se canaliza nuestro esfuerzo, que hasta el día de hoy no ha visto otro norte que el que nos han trazado […] Quizás nos falte, todavía, como cristianos entender muchas cosas del funcionamiento de las estructuras políticas. […] La política requiere de leones, no de ovejas (ambos roles que deben convivir en todo cristiano)” (tomado del foro de discusión “VPMP”, 3 de abril 2009).

Como puede observarse, los/as jóvenes comienzan a manifestar públicamente un creciente malestar en torno al personalismo de la diputada Hotton, a la verticalidad en la toma de las decisiones y a la vaguedad del proyecto político delineado:

“Todavía no pudo observarse un desarrollo autónomo de los talleres de trabajo, al menos no en el nuestro. Sin embargo, los que componemos el grupo de trabajo con la juventud (noten que no somos ‘el grupo de jóvenes’) estamos procurando tener reuniones con cierta frecuencia y trabajar los temas que creemos convenientes. VPMP termina siendo una de las entelequias más interesantes que hayan aflorado en los últimos tiempos. Capaz de cambiar al país o de gestar un nuevo híbrido populista y demagógico (por su funcionamiento, no por sus principios necesariamente), este es un proyecto del cual, como cristianos, no nos podemos desentender. Por primera vez en la historia, vamos a tener que pensar y pensar mucho. No podemos darnos el lujo de equivocarnos en este proyecto” (tomado del foro de discusión “VPMP”, 3 de abril de 2009).

Puesto que sus insistentes reclamos, tanto en las reuniones de trabajo como en los foros virtuales de discusión no eran atendidos por la dirigencia, el equipo “juventud” fue sucesivamente perdiendo miembros y comenzó a imponerse la sospecha que VPMP era un “artilugio” de Hotton de cara a las elecciones legislativas de junio de 2009. Para los/as jóvenes la diputada tenía la finalidad de exhibir, al interior del PRO, su capacidad de articular la potencialidad política de la comunidad evangélica y de esa manera acumular el capital político suficiente que le permitiera “nombrar”, en la lista de su partido político, un candidato de sus filas. Sospecha que para el equipo “juventud” quedó confirmada en la reunión posterior al lanzamiento de VPMP, cuando Hotton asignó a la militancia la tarea de organizar la campaña de Christian Grillo, su actual jefe de despacho. En dicha reunión, mientras la diputada anunciaba la candidatura de Grillo y los otros equipos de trabajo vitoreaban el lanzamiento de la campaña, en la mesa que nucleaba a los/as jóvenes comenzó a circular cierta irritación. Debatieron un instante entre sí y decidieron pedir el micrófono para rechazar públicamente la decisión de Hotton:

“Cynthia, los jóvenes queremos hacerte una pregunta ¿Quién es Christian Grillo? ¿Qué propuestas tiene? Porque sería bueno que lo conozcamos, que conozcamos sus propuestas antes de salir a pegar carteles y hacer toda la campaña para él. Además consideramos que la elección del candidato tendría que hacerse por internas” (Nota de campo, reunión de trabajo de VPMP, 16 de abril de 2009).

Ante estas palabras, se hizo un silencio en el recinto y en el interior de la mesa los/as jóvenes se felicitaban entre sí por haber alzado la voz, una vez más. Ante esta situación, Hotton respondió: “Christian es una persona que yo conozco mucho, él un día va a venir, se va a presentar… lo importante es que yo confío en él y todos tenemos que apoyarlo”. Frente a esta nueva imposición, los/as jóvenes manifestaron que no iban a apoyar la candidatura de Grillo porque: “desde el punto de vista cívico es bueno conocer al candidato y no votarlo simplemente porque es evangélico”.

Pese a este rechazo del equipo “juventud”, la candidatura de Grillo siguió su curso. Esto generó una creciente molestia que desembocó en el pedido por parte de los/as jóvenes de una reunión formal con Hotton, en su despacho de la Cámara de Diputados. Reunión que les fue concedida el día 12 de junio 2009 y a la que asistieron cuatro de los miembros más activos del equipo y Ohlsson. En una entrevista posterior, uno de los asistentes nos relataba:

“La idea [de la reunión] era plantearle a Cynthia por qué se tomaban las decisiones desde la cúpula solamente y por qué no hacían participar al resto, la idea era proponer que el espacio se politizara, que se democratizara […] Fue muy bueno porque le dijimos exactamente lo que pensábamos que no era simplemente llevar un ganado y ya, ese fue detonante, que no éramos un ganado, yo le dije que VPMP no es la Iglesia, es un partido político o una agrupación política… si bien hubo distintas formas de decirlo todos teníamos la misma posición… Cynthia atajó un par, pero en un momento se sintió atacada y nos dijo ‘la agrupación la manejo yo, las cosas las manejo yo, porque es el espacio que yo construí, el que quiera bien y el que no también’… y ya llegó un momento en que todo había llegado a un punto de tensión muy alto […] de ahí en más se fue perdiendo la conexión entre la juventud y VPMP y hubo una convocatoria más pero creo que no fue nadie […] Yo le hablaba de la participación, de escuchar las propuestas de la juventud y también algo que me interesaba mucho y lo discutíamos en las reuniones de jóvenes que era la formación política, a mí me interesa mucho la formación, la construcción cívica” (Ramiro, militante del equipo “juventud” de VPMP, entrevista personal).

Como se desprende del relato, esa reunión con Hotton fue el hito que marcó el ocaso de la participación política juvenil en VPMP. Algunos de los miembros más activos siguieron participando políticamente al interior de distintos partidos políticos seculares y otros volvieron a sus Iglesias. Lo interesante es que a partir de esta experiencia, muchos de ellos siguen en contacto a través de los circuitos juveniles cristianos o por medio de redes sociales virtuales y por lo que manifiestan, el interés en participar políticamente sigue intacto. En algunos casos, pudieron desarrollar espacios de debate político al interior de sus comunidades de fe y comenzaron incluso a plantear la posibilidad de introducir conceptos del campo político al campo religioso como por ejemplo: la democratización de las Iglesias.

“La idea es democratizar la Iglesia, desde el año pasado en mi grupo de jóvenes hay propuestas que tienden a eso, sin decir la palabra democracia, pero justamente se trata de abrir el debate, no tenerle miedo a los pastores al debatir, enseñar que es sano debatir, que tenemos que debatir, total el Espíritu Santo está tanto en los líderes como en los chicos, entonces ¿por qué no? Debatir, llegar a un acuerdo y ahí sí estar unidos, llegar al consenso, pero hablarlo, no bajar línea tipo monarquía y decir ‘vamos para allá porque la Iglesia dice esto’... pueden tener razón, pero está bueno que nos hagan partícipes, que se haga más horizontal… porque sino formas gente que no piensa, cres una tendencia en los chicos de gente acostumbrada a que otros los manden, que otros les digan que hacer, que otros piensen por él y así está la sociedad” (Ramiro, militante del equipo “juventud” de VPMP, entrevista personal).

 

A modo de cierre

          La experiencia de VPMP puso de relieve que la dimensión religiosa puede ser un factor de peso en la participación política juvenil pues como hemos podido observar en el caso de las comunidades evangélicas, ciertas reconfiguraciones internas en el nivel simbólico y organizacional - desplegadas en articulación con las dinámicas del campo religioso y del campo político - producen un giro en la orientación religiosa hacia el mundo secular que genera un desplazamiento desde una lógica de huída ascética del mundo hacia una ascética intramundana activa (Weber [1915] 1987). En este cuadro de situación, emerge todo un discurso que coloca al sujeto juvenil como un agente del cambio social que lo interpela a “ser relevante” y a ocupar diversos espacios en las estructuras de poder para desde allí “redimir a la sociedad” mediante la difusión de valores cristianos. En este discurso religioso, el espacio político se configura como uno de los ámbitos privilegiados donde el/la joven cristiano/a debe actuar. Esta puesta en circulación de dichas narrativas instala en el nivel subjetivo del joven fiel, con diversos matices, la necesidad de formarse e involucrarse políticamente.

La capitalización de este discurso evangélico dirigido al sujeto juvenil por parte de la cúpula dirigencial de VPMP, se cristalizó en la conformación de una base militante juvenil activa y capacitada políticamente que puso de manifiesto que a la hora de poner en acto este potencial en términos políticos, esta fuerza latente gestada al interior de los circuitos religiosos se desvanece si no es mediada por mecanismos efectivos de representación y de canalización de las demandas. Como hemos observado, el principal reclamo sostenido por la militancia juvenil se centró en la necesidad de que VPMP funcione con lenguaje y reglas políticas.

Si bien, la experiencia de VPMP no ha podido encauzar - hasta ahora - exitosamente la participación política juvenil, esto no implica que en un futuro dicha fuerza política no pueda canalizarse a través de otros espacios o mecanismos gestados al interior del campo evangélico o del campo político.

En suma, a lo largo de este trabajo hemos intentado poner de relieve ciertas articulaciones entre lo político y lo religioso presentes en Argentina y la importancia de incorporar al debate la potencialidad de esta articulación en los estudios que tienen por norte la participación política juvenil.

 


Notas de pie de página

(1) Joven militante en debate tomado del foro VPMP, 3 de abril 2009.

(2) Sobre la construcción histórica, social y cultural de la categoría juventud en Argentina, ver Mosqueira (2010).

(3) Ver, entre otros: Biagini (2000), Balardini (2002), Pujol (2002), Manzano (2008).

(4) Dentro de esta línea de trabajo ver, entre otros: Chaves (2005), Kropff  (2004), Vázquez y Vommaro (2008), Sánchez (2007).

(5) Por razones de confidencialidad y anonimato, he cambiado los nombres de los/as entrevistados/as.

(6) Foros de discusión y redes sociales on line pertenecientes al sitio web “Facebook”.

(7) Propuesta Republicana (PRO) es un partido político de tendencia liberal e ideológicamente vinculado a la derecha, que emerge hacia 2005 como resultado de una alianza. Actualmente, se encuentra liderado por el empresario Mauricio Macri.

(8) Nota de campo, lanzamiento de VPMP, 29 de Noviembre de 2008.

(9) Cfr. http://www.valoresparamipais.com.ar/acerca.html

(10) Nota de campo, lanzamiento de VPMP, 29 de Noviembre de 2008.

(11) Ibíd.

(12) Sobre esta lógica redentorista, recomendamos ver Pace (2006).

(13) Para profundizar en la historia de los grupos evangélicos en la Argentina recomendamos el trabajo de síntesis de Algranti (2007).

(14) F.A.I.E: Federación Argentina de Iglesias Evangélicas. Para más información recomendamos visitar el sitio web http://www.faie.org.ar

(15) A.C.I.E.R.A: Alianza Cristiana de Iglesias Evangélicas de la República Argentina. Información adicional en el sitio web http://www.aciera.org

(16) IURD: Iglesia Universal del Reino de Dios.

(17) Grupos de trabajo de VPMP: Política, Equipo Técnico, Desarrollo Territorial, Eventos, Prensa, Recursos Humanos, Finanzas y Juventud.

(18) Debido a la concentración de esfuerzos que implicó para Ohlsson su campaña política, su figura fue perdiendo paulatinamente importancia al interior del equipo juvenil, aunque es preciso destacar que durante el período de efervescencia, su liderazgo fue aceptado por los jóvenes militantes pues mostraba un alto interés en canalizar hacia la dirigencia tanto las propuestas como las críticas que se gestaban al interior del equipo.

(19) Dentro del grupo “juventud”, se registró la presencia de un pastor y gran cantidad de líderes juveniles.

(20) Carlos Menem presidente de la Argentina desde 1989 a 1999. La profundización del modelo neo-liberal durante su gestión trajo consigo una honda pauperización social que implicó una crisis de legitimidad del sistema político. En la cita analizada, el entrevistado hace emerger en su discurso un imaginario extensamente difundido en la sociedad argentina donde la figura de Carlos Menem se presenta como sinónimo de “mala política”.

(21) La palabra “laburo” significa trabajo o esfuerzo en la jerga lunfarda rio platense.

(22) Quisiera señalar que esa foto no supone que la diputada haya movilizado a la juventud a manifestarse públicamente en contra de la despenalización del aborto, sino que en su derrotero de alianzas al interior de la comunidad evangélica, Hotton obtuvo el permiso para tener una participación dentro de un festival masivo organizado por uno de los pastores juveniles más importantes del circuito cristiano.

 

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Para citar este artículo:

Mosqueira Mariela Analia, "“La política requiere de leones, no de ovejas”: Participación política en jóvenes cristiano-evangélicos. ", RITA, N°4 : diciembre 2010, (en línea), puesto en línea el 10 de diciembre de 2010. Disponible en línea http://www.revue-rita.com/dossier-thema-61/la-politica-requiere-de-leones-no-de-ovejas.html

 

Espacios de acción, perspectivas de vida y desigualdades de género de jóvenes rurales del oeste argentino

Los estudios de la juventud han ganado en los últimos años en relevancia tanto para instituciones internacionales y gobiernos, como para la comunidad científica en general. Diferentes disciplinas dedican esfuerzos por comprender sus problemas y diseñar estrategias para mejorar su situación...


Desde la geografía, sobre todo desde la geografía social anglosajona, se observa un creciente interés por este grupo etario. En este trabajo se aplican métodos de la geografía social orientada a los actores, para definir los espacios de acción de los jóvenes, es decir, los espacios que ellos construyen a partir de sus actividades. En el oeste argentino, el departamento de Malargüe es un espacio rural marginal que pone a sus jóvenes, especialmente a las jóvenes mujeres, en condiciones de fuerte vulnerabilidad que los lleva a una emigración hacia ciudades, pero con limitaciones y desventajas en comparación con sus pares urbanos. Este trabajo pretende ser un alegato por una geografía de la juventud que realice aportes concretos para aprovechar al máximo el potencial de una sociedad joven a fin de disminuir desigualdades y de mejorar las condiciones de vida de toda la población rural.

Palabras claves: Juventud rural; Geografía de la juventud; Desigualdades de género; Migración.

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Fernando Ruiz Peyré

Licenciado en Geografía
Universidad de Innsbruck, Becario ÖAD, Austria

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Espacios de acción, perspectivas de vida y desigualdades
de género de jóvenes rurales del oeste argentino

 

I. Introducción

          La Asamblea General de las Naciones Unidas declaró al año que comienza con el 12 de agosto de 2010 como el Año Internacional de la Juventud, bajo el lema "Diálogo y comprensión mutua". Esta decisión de alto valor simbólico intenta reforzar la posición de los jóvenes como actores fundamentales para el diseño de su propio futuro, como así también del futuro de las sociedades de las que forman parte. Siguiendo esta misma línea, el Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento (Banco Mundial) dedicó en el año 2007 su tradicional Informe sobre el Desarrollo Mundial al tema "El desarrollo y la nueva generación". Además de esto, numerosas conferencias internacionales, simposios, congresos, seminarios y publicaciones dedicadas a la juventud han logrado poner a este grupo de población en el centro de interés de numerosos gobiernos, ministerios, instituciones internacionales y de la población científica en general.

A la par de este aumento de interés por dicho grupo social en el plano internacional, puede detectarse una mayor dedicación desde distintas disciplinas por entender y explicar las particularidades que lo caracterizan. En Latinoamérica, la CEPAL ha dedicado gran cantidad de publicaciones a este tema y se han organizado numerosos congresos y simposios a nivel nacional e internacional. Los jóvenes no son sólo el 37% de la población latinoamericana sino que "además son quienes definirán el futuro del continente", afirmó Bernardo Kliksberg en un foro con el sugestivo título "Es difícil ser joven en América Latina" (2010: 24). A su vez, Rebeca Grynspan, Directora Regional del PNUD para América Latina y el Caribe, indicó en el mismo foro que dos de cada tres jóvenes de la región están en condiciones de fragilidad social (2010: 18).

Por su parte, las áreas rurales latinoamericanas se ven expuestas en la actualidad a diversos y vertiginosos procesos de cambio, con fuertes efectos para su población (ver, entre otros, Neuburger 2007; Bengoa, 2007 y Schmitt, 2005). Las volátiles dinámicas del mercado internacional y la creciente demanda de determinadas materias primas llevan a que ciertas regiones adquieran cada vez más un mayor valor estratégico y experimenten en general una creciente presión en su explotación. Esto lleva a una (re)-"primarización" de las economías sudamericanas en el marco de la crisis económica y financiera global (Coy y Töpfer, 2010: 18). Pero no todas las regiones se ven afectadas de la misma manera por las dinámicas de este proceso llamado global change. Mientras algunas regiones y ecosistemas aumentan en importancia y se encuentran bajo la presión de la voracidad de los capitales internacionales y nacionales, regiones enteras se ven, una vez más, relegadas al olvido y la marginación.

En la Argentina, las diferencias entre las regiones del país se ven incrementadas por estas tendencias actuales. Siendo la soja y los cereales las principales materias primas de exportación del país, la Región Pampeana ha experimentado una importante reactivación, la cual se extiende en parte hacia el norte, al Chaco, y hacia el oeste, a zonas que fueron en otros tiempos regiones marginales. En el resto del país sólo algunos espacios puntuales ganan en atracción para las inversiones, sobre todo aquellos donde están presentes hidrocarburos o minerales valiosos, o la posibilidad de producción de algunos productos agrícolas específicos, como por ejemplo las nuevas inversiones vitivinícolas en el oeste argentino. De esta forma se suele hablar de regiones ganadoras y regiones perdedoras, pero sin que quede claro quién gana qué, ni quién pierde qué, aún más teniendo en cuenta que ahí donde aumentan las inversiones, aumenta también la presión ambiental y se (re)activan conflictos sociales, como el desplazamiento de pequeños campesinos y pueblos originarios o la lucha por el acceso a determinados recursos naturales.

El caso de estudio presentado en este trabajo, el departamento de Malargüe, es un claro ejemplo de esta fragmentación observada a nivel nacional y continental. Mientras se observan importantes inversiones en el sector petrolero, en la minería y en el turismo, la actividad económica tradicional sigue siendo extremadamente vulnerable a las inclemencias climáticas y a las dificultades propias de su cadena de comercialización. A su vez, otros importantes recursos dejan de ser aprovechados por la falta actual de valor estratégico.

En este contexto, la población rural de Malargüe se enfrenta a crecientes dificultades para asegurar su subsistencia, debiendo buscar nuevas estrategias, dentro de las cuales la emigración es una de las más elegidas, sobre todo por las jóvenes mujeres. En las próximas páginas se buscará analizar brevemente este último aspecto expuesto. Los objetivos serán analizar los espacios de acción de los jóvenes de regiones rurales periféricos, buscando identificar cómo se manifiestan en ese espacio las diferencias de género de este grupo etario. Se pretende demostrar las posibilidades que ofrece una geografía de la juventud que haga hincapié en un espacio construido a partir de la acción de los actores sociales. El objetivo principal del trabajo es entender mejor el contexto en el que los jóvenes elijen entre la permanencia en su lugar de origen y la emigración, a modo de colaborar con la formulación de estrategias tendientes a disminuir el éxodo rural.

Para ello se presentará primero el contexto científico en el que se encuentran los estudios de la juventud, haciendo especial hincapié en la geografía de la juventud. Luego se presentará brevemente el área de estudio, el departamento de Malargüe, y las características específicas necesarias para que el lector pueda entender la situación en la que se encuentran los jóvenes locales. A continuación se expondrán algunos resultados del trabajo de campo propio, con sus respectivos análisis a fin de entender los espacios de acción y la desigualdad de género de los jóvenes de la región.

 

II. Estudios de la juventud

          Los estudios de la juventud no representan, de ninguna manera, un campo nuevo de investigación, sino que tienen ya una larga tradición, sobre todo en la sociología y la psicología, presente desde los años 1950s y 60s. El giro pedagógico experimentado en los años 70s y 80s abrió nuevas líneas de investigación e interés, con nuevas disciplinas, como las ciencias de la educación y ciencias sociales en general. En la década de 1990 se llega a una mayor especialización, diferenciando entre los estudios de la juventud y los de la niñez. Se incorporan también nuevos enfoques, como el constructivista y más tarde los debates de modernidad y posmodernidad, así como aspectos culturales y de identidad (Krüger, 2002: 13-22).

En todas las disciplinas y etapas hasta la actualidad se detecta el dominio de una visión de la juventud como grupo problemático (Roche y Tucker, 1997). Esto se hace aún más notable en el contexto de estudios de los llamados países en desarrollo, donde generalmente se los relaciona con la violencia (pandillas), drogas, falta de expectativas, etc. (Ruiz Peyré, 2008: 185).

En el caso específico de los estudios de la juventud y niñez en Latinoamérica, es preciso, primero que nada, resaltar la falta de coordinación entre las instituciones y el aislamiento de los investigadores dedicados al tema. De tal modo que "todavía no es posible hablar propiamente de un campo de conocimiento sobre juventud en América Latina" (Pérez Islas, 2006: 163). Muchos estudios se ocupan, por ejemplo, de las maras en El Salvador, de los niños de la calle, de las nuevas "tribus urbanas" en la mayoría de las grandes urbes latinoamericanas o de las posibilidades (o más bien dificultades) de acceso al mercado laboral para las y los jóvenes (Aparicio, 2008; Boehnke, 2002). Se observa de este modo una extrema concentración de los estudios sobre la juventud al contexto urbano, existiendo un marcado vacío en relación a las particularidades, dificultades, potencialidades y perspectivas de vida de los jóvenes en el contexto rural.

 

A. El concepto de Juventud

De las numerosas definiciones existentes de juventud la mayoría coincide en que se trata de un concepto fuertemente influenciado por cada cultura, resultando en una combinación de aspectos biológicos y sociales.

Para Schäfers la etapa comienza con la pubertad, generalizándola alrededor de los 13 años de edad y que se extiende hasta los 25 aproximadamente. En esta etapa las personas se caracterizan por un comportamiento "típicamente juvenil", de acuerdo a su cultura y grupo social, y al mismo tiempo van incorporando los requisitos para el ejercicio autónomo de todos los aspectos de la vida social adulta (Schäfers, 2001: 17s.; ver también Kahlert, 2007). Muchos otros autores tienen una visión similar, estableciendo más concretamente el límite inferior de la etapa, alrededor de los 12 (como el Banco Mundial) y los 15 años de edad (quienes prefieren apoyarse en el límite de quintiles típico de las informaciones demográficas). En cuanto al límite superior existen mayores discrepancias y más diversidad de criterios de definición. En algunos casos se toma la mayoría de edad (de 18, 20 ó 21 años, de acuerdo al país), o los 24, 29 y hasta los 34(!), guiándose también en límites de las estadísticas demográficas (en relación a este tema, ver: Durston, 1998; Dirven, 2002; Romero Cabrera, 2004; Ruiz Peyré, 2008; Aparicio, 2007). En Mendoza, el Instituto Provincial de la Juventud considera jóvenes a aquellos individuos comprendidos entre los 15 y 29 años de edad. La tendencia actual es considerar una juventud cada vez más larga, sobre todo en los contextos urbanos, y sobre todo en las sociedades más modernas, donde la transición y la adopción de las responsabilidades de adultos tienen lugar a una edad más avanzada.

Lo que queda claro en todas las definiciones es el carácter cultural de la juventud, aceptándola como una invención "moderna" y predominantemente urbana (Roth, 1983). Se reconoce también, a su vez, que no se trata de una transición lineal entre la dependencia de la familia y la independencia adulta (Punch, 2002: 123). En las sociedades occidentales modernas, cambios en las estructuras familiares, educativas y laborales, han llevado a una transición juvenil más compleja, más prolongada y con interrupciones. En contextos socioculturales más tradicionales, la población joven comienza a incorporar también estas complejidades en su transición, con relaciones cambiantes de (inter)dependencia en diferentes contextos y en relación a diferentes personas en el camino hacia la independencia adulta (Punch, 2002: 124).

De acuerdo a las características específicas, pueden reconocerse distintos grupos de jóvenes. Rodríguez Vignoli (2001: 15s.) reconoce cuatro grupos: a) los estudiantes universitarios; b) la juventud popular urbana; c) las mujeres jóvenes; y d) los jóvenes rurales. Si bien la juventud es una "invención urbana", los jóvenes de este último grupo, principal interés de este artículo, se ven sometidos.

"(...) a fuertes procesos de transformación en sus características esenciales, cada vez más influenciados por la cultura urbana moderna y por los cambios registrados en sus sociedades rurales (...); no obstante, conservan características propias muy relevantes, como las relacionadas con su ímpetu creativo y constructivo (...) y niveles educativos más altos que las generaciones anteriores" (Rodríguez Vignoli, 2001: 16).

Sin que estos grupos mantengan características internas homogéneas, su consideración puede ser de gran utilidad al momento de definir políticas públicas específicas. Otras variables, como edad, contexto geográfico, clase social, marco institucional y origen étnico, además del género, influyen de gran manera, resultando en diferentes modalidades sociales de ser joven (Margulis, 1996: 28).

En todo caso, como grupo de estudio, los jóvenes son sujetos discursivos construidos por la retórica de otro grupo, los adultos, ya sean científicos o gobernantes. Este aspecto, es decir "quién habla, cómo y de quién", debe ser tenido en cuenta y tiene implicaciones epistemológicas, metodológicas y éticas muy importantes (Panelli, 2002: 115). McCormack (2002), quien prefiere ver a los jóvenes y niños rurales no sólo como "hacedores" sino también como "pensadores" de su entorno y sociedad, sugiere la necesidad en todos los estudios de la juventud de integrar diversos enfoques de tal forma que se pueda atender a las diferencias individuales propias de todo grupo social.

 

B. La Geografía de la juventud

Desde la geografía el interés en dicho grupo etario realmente todavía no ha alcanzado un alto grado de desarrollo. Del Casino (2009: 185) afirma que a lo largo de la historia de la geografía se puede detectar un desinterés generalizado por todo tipo de estudios que tengan en cuenta el llamado "curso de vida", predominando un enfoque que puede ser caracterizado como espacios y actividades de "adultos": "Of course, age, like all social categories, is a geographically and historically situated concept" (Del Casino, 2009: 186). Es decir, la situación social y el efecto sobre el espacio de dos personas de la misma "edad", pueden tomar formas muy distintas de acuerdo al lugar y al momento de la historia de que se trate.

La llegada de este grupo etario a la geografía social se produjo en primer lugar en el espacio anglosajón. Si bien Bunge ya a comienzos de los años 70s comenzó a explorar la percepción espacial de niños y jóvenes, recién en los 90s se comenzó a hablar de una geografía de la niñez o de la juventud (ver Katz, 1993; Holloway y Valentine, 2000). A la par de ello, surgía en la geografía un creciente interés por estudios de grupos etarios específicos, como la geografía de la ancianidad (Harper, 1995: 199). En todos los casos se coincide en ver a la edad más allá de su referencia biológica, como un concepto sujeto a procesos históricos y culturales. Al interpretar la edad y las etapas de vida como categorías construidas socialmente, la dimensión espacial gana en importancia (Hopkins, 2007: 287).

 

III. El ser joven en un espacio rural periférico

          Como ya se mencionó al comienzo, en lo que sigue se presentará un estudio de caso, con algunos avances de resultados obtenidos en tres años de trabajo (1) realizado en la provincia de Mendoza, en el oeste argentino (ver Mapa 1). El área de estudio elegido representa un espacio altamente fragmentado, en consonancia con lo expuesto anteriormente. Se observan importantes inversiones puntuales y al mismo tiempo importantes áreas se encuentran aisladas o son difícilmente accesibles.

 

Mapa 1: Localización del área de estudio.

 

Con una superficie de más de 40.000 km2, superficie similar a la de Suiza, Malargüe es uno de los municipios más extensos del país. Con sólo 23.020 habitantes (INDEC, 2001) cuenta con una densidad de población extremadamente baja. Si se tiene en cuenta que la mayor parte de su población habita en la ciudad cabecera, la densidad en el resto del departamento llega a un mínimo extremo, con un valor aproximado de 0,14 habitantes por km2. Más allá de la existencia de algunos poblados menores, la mayoría de la población vive en puestos aislados unos de otros, practicando una ganadería predominantemente caprina, muy extensiva y con una trashumancia de verano, para aprovechar los pastos tiernos de los valles de altura cuando se retiran las nieves. Esta cría de cabras se practica de una forma muy tradicional y está destinada casi exclusivamente a la venta de las crías vivas, los chivitos, sobre todo en la época de las fiestas de fin de año y para la Semana Santa.

Las riquezas minerales de Malargüe (carbón, uranio, petróleo y gas, entre otros) han marcado de significativamente la historia -y el presente- de la región. Numerosos campamentos mineros impactaron ya en la década de 1940 de forma puntual y transitoriamente en un espacio dominado hasta entonces por pastores. El impulso generado por el petróleo a partir de 1970 pareció cambiar definitivamente la estructura regional. Pero los vaivenes de la economía y las crisis cíclicas de la actividad -a la par de las crisis institucionales del país- frenaron la evolución positiva de la región. Por su parte, la primera década del siglo XXI, caracterizada por un resurgir de la actividad petrolera y un continuo aumento de la actividad turística, acompañados por una bonanza económica general del país, atrajeron nuevas inversiones, las cuales todavía no se redistribuyen hacia los sectores de población no relacionados con las actividades más dinámicas. De este modo, no es extraño transitar caminos en pésimas condiciones, a veces esquivando rebaños de cabras, que van acompañadas por sus dueños a caballo, para luego ser rebasados por modernas pick-ups a toda velocidad de las empresas petroleras. No se trata sólo de un encuentro entre "modernidad" y "tradición", sino de economías globalizadas y economías de subsistencia (2).

La comunicación dentro del área de estudio se ve dificultada no sólo por las grandes distancias y las características del terreno, si no sobre todo por la falta de mantenimiento de los caminos y la deficiencia -o inexistencia- de las redes de comunicaciones usuales (teléfono, trasporte público, etc.). En el ámbito de los servicios sociales, sin embargo, en los últimos años ha habido mejoras considerables. Se afianzó el funcionamiento de las escuelas rurales con un régimen de albergue y con un servicio de transporte que lleva a todos los niños desde sus hogares hasta las escuelas de forma gratuita (3). También en el sector de salud se lograron mejoras, apostando enfermeros en los puestos de salud, que hasta entonces sólo habían sido atendidos por agentes sanitarios.

En la pirámide de población del área rural del departamento se puede observar, sin lugar a dudas, el éxodo de jóvenes de la región (ver Gráfico 1). Las mujeres claramente tienen pocas posibilidades de permanencia en el lugar a partir de los 15 años, con un marcado descenso en su cantidad hasta el quintil de 35 a 39 años. Para los varones jóvenes la situación es algo más compleja, con un éxodo postergado en relación a sus pares femeninos. Esto puede explicarse por la mayor necesidad de las familias de la fuerza laboral de los jóvenes varones, hasta el momento en que ellos deciden su emancipación, surgiendo la posibilidad del éxodo a la ciudad o a otras regiones rurales. Para las mujeres esta situación se ve fomentada por la posibilidad laboral como empleadas domésticas, muchas veces en casas de parientes en la ciudad, la cual suele ser la primera ocupación urbana que practican.

 

Gráfico 1: Pirámide de la población rural del Departamento de Malargüe.

Fuente: Realización propia a partir de datos suministrados por
la Municipalidad de Malargüe

 

El alto índice de masculinidad (4) en todos los grupos de edad es característico de los espacios rurales, pero la situación extrema del quintil de 35 a 39 años, de un índice de masculinidad mayor a 200 no se observa a menudo, llegando a un desequilibrio demográfico que pone en riesgo la reproducción natural de la población. A la baja cantidad de adultos en edad reproductiva, tanto hombres como mujeres, se le suma en los últimos tiempos un marcado cambio en la planificación familiar, llevando a una disminución de la natalidad, que se ve reflejada en la base achicada de la pirámide.

En este contexto local, la situación de la juventud es de gran vulnerabilidad, la cual se materializa en el alto grado de abandono de la región, hacia alguna ciudad u otra región rural. Mientras sus oportunidades se ven limitadas por un contexto poco alentador, cambios externos, como la aparición de nuevas formas de comunicación y la extensión de la escuela obligatoria, les proponen nuevas y cambiantes perspectivas. Entre las debilidades para este grupo social, Duhart afirma que:

"se están produciendo una serie de transformaciones en las economías de la región latinoamericana que podrían influir mucho en (...) la sociedad rural, dejando a la juventud rural vulnerable al contar con un apoyo estatal aún deficiente, por lo que más y mejores programas enfocados hacia ellos serían vitales" (CEPAL, 1996: 21, en Duhart, 2004: 122).

 

A. Aspectos metodológicos

En este trabajo se presentan resultados obtenidos en prolongadas estadías en la región, en las que se aplicaron métodos cualitativos y cuantitativos de levantamiento de datos, en los cuales se basa la investigación. Se visitaron 9 de las 10 escuelas primarias rurales con régimen de albergue existentes en el departamento. En todas las escuelas se realizaron entrevistas a directivos y docentes y se realizaron encuestas estandarizadas a los niños de los últimos años (6to y 7mo grados). Se realizó un total de 88 encuestas, a 40 niñas y 48 niños, con un promedio de edad de 12,7 años. Se visitaron además 2 de las 4 escuelas rurales secundarias, en las que se realizaron encuestas estandarizadas y grupos de discusión con los jóvenes de los últimos años (4to y 5to años), con un total de 18 jóvenes y una edad promedio de 17,7 años de edad. Además se realizaron visitas a 14 puestos rurales donde viven jóvenes, en los que se realizó un relevamiento cualitativo del sistema de subsistencia del hogar (livelihood approach), entrevistas en profundidad a uno o los dos jefes de hogar y a los jóvenes presentes. De esta forma se logró incorporar al relevamiento a aquellos jóvenes fuera del sistema escolar.

Además de visitar las escuelas y los hogares, se realizó un relevamiento en todas las localidades visitadas, entrevistando a informantes claves, como enfermeros y enfermeras, agentes sanitarios, delegados municipales, policías, vecinos destacados, etc. Se llegó así a una visión de conjunto de las condiciones de vida en la región, de las posibilidades y márgenes de acción para los jóvenes y de su relación con los adultos y con su contexto.

El proceso ha sido acompañado de una exhaustiva investigación bibliográfica, abarcando los enfoques de diferentes disciplinas sobre la problemática de la juventud rural. Se recabó la información disponible sobre la región y se complementó la información obtenida con los datos estadísticos oficiales (los cuales por cierto no son ni muchos ni muy precisos).

 

B. Sus actividades y sus espacios de acción

Estudiar los espacios de los jóvenes desde una perspectiva de la geografía de la acción (según Werlen, 2000) no se centra en los espacios que ocupan los jóvenes, sino en cómo ellos, a partir de sus acciones, crean sus propios espacios. Se trata principalmente de analizar las formas de apropiación del espacio, por medio de sus comportamientos y acciones. Se trata también de identificar la forma en que jóvenes, tanto varones como mujeres, "hacen" su propia geografía (Reutlinger, 2007: 142; ver también Reutlinger, 2005). De este modo, el espacio deja de ser objetivo para pasar a ser una creación subjetiva, que ayuda a definir y comprender sus experiencias.

Para relevar esos espacios se aplicó, en las escuelas secundarias y en una selección de hogares, el método que se presenta a continuación. Se consultó a 20 jóvenes (10 varones y 10 mujeres, con un promedio de edad de 17,6 años) sobre sus actividades periódicas, ya sean diarias, semanales, mensuales o anuales y se les pidió que las representaran gráficamente. Los Gráficos 2 y 3 muestran ejemplos representativos de una mujer y de un varón respectivamente. Compararlos lleva a interesantes conclusiones para analizar las diferencias en sus opciones desde la perspectiva del género y sus perspectivas de vida en general.

 


 

Gráfico 2: Mujer.

 

 

 

Gráfico 3: Varón.

 

Estos "mapas", que no tienen relación con el espacio físico real, muestran los distintos radios de acción de los jóvenes, siendo los de los varones mucho más amplios que los de las mujeres. Las mujeres suelen permanecer en el puesto, cumpliendo las tareas domésticas y el cuidado de los animales en las cercanías del mismo. Estas son las tareas que "deberá" realizar la mujer al momento de asumir la jefatura de un hogar. Sin embargo esto no la desvincula completamente del manejo del rebaño, habiendo muchas jóvenes mujeres que trabajan a la par de sus hermanos en el cuidado de los animales. De acuerdo a lo afirmado por Katz, los niños y jóvenes, tanto varones como mujeres, mientras realizan estas actividades "aprenden los conocimientos, capacidades y valores necesarios para reproducir las relaciones sociales y las prácticas de producción que caracterizan a sus sociedades" (1991: 508) y que necesitan dominar para acceder al mundo "adulto". Interesante es, que desde edad temprana, varones y mujeres comienzan a tener su propio "capital" (ganado, principalmente cabras), lo cual implica una motivación extra para el trabajo para la economía familiar. De acuerdo a su forma de manejarlos y cuidarlos pueden ir aumentándolo, lo cual representa luego su capital inicial que les permite (o dificulta en caso de insuficiencia) su independencia.

En la Tabla 1 se presenta un inventario de las actividades mencionadas por los jóvenes con los que se realizó el estudio, divididas por género y con su valor en relación al total de actividades mencionadas. Se las agrupó de acuerdo a si están relacionadas con el trabajo o con el esparcimiento, de tal modo de facilitar su análisis y comparación. Con este método, sin embargo, no se pudo relevar el tiempo destinado a cada actividad, pero es de suponer que las actividades relacionadas con el trabajo ocupan una gran cantidad de horas, lo que haría aumentar su peso relativo.

 

Tabla 1: Inventario de actividades periódicas mencionadas por los jóvenes (5).

 

Como se puede apreciar, existen enormes diferencias entre la cantidad de actividades realizadas por las mujeres y por los varones. Mientras las mujeres realizan en promedio 3,7 actividades periódicas, los varones afirmaron realizar 5,7 (¡54 % más que sus compañeras!). En cuanto a las actividades de tipo social, estas diferencias también presentan importante variación entre géneros. Algo que llama la atención es la baja cantidad de "visitas" que las jóvenes mujeres hacen a amigos y vecinos, así como también la participación sensiblemente menor en "bailes y fiestas regionales". Todo indica que las mujeres tendrían una menor o más limitada vida social, con una mayor permanencia en el hogar (y en sus tareas cotidianas). Los varones, por el contrario, debido a sus tareas en el campo, más cercanas al caballo y por ende con una mayor movilidad, parecen tener una vida social más activa, en cuanto a visitas a amigos y vecinos, como así también en la participación en fiestas y actividades en el pueblo y en la ciudad.

La cantidad y el tipo de actividades mencionadas por los jóvenes (tanto varones como mujeres) demuestra el fuerte peso de la vida en el puesto y en torno a la familia, lo que se corresponde con las estructuras tipo "clanes" típicas de la región, descritas por diferentes autores (Bocco, 1985; Rivarola, 2007). Las grandes distancias de un puesto a otro adquieren un papel determinante para sus espacios de acción. Factores sociales y de género determinan el acceso diferenciado a los medios de movilidad (principalmente al caballo), lo cual imprime un fuerte sello sobre las formas en que los y las jóvenes construyen su geografía.

 

C. Perspectivas laborales desde la visión de los jóvenes

Para identificar las perspectivas de los jóvenes de la región desde su propio punto de vista, se utilizaron diferentes métodos. Como ya se expresó más arriba, se combinaron relevamientos cuantitativos (encuestas estandarizadas) y cualitativos-interpretativos (entrevistas en profundidad) a partir de los cuales se logró una aproximación más adecuada al tema de estudio.

En las encuestas se consultó a los jóvenes por sus intenciones laborales al terminar la escuela, lo cual, sin predecir lo que realmente sucederá en cada caso particular, muestra la tendencia del deseo de los jóvenes en su camino hacia la adultez. La Tabla 2 y el Gráfico 4 muestran los resultados de dichos relevamientos.

Lugar / Actividad

Mujeres

Varones

Referencia

Gráfico

Permanencia

en el campo

Puestero/Peón

2

4%

15

27%

A

Petróleo/Minería

1

2%

10

18%

B

Otra activdad Campo

11

23%

13

23%

C

Emigración

Activdad en Ciudad

35

71%

18

32%

D

 

Tabla 2: Intenciones laborales.

 

Gráfico 4: Intenciones laborales.

 

Teniendo en cuenta las respuestas obtenidas y la realidad local observada, se puede llegar a interesantes conclusiones. En primer lugar, se deben destacar nuevamente las marcadas diferencias entre varones y mujeres. Mientras sólo un 32% de los varones desea una profesión para el futuro que lo lleve la ciudad, entre sus pares mujeres este valor asciende al 71%. La mayoría de las actividades nombradas (por ejemplo abogado/a, contador/a, ingeniero/a o maestro/a) requieren la continuación de los estudios, algo extremadamente difícil para ellos, no sólo por las dificultades económicas o también por el bajo nivel educacional de las escuelas rurales, sino también por la falta de oferta terciaria en Malargüe, lo que obliga a viajar a San Rafael o Mendoza para acceder a posibilidades de estudio. Más bien es probable, en el caso de las mujeres que desean ir la ciudad, que se repita la costumbre de las jóvenes que van (ya sea a Malargüe o a San Rafael) para trabajar como empleadas domésticas, tal cual lo describe Bocco (1985, 350).

En segundo lugar es interesante saber que casi un 30% de los jóvenes varones desea continuar la actividad practicada por sus padres, lo cual representa una importante precondición para asegurar la continuidad de los puestos y del campesinado en general. A partir de las conversaciones en las entrevistas pueden diferenciarse dos tendencias generales para el deseo de la permanencia. Por un lado están los jóvenes resignados, los cuales no ven más alternativas que continuar con el puesto, y por otro lado están los que se identifican con el campo y sus tareas y que tienen la motivación por mejorar su situación como crianceros. En este grupo es donde pueden basarse medidas concretas para mejorar las condiciones generales de la actividad predominante de la región. Cabe preguntarse, sin embargo, si sólo un 30% de los jóvenes varones (y sin el "apoyo" de las mujeres) es suficiente para la continuidad de la actividad.

En tercer lugar, vale la pena destacar que un alto porcentaje (el 41% de los varones y el 25% de las mujeres) desean para su futuro una permanencia en el área rural, pero en una actividad no agrícola6, donde en relación a las condiciones locales, la minería y la actividad petrolera representan claramente los sectores más atractivos para la juventud local. Esta tendencia no se correlaciona con lo observado en la actualidad, donde según estadísticas de DEIE (2004, 77) solamente el 22% de los hogares rurales de Malargüe tiene ingresos de actividades rurales no agrícolas, mientras que el promedio para las áreas rurales de toda la provincia asciende al 55%.

Este 68% de los varones (los dos últimos grupos resaltados), que pretende quedarse en el campo ha de ser la base para medidas de fomento tendientes a fortalecer el arraigo y aumentar las oportunidades de los jóvenes rurales en Malargüe.

 

D. "Lo difícil es formar una familia"

Consciente de que los datos estadísticos de la encuesta no son suficientes para entender la problemática en su complejidad, se consultó también sobre este tema en las entrevistas en profundidad realizadas a jóvenes de la región. Por este medio se pudo ahondar en los motivos y las explicaciones de los datos más arriba expuestos desde la visión de los jóvenes mismos, centrándonos explícitamente en las dificultades para encontrar pareja y las perspectivas para la formación de familia.

Lo complejo de la situación se vio reflejado en todas las entrevistas. De los jóvenes entrevistados sólo el 15% estaban en una relación de pareja estable. A modo ejemplar, uno de los jóvenes responde con un dejo de resignación al preguntarle sobre las posibilidades de encontrar una compañera o pareja en su lugar de origen:

"Ese es otro problema... que nadie quiere venir... Nadie [por las mujeres] quiere quedarse a vivir al campo. Salvo que tengas todas las comodidades." (León, varón, 23 años)

Y desde la visión femenina:

"Y, es que la mujer... Si te quedás en el campo tenés que hacer las cosas de la casa, más que eso no podés hacer. (...) Y es que en el campo estás encerrada y no ves a nadie más. Y en la ciudad no. Tenés más actividades para hacer." (Susana, mujer, 19 años)

Y en concordancia con lo expresado hasta ahora, otro joven expone su visión del problema y expresa su estrategia para solucionarlo:

"Acá en la zona cada vez hay menos [chicas]. De mis compañeras de escuela, la mayoría se ha ido... Se han casado muchas, ya tienen hijos... se han ido a [la ciudad]. (...) Pero en el campo no quedan chicas. Y la mayoría de las que quedan quiere irse también. Y por eso también uno busca anexar algo más aparte de lo tradicional que han hecho siempre, que serían los chivos, que no hay que dejarlo nunca, pero agregarle alguna otra cosa." (Rodrigo, varón, 21 años)

En este caso, Rodrigo es consciente de la necesidad de tener actividad extra ("anexa"), de hacerle más atractiva a alguna joven la opción de "quedarse" en el campo, con él.

Como era de esperar, los jóvenes, tanto varones como mujeres, tienen una lectura muy precisa del problema. Desde su visión, la solución es clara. La dificultad se presenta al momento de tener que llevarla a la práctica, donde se topan con las barreras que les impone el contexto en el que viven. Las oportunidades otorgadas por el hogar, un factor no incluido en este trabajo, pero analizado y con gran importancia en la investigación en su conjunto, adquieren en la mayoría de los casos una función determinante. Particularidades tales como: cantidad de hermanos, situación de la tenencia de la tierra, acceso al agua o disponibilidad de pasturas de la familia pueden ser decisivas al momento en que los jóvenes deciden intentar concretar sus deseos y avanzar a la adultez plena.

La familia campesina tiene un papel fundamental en la reproducción de la sociedad rural. Es el sustento en el que se basan tanto la actividad económica como la cultura específica local. Cambios actuales -como la prolongación de la juventud-, y tendencias económicas adversas -materializadas en las dificultades de acceso al mercado laboral para las nuevas generaciones-, ponen en riesgo la subsistencia de los puesteros malargüinos.

 

Conclusión

          En el presente artículo se presentaron sólo algunos aspectos de una problemática muy amplia. Se intentó mostrar la necesidad de mirar desde una perspectiva etaria para la adecuada identificación de limitaciones para las diferentes vulnerabilidades de la población rural ante los actuales cambios en el campo latinoamericano. Esta visión es a su vez necesaria para la definición de planes de apoyo y fomento que sean aceptados por la población local y que tengan una continuidad en el tiempo. La marginalización y la prácticamente "invisibilidad" de este grupo social en las políticas públicas para el espacio rural deben llegar a su fin. Sobre todo si se pretende un campo que respete el ecosistema, respondiendo a las necesidades de las grandes urbes, y que al mismo tiempo se adapte a los cambios generados por el proceso de globalización presente en todos los rincones del planeta, respetando simultáneamente las diferentes identidades locales.

Si se pretende fortalecer la ocupación del espacio rural es necesario asegurar la continuidad de la población campesina en su lugar de origen. Pero como afirma Champagne (2002) "a reprodução social dos agricultores e das famílias rurais depende não somente de sua vontade de se reproduzir, mas também dos (as) filhos(as) de agricultores de assumirem o trabalho agrícola" (citado por Leite Rosas, 2007: 183-184). Y para que los hijos estén dispuestos a asumir el trabajo agrícola deben cumplirse al menos algunos de sus propios intereses y perspectivas. Como fue presentado claramente, los intereses de los jóvenes varones pueden ser cubiertos en las condiciones actuales, pero sin la complementación del lado femenino, será imposible garantizar la reproducción de las familias puesteras. Esto se puede observar ya, en la actualidad, en la cantidad de puestos que se abandonan año a año en la región.

¡No se trata de que los jóvenes tengan que quedarse obligadamente en el campo! Por supuesto que deben tener la posibilidad de elegir: "la alternativa de la residencia urbana es un derecho de toda persona" (Durston, 2001: 114). Pero el objetivo debe ser que los jóvenes rurales tengan un abanico real de opciones entre las que puedan elegir (Ruiz Peyré, 2008), tanto varones como mujeres. Y a su vez que al elegir no se encuentren en desventaja con sus pares urbanos, de tal modo que aquellos que elijan emigrar a la ciudad no terminen acrecentando las zonas urbano-marginales, sino que puedan llevar una vida digna, elegida por ellos mismos.

Se concluye que una geografía de la juventud permite analizar los espacios y las acciones de los jóvenes a partir de su propia visión. A partir de ella se pueden identificar con mayor precisión las necesidades y perspectivas propias, lo cual es una condición esencial para la formulación de medidas tendientes a mejorar su situación específica. En los diferentes pasajes del trabajo se mostró que las jóvenes mujeres se encuentran en una marcada condición de desventaja en relación con sus pares varones y que esta situación pone en riesgo la continuidad de la economía tradicional local. Por este motivo es necesario diseñar medidas específicas que tengan en cuenta tanto la especificidad etaria como la de género. La extremadamente baja cantidad de mujeres, hace difícil la reproducción de los hogares rurales. Si no se toman medidas contundentes y urgentes, la baja de la natalidad ya existente pondrá en riesgo mucho más que sólo la ocupación del espacio.

La juventud rural se encuentra en una desafiante encrucijada: por un lado son la esperanza de cambio y mejoras para espacios históricamente relegados y al mismo tiempo son víctimas de nuevas vulnerabilidades y cambiantes perspectivas de vida. Las nuevas tendencias en el campo latinoamericano representan también nuevas chances. La pregunta es hasta qué punto, los jóvenes de espacios rurales periféricos están preparados para aprovecharlas.

 

 

Notas de pie de página

(1) Por tratarse de un trabajo de doctorado en curso, en el presente artículo sólo se presentan resultados parciales.

(2) No se pretende hacer ningún tipo de juicio de valor sobre lo "moderno" o lo "tradicional", en sentido de que uno sea "mejor" que el otro. Se trata de dejar en claro la diversidad del espacio en cuestión y de los procesos sociales observados en él. Diversidad que le agrega, por supuesto, una marcada complejidad al momento de analizarlo y de buscar solución a los problemas de la gente que lo habita.

(3) El debate sobre el impacto de la escuela rural sobre la población y la cultura locales, por su amplitud, no puede ser abordado en este artículo. Entrevistas a expertos y a población local involucrada dejan entrever la complejidad del tema y su relevancia para el análisis de las perspectivas de vida de los jóvenes rurales. En el trabajo de doctorado se incluyó un relevamiento profundo sobre el sistema educativo y está prevista la publicación de los resultados respectivos en revistas especializadas.

(4) El "índice de masculinidad" representa la cantidad de hombres por cada 100 mujeres. Para el área rural de Malargüe en su conjunto asciende a 131 hombres cada 100 mujeres.

(5) En la presente tabla se ha descartado el grado de periodicidad de las actividades, la cual fue tenida en cuenta al realizar el relevamiento, diferenciando entre las realizadas una vez por día/semana/mes/año. A fines prácticos y porque en el presente trabajo sólo se pretende mostrar la diversidad y los tipos de actividades características, se han considerado aquí todas las actividades mencionadas con igual peso relativo.

(6) El Empleo Rural No Agrícola (ERNA) representa un tema que crece en interés en los especialistas de los espacios rurales, especialmente en Latinoamérica. Diversas publicaciones de la CEPAL pueden ser consultadas para profundizar en este tema (ver: Köbrich, C. y Dirven, M., 2007; CEPAL, 2004).

 

 

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Para citar este artículo:

Ruíz Peyré Fernando, «Espacios de acción, perspectivas de vida y desigualdades de género de jóvenes rurales del oeste argentino», RITA, N°4 : diciembre 2010, (en línea), Puesto en línea el 10 de diciembre de 2010. Disponible en línea http://www.revue-rita.com/dossier-thema-61/espacios-de-accion.html