Pasarelas trasatlánticas para la circulación del libro: Fernando Aínsa, un intelectual satélite

Passerelles transatlantiques pour la circulation du livre: Fernando Aínsa, un intellectuel satellite

 

Resumen:

América Latina es un continente que ha estado expuesto a toda clase de influencias culturales permitiéndole construir canales de comunicación con diferentes espacios culturales. La noción de transferencia cultural permite estudiar estas imbricaciones trasatlánticas desde la óptica de los actores de la circulación, es decir, personajes que han actuado como mediadores de transferencias culturales creando puentes de comunicación entre continentes. Los “intelectuales satélites” han propiciado la circulación de autores y libros latinoamericanos hacia Europa y al interior del continente, y Fernando Aínsa es un ejemplo de este tipo de intelectual. Uruguayo de origen español, fue escritor, crítico, poeta y ensayista, desde su cargo en la Unesco - y organismos como el CERLALC - desempeñó una importante tarea de difusión de la literatura latinoamericana. Contribuyó a la cristalización de un campo editorial latinoamericano, y en el exterior emprendió la traducción de autores hispanoamericanos en el marco de la colección Obras Representativas. 

Palabras clave: Intelectuales satélites; Mediadores; Fernando Aínsa; Unesco; Circulación literaria.

Résumé:

L'Amérique latine est un continent qui a été exposé à toutes sortes d'influences culturelles, ce qui lui a permis de construire des canaux de communication avec différents espaces culturels. La notion de transfert culturel nous permet d'étudier ces chevauchements transatlantiques du point de vue des acteurs de la circulation, c'est-à-dire des personnes qui ont joué le rôle de médiateurs des transferts culturels, créant des ponts de communication entre les continents. Les "intellectuels satellites" ont favorisé la circulation des auteurs et des livres latino-américains vers l'Europe et à l'intérieur du continent, et Fernando Aínsa est un exemple de ce type d'intellectuel. Uruguayen d'origine espagnole, il était écrivain, critique, poète et essayiste, et de par sa position à l'Unesco - et dans des organisations telles que le CERLALC - il a joué un rôle important dans la diffusion de la littérature latino-américaine. Il a contribué à la cristallisation d'un champ éditorial latino-américain, et à l'étranger, il a entrepris la traduction d'auteurs hispano-américains dans le cadre de la collection Obras Representativas. 

Mots-clés : Intellectuels satellites; Médiateurs; Fernando Aínsa; Unesco; Circulation littéraire.

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Yadira Carranza Mariño

Doctoranda en Letras Hispánicas

École Normale Supérieure-PSL, Francia

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 Article reçu le 25 septembre 2021 ; accepté le 6 octobre 2022

 Pasarelas transatlánticas para la circulación del libro: Fernando Aínsa, un intelectual satélite 

          Introducción

          El estudio de los intercambios culturales ha venido evolucionando y nutriéndose  de diversas disciplinas, especialmente de la historia cultural y las transferencias culturales, que desde la década de los setenta han cuestionado los estudios etnocentristas y sus métodos de análisis en la búsqueda de proposición de nuevas vías de investigación. Estos enfoques pretenden dejar atrás la clásica lógica de cultura dominante-dominada que impone una visión unilateral y no permite estudiar las dinámicas interculturales en toda su complejidad. En su lugar, proponen poner el acento en la circulación y recepción de las ideas con el objetivo de develar a los actores y los procesos implicados.  El paradigma de las transferencias culturales –que será tomado como nuestro marco teórico– propuesto por Espagne, plantea que para comprender las lógicas de la circulación hay que determinar los fenómenos que pueden afectar, modelar o transformar el objeto cultural circulado. Dentro de estas dinámicas, un rol esencial lo juegan los llamados mediadores culturales, definidos por Espagne como «véhicules sociologiques»[1], que otros investigadores prefieren denominar passeurs culturels[2] y que en los estudios anglosajones son llamados gatekeepers, aunque en nuestro caso los denominamos intelectuales satélites (Idmhand, 2017:3): agentes que se convierten en puentes culturales para difundir la literatura latinoamericana en Francia. 

Estos mediadores, quienes son vehículos culturales fluctuantes entre dos áreas culturales, han desempeñado un papel importante en la creación de un campo cultural y literario nacional/transnacional. Estos agentes, quienes componen estas estructuras sociales, pueden también intervenir en su formación al introducir un nuevo elemento o idea en otro contexto social que viene a afirmar o controvertir un planteamiento ya existente, de ahí que Pascal Ory afirme que «l’histoire culturelle sera toujours, en dernière analyse une histoire de la circulation» (Ory, 2004: 16). Si partimos de este postulado, las identidades nacionales dejan de ser herméticas, desmarcadas de influencias exteriores para ser concebidas como elementos permeables y construidos bajo el influjo constante de movimientos y desplazamientos. Por este motivo, Espagne plantea que es necesario sobrepasar el comparatismo, porque al centrarse en lugares y estructuras concretas que se creen específicas a un espacio determinado se termina por perder de vista «que le tissu de la mémoire n’embrasse pas seulement un espace culturel mais plusieus» (Espagne, 1994: 17). En efecto, no existen las sociedades inmóviles: los elementos identitarios o los célebres lugares de memoria de Pierre Nora se construyen a través de las interacciones y el mestizaje. En esta dinámica, los agentes culturales participan en la construcción de dichos campos culturales, en nuestro caso, el campo literario latinoamericano.

Sobre ello hay que decir que la historia cultural de América Latina está signada por los encuentros, mestizajes y desplazamientos, su historia se entrelaza y se enriquece de los aportes extranjeros. De ahí que no sea extraño encontrar personajes que han servido de nexo entre dos espacios y cuyo actuar ha permitido tejer una historia trasatlántica. Dentro de este grupo podemos incluir al crítico Fernando Aínsa, ya que sus idas y vueltas entre América y Europa le llevaron a convertirse en un promotor de la literatura latinoamericana. El escritor llevó a cabo una importante tarea de difusión de autores y textos hispanoamericanos desde organismos como el Centro Regional para el Fomento del Libro en América Latina y el Caribe (CERLALC) y la Unesco. Desde estas organizaciones internacionales, el intelectual uruguayo edificó una red de conexiones de intelectuales, escritores, editores y diplomáticos europeos y (latino)americanos para instaurar una pasarela entre textos y autores.

En este marco, nos preguntamos en qué medida las acciones de Fernando Aínsa como intelectual satélite y mediador cultural contribuyeron al desarrollo de un campo editorial latinoamericano al interior del continente, toda vez que creó un referente de esta literatura en territorio francés. De ahí que se analice su participación en dos organismos culturales, el CERLALC y la Unesco, y las acciones que realizó desde el exterior para divulgar la narrativa latinoamericana. De manera que nuestro objetivo es doble: de un lado, deseamos contribuir a una investigación mayor sobre los intelectuales satélites[3], en este sentido, buscamos perfilar el medidor cultural, definir sus rasgos característicos y sus perfiles; en segundo lugar, y como objetivo particular de este artículo, nos proponemos rastrear las acciones mediadoras de Fernando Aínsa para el libro latinoamericano, a partir de su trayectoria en organismos regionales e internacionales. Con este propósito, en primer lugar, vamos a establecer algunas bases teóricas sobre lo que es un intelectual satélite. Enseguida, analizaremos su participación en el CERLALC, organismo que buscó, por primera vez, armonizar el mercado del libro latinoamericano. Y, en tercer lugar, estudiaremos su paso por la Unesco, su faceta de editor y su rol de promotor de la literatura latinoamericana en territorio francés, en concreto nos interesa la colección Obras Representativas de la cual fue director.

I. Un intelectual sin fronteras

          Comencemos por presentar a nuestro mediador. Fernando Aínsa Amigués nació en España durante la guerra civil española, y con tan solo 12 años llegó a la Suiza de América junto con su padre. Su juventud la vivió en Montevideo de donde nunca salió, hasta que abandonó el Uruguay para instalarse transitoriamente en Colombia. A lo largo de su vida revindicó su uruguayidad, y solía repetir la frase de Max Aub: “uno es del país donde estudió el bachillerato” (Carbajal, 1997: 2). En Uruguay forjó sus primeros vínculos como intelectual y crítico literario, y es allí  donde tuvo sus primeras incursiones en el mundo de las letras latinoamericanas. Aínsa comenzó su trayectoria siendo periodista para diversos diarios uruguayos y en los años sesenta ejercía este oficio con el fin de costear sus estudios de derecho en la Universidad de la República. Como él mismo se definía, era un ejemplo “del multiempleo uruguayo”: periodista en diarios nacionales como La Época, El Diario, Acción, La Gaceta Literaria, Reporter; corresponsal de Primera Plana y, al mismo tiempo, asesor en la editorial Alfa y Monte Ávila, bajo la tutela de Benito Milla (exiliado español a quien Aínsa consideraba su mentor y maestro).

Su relación con Milla fue muy significativa en esta primera etapa de su formación como humanista, de hecho, el director de Alfa fue también “un puente de la cultura”. Milla le acercó a los “maestros” de la época –como los llamaba Aínsa – entre ellos Juan Carlos Onetti, Felisberto Hernández, Mario Benedetti y “jóvenes narradores de los años sesenta como Eduardo Galeano, Juan Carlos Legido, Mario César Fernández, Jesús Guiral y Cristina Peri Rossi” (Aínsa, 2002: 101). En Alfa debutó como editor y allí aprendió el oficio de su maestro. En 1968 edita “Nuevos rebeldes de Colombia”, una selección de cuentos cuya compilación y prólogo estaban a cargo de Aínsa. Además de familiarizarse con los escritores del campo literario uruguayo, el autor de “Las trampas de Onetti” forjó sus primeros contactos en el mundillo de las letras uruguayas y se inició en el mundo de la edición.

Posteriormente, en el trascurso de 1972 fue contactado por la Unesco. El organismo de la ONU buscaba a un joven intelectual de un país latinoamericano, con afinidad por las letras y conocimientos en el campo jurídico, requisitos que cumplía Fernando Aínsa. De manera anecdótica, Aínsa relata en una entrevista con Carbajal su asombro ante la llamada “críptica” de la Unesco solicitando datos sobre su recorrido profesional. Así, en 1972 Aínsa se traslada a la capital colombiana para formar parte del equipo del CERLALC como presidente del Consejo Ejecutivo. El origen del centro lo podemos rastrear en la Conferencia General de la Unesco de 1966, evento en el que se propuso “formular políticas nacionales” para el desarrollo de la producción de libros, “expandir las industrias editoriales nacionales” y “extender los sistemas de distribución” (Garzón y Hoyos, 2011: 31).  Este Centro Regional será un actor importante en el desarrollo de la industria del libro en América Latina y Aínsa participó en los primeros años de consolidación del organismo hasta 1974, cuando fue reclutado por la Unesco, desde donde estableció una red de intelectuales a lo largo de América Latina y Europa[4]. Estos son los antecedentes de la historia de Aínsa y la Unesco[5].

II. Intelectuales satélites: mediadores de transferencias culturales

            Para comprender las dinámicas de los contactos trasatlánticos y el rol de ciertos personajes que han servido como bisagras culturales entre América y Europa, nuestro análisis tendrá como referente teórico el paradigma de las transferencias culturales. El término transferencias reenvía a un movimiento que se hace en ambas direcciones donde un agente franquea una frontera nacional para introducir un objeto cultural en otro espacio. De acuerdo con Espagne, el concepto de transferencia  «met l’accent sur des mouvements humains, des voyages, des transports de livres, d’objets d’art ou bien d’usage courant » (Espagne, 1999: 286). En Transferts. Les relations interculturelles dans l’espace fraco-allemand (1988) y posteriormente en Les transferts culturels franco-allemands (1999), el investigador nos plantea repensar la forma en la cual se aborda el estudio de los intercambios culturales. Espagne y Werner se posicionan desde una dimensión intercultural y transnacional con el fin de lograr asir la complejidad de dichas imbricaciones, orientando sus reflexiones a partir de dos ejes: A) las coyunturas contextuales: donde se toma como punto de partida la idea de que todo objeto cultural vehiculado de un contexto a otro sufre “una metamorfosis” y un “proceso de resemantización” definido por el contexto de recepción y los mecanismos de la puesta en circulación de la importación; B) la génesis del discurso: las transferencias culturales se inclinan por un análisis de tipo sociológico de los vectores de influencia, es decir, los vehículos sociológicos de las transferencias culturales definidos como «groupes qui transportent d’un côté à l’autre d’une frontière géographique ou symbolique des éléments d’un système dans un autre système» (Espagne, 1999: 26). Estos grupos son parte de lo que denominamos mediadores culturales.

El enfoque de las transferencias culturales nos permite plantearnos el concepto de intelectuales satélites. Estos mediadores trasatlánticos han sido mayormente intelectuales y escritores a quienes “la crítica no ha estudiado sobradamente y que emerge[n] con la amplificación de los proyectos de digitalización de archivos y difusión en línea” (Idmhand y Casacuberta, 2018: 4). Muchas de estas figuras han estado fuera del foco de la crítica académica y de la historiografía, aun así sus acciones, aunque discretas, fueron de gran importancia para crear una referencia de la  literatura latinoamericana en Europa e instaurar al interior del continente un campo para los estudios latinoamericanos. Estos personajes actuaron desde la sombra, optaron por ser satélites orbitando alrededor de otras figuras de primer plano, posición desde donde promovieron y circularon obras literarias. Olvidados por la historiografía, se hace necesario hurgar entre documentos de archivos para rastrear sus acciones y restituir su lugar en la historia cultural. Nuestra investigación se vale justamente de ese tipo de documentos para rehacer la trayectoria de Fernando Aínsa, un intelectual satélite que encarna el «entre-deux» propuesto por Sibony[6] , una figura cuyos referentes identitarios se encuentran dispersos creando una cartografía propia. Bajo este signo es definido el intelectual uruguayo en “El escritor y el intelectual entre dos mundos”, coloquio que se realizó en su honor en Lille (2011).

Durante sus más de dos décadas residiendo en Uruguay, Aínsa además de construir una identidad uruguaya, consolidó y expandió sus relaciones con el mundo de las letras latinoamericanas gracias a sus trabajos en los diarios nacionales y editoriales. Más allá de contribuir en la empresa editorial de Benito Milla, por aquella época Aínsa era asesor letrado del Ministerio de Industria y Comercio. Julio Mario Sanguinetti, futuro presidente del Uruguay, y ministro de Industria y Comercio (1969-197) del gobierno de Pacheco Arenco emprende un proyecto que tenía como objetivo la reactivación de la industria editorial y cultural, se trató de la Comisión Asesora de la Industria editorial que fue creada en 1968, organismo del cual Fernando Aínsa fue presidente del consejo. A finales de los 50 y principios de los 60, Uruguay experimentó un auge en su industria editorial, animado principalmente por tres grandes editoriales: Alfa, Banda Oriental y Arca (Torres, 2018). Este desarrollo fue posible, en parte, por las nuevas políticas del Ministerio de Industria. Con la asesoría de Carlos Maggi y Ángel Rama, en 1960 el Banco de la Republica creó un sistema de préstamos para incentivar la edición y con ello se organiza la Comisión Asesora. Uno de los principales logros de la Comisión, bajo la dirección de Aínsa, fue haber logrado desgravar el papel para la edición de libros, hecho que permitió avanzar en la profesionalización del libro y del oficio del editor (Aínsa, 2008: 129-130).  Esta experiencia en el sector de la edición y el libro sin duda llamo la atención de la Unesco para ser futuro miembro del CERLALC.

III. El CERLALC y la cristalización del campo del libro latinoamericano

          En el marco de proyectos a favor de la promoción del libro y la lectura emprendido por la Unesco, el 7 de septiembre de 1967 el gobierno colombiano realizó dos propuestas a la organización de la ONU: la primera, la creación del CERLALC; y la segunda, la organización de una reunión de expertos.  Esta reunión se efectuó dos años más tarde, en 1969, gracias al apoyo que recibió la iniciativa por parte de los gobiernos de Brasil, Chile, Costa Rica, Ecuador, Perú, República Dominicana, Uruguay y Venezuela En el evento, más de cincuenta expertos de veintitrés países se reunieron para delinear los lineamientos generales que servirían de brújula para el futuro Centro. En el documento final se estableció la necesidad imperante de conocer la industria y la infraestructura disponible en el continente latinoamericano. Pues para aquel entonces “el tema (el desarrollo del libro) para ese entonces era absolutamente novedoso” y “no había modelos pre-existentes para adaptar a la región de América Latina, donde el divorcio tradicional entre desarrollo económico y cultura, impedía imaginar una acción eficaz para un sector” (Aínsa, 1999: 18-19). Por eso era necesario partir de un conocimiento estadístico de la región para impulsar estrategias y medidas a favor del fomento del libro. Justamente este fue el segundo objetivo establecido: “un desarrollo y armonización del mercado del libro latinoamericano” (López y Hoyos, 2011: 46). La conclusión de la reunión fue la recomendación de crear de un Centro para la difusión del libro «qui serait installé à Bogotá (Colombie) et permettrait de coordonner les effets tendant à faciliter la libre circulation de livres et l’extension des services nationaux d’édition et de distribution de livres» (Unesco, 1969).

Como consecuencia de este encuentro, en 1970 se creó el Centro para el fomento del libro en Bogotá y un año después, con la aprobación de la Unesco, se firmó un Acuerdo de Cooperación Internacional, de modo que el Centro pasó a ser un Centro Regional. El equipo coordinador del Centro estaba formado por Heriberto Schiro y Jaime Villegas (expertos regionales) y en 1972 se nombra el primer director, puesto que ocupó Arcadio Plazas. Ese mismo año se integró al equipo Aínsa como presidente  del Consejo.  Este organismo estaba “encargado de formular la política general del Centro y sus programas de desarrollo” (CERLALC, 1972: 51). Fernando Aínsa se unió al Centro como presidente del dicho Consejo y en agosto de 1972 tuvo lugar el primer Consejo del CERLAL presidido por el uruguayo. En esta primera reunión se aprobó el estatuto del Centro y su reglamento interno. En ellos queda constancia que “el Centro tendrá a su cargo el fomento de la producción y distribución del libro y, en particular, la promoción de la lectura “centrando sus esfuerzos en coordinación de diferentes entidades” y “la armonización del mercado” (CERLALC, 1972: 20). Las primeras actividades del Centro estuvieron orientadas a cumplir estos objetivos.

En esta primera etapa del Centro, los esfuerzos estuvieron orientados a capacitar y formar en el área editorial. Se implementaron varios cursos de producción editorial y seminarios sobre la producción y distribución del libro[7] . Dos eran los objetivos, de un lado se buscaba realizar una enorme base de datos sobre el estado de la industria del libro con la intención de comprender mejor la situación del libro del continente y realizar un diagnóstico. Y, en segundo lugar, se pretendía crear un “mercado en común del libro” cuya bandera sería la libre circulación, pues la industria editorial estaba segmentada y el Centro buscaba la regularización del mercado. El resultado fue una cristalización de una política nacional del libro en varios países de América Latina como Chile, Colombia, Argentina, El Salvador y en otras regiones se logró modificar las leyes existentes para adaptarlas a los criterios de la Unesco. 

Para aquel entonces la edición era una industria incipiente en muchos de los países latinoamericanos, de modo que la acción emprendida por el CERLALC contribuyó ampliamente en su desarrollo en América Latina. Fue en estos primeros años cuando se definieron los objetivos de lo que sigue siendo hoy en día el organismo intergubernamental más importante para el desarrollo del mercado del libro. Entre las acciones más relevantes que se lograron podemos mencionar la disminución o anulación de los aranceles y la creación de una política nacional del libro que involucró a diferentes actores de la industria. También instauraron las bases para concretar una política sobre los derechos de autor, logrando concientizar a los países de la importancia de la cultura como rubro económico, además de poner en marcha proyectos como el Programa Iberoamericano de Cooperación en Materia de Bibliotecas, el Programa Repertorio Integrado de Libros en Venta en Iberoamérica y el Plan Iberoamericano de Lectura, entre otros (López y Hoyos, 2011: 126-135).

La participación de Aínsa fue breve pero significativa para delinea su perfil de mediador. El CERLALC fue el primer organismo de vocación transcontinental en el cual trabajó nuestro mediador, desde allí se forjó una visión de una América Latina como un continente que comparte una historia común, una misma lengua y rasgos culturales similares, pero que a la vez es profundamente diverso en su interior. En definitiva, una unidad diversa en palabras de Aínsa[8]. Esta experiencia además de contribuir con su definición de la identidad del continente, le permitió conocer el funcionamiento de la industria del libro, experiencia valiosa para su futura labor de editor de la Unesco. Su conocimiento del mercado editorial lo llevó a plantear estrategias editoriales como la coedición cuando estuvo a cargo de Obras Representativas. De modo que los orígenes de su futura faceta de mediador editorial pueden ser rastrear hasta su época en el CERLALC donde se plantó el germen de la promoción y circulación del libro.

En 1973 el entonces funcionario del CERLALC, visitó la Unesco para participar en la reunión de expertos, celebrada en mayo y que buscaba la continuidad de Programa del libro bajo el lema de “Libros para todos”. Alberto Obligado – subdirector general de comunicación de la Unesco– le remitió una carta invitándolo a participar a dicha reunión “como observador” y animándole a tomar parte en las “consultaciones informales” que llevaría a cabo la Unesco (Carta_5 Obligado a Aínsa, 1973). Durante su estancia en la capital francesa conoce los sucesos que están teniendo lugar en Uruguay: el entonces presidente Juan María Bordaberry acababa de disolver las Cámaras del Senado y de Representantes, instaurando una dictadura. La Unesco reaccionó rápidamente y le ofreció un puesto en la oficina de prensa española como redactor en jefe, de modo que para abril de 1974 ya se encontraba trabajando en las oficinas de la institución.

Este suceso marca la salida de Aínsa del CERLALC, pero no su intervención en el destino del Centro. Si acudimos a su correspondencia nos encontramos que, aunque no hay  misivas conservadas de su época en el consejo, sí hay intercambios posteriores a su paso por el CERLALC con algunos de sus miembros –por ejemplo, con Arcadio Plazas (director del Centro), Heriberto Schiro (experto de la Unesco en el CERLALC) y Julio María Sanguinetti (presidente de Consejo a partir de 1975)– especialmente, durante sus primeros años en la Unesco. Su trabajo en la organización le permitió seguir “muy de cerca todo lo relativo al CERLAL”, como le asegura a Rodolfo Salom (secretario ejecutivo del CONLATINGRAF[9]) en una misiva. Siguiendo estos intercambios podemos observar el interés del funcionario por las actividades del CERLALC (Carta_2 Aínsa a Salmon, 1975:1). Sin noticas del Centro, Aínsa le escribe a Plazas solicitándole detalles sobre la gestión del año 1974 (Carta_3 Aínsa a Plazas, 1975). También se interesa por la promoción del Centro, así que le escribe a Sanguinetti y a Schiro solicitando información sobre las actividades que se están llevando a cabo con el objetivo de redactar un “largo artículo” en Crónica de la Unesco y Perspectivas de la Unesco (Carta_3 Aínsa a Schiro, 1975).

Aínsa está en constante comunicación con el CERLALC y además de interesarse por las actividades adelantadas en América Latina, se cartea con sus directivos, por ejemplo, no se le escapa las continuas ausencias de Plazas a causa de su salud deteriorada. Ante la inminente salida de su cargo como director, le escribe una carta a Heriberto Schiro contándole que compartía sus inquietudes respecto a la elección del nuevo director (el cargo fue ocupado por Carlos Eslava antiguo director de la Cámara de la Industria Editorial) (Carta_4 Aínsa a Schiro, 1975).  También se ocupó de asuntos burocráticos, como el nombramiento de su sucesor en el CERLALC. Analizando su correspondencia con Sanguinetti sabemos que un año después de haber abandonado el Centro, la Unesco lo consideraba todavía como presidente del Consejo, hizo falta la intervención del funcionario para que el asunto quedara en orden y se reconociera a Sanguinetti como su sucesor ante la Unesco.

El futuro mandatario del Uruguay ocuparía el puesto vacante dejado por Aínsa como presidente del Consejo durante una década hasta 1985.  Una vez incorporado en el Centro, Sanguinetti se convirtió en el principal nexo entre el funcionario de la Unesco y el CERLALC.  Aínsa le solía escribir a Sanguinetti solicitándole “informes” y “consideraciones” sobre los consejos y asambleas del Centro. Los intercambios entre los dos intelectuales versaban sobre las actividades emprendidas por la organización, apreciaciones personales sobre las decisiones, y en general sobre el funcionamiento del CERLALC.  Por ejemplo, en la misiva de agosto de 1975 Sanguinetti comenta, con respecto a estas reuniones, que más allá de los “clásicos aspectos jurídicos” tratados en esos encuentros, él había hecho énfasis en el tema de la “producción y comercio del papel” (Carta_7 Sanguinetti a Aínsa, 1975:1) (Imagen 1). Sobre ello sabemos que Aínsa le había remitido, meses antes, material de lectura que le sirvió como base teórica para sus planteamientos. En la misma carta Sanguinetti le expresa su preocupación ante “la contribución de Colombia a CERLAL”, pues ese año se vencía el acuerdo original. A pesar de sus dudas sobre el avenir del organismo, en 1976 la Unesco acuerda prorrogar el acuerdo al programa seis años más.

El CERLALC sirvió como una primera tribuna continental, un lugar estratégico para comenzar a tejer su red de contactos en el mundo de la edición y de las letras latinoamericanas que le permitió convertirse en un passeur culturel, tomando conciencia de la realidad de la industria del libro y aproximándose a la situación de los intelectuales en el continente. La experiencia del CERLALC probablemente haya sido decisiva al momento de su reclutamiento en la Unesco, y viceversa, su traslado a la Unesco posiblemente haya beneficiado al organismo latinoamericano, ya que el CERLALC pasa a tener un vínculo directo y más estrecho con la Unesco a través de su mecenas.

IV. Mediaciones por el libro desde la Unesco

          La participación en el CERLALC fue solo el comienzo de su trayectoria en organizaciones que promovieron la circulación de textos, el más significativo fue, sin duda, la Unesco, en donde dirigió la colección Obras Representativas y favoreció la promoción de la literatura latinoamericana. La mentada Colección fue publicada entre 1952 y 2005 y reunió más de 1000 obras representativas de las culturas más diversas del mundo[10]. Se planteó por objetivo ser “una suerte de biblioteca de las bibliotecas” de naturaleza “plurilingüe y multicultural” (Edouard, 1986: 8). En ella se publicaría y traduciría lo que, en un primer momento, denominaron “clásicos” y posteriormente como obras “representativas” (Klengel, 2018 :136-137).  De ahí que los autores incluidos en la colección ya gozaran de un reconocimiento a nivel nacional o regional, y la función de la Unesco fue traducirlas a una lengua de mayor difusión, principalmente al francés, inglés y español. En 1992 Aínsa, quien venía de ser coordinador de las revistas de la Unesco, fue nombrado como director de ediciones del mismo, asumiendo la responsabilidad de Obras Representativas.

Dentro de la Colección, la literatura iberoamericana ocupó un lugar importante desde sus inicios.  Jaime Torres Bodet, diplomático mexicano, quien fungió como director de la Unesco de 1948 a 1952, hizo énfasis en el rol de la literatura como «the profoundest and most authentic expression of the human spirit» (Torres Bodet, 1949: 3), y especialmente en la literatura latinoamericana, tal como lo sugiere el informe del Comité de Expertos de 1949: «le directeur général a décidé d’accorder dans le plan général de traduction des classiques une priorité aux œuvres latino-américaines, trop peu connues en général dans le monde» (Unesco, 1949: 10). Es así como la Colección debuta en 1952 con dos obras; Léonard de Vinci par lui-même y Enriquillo de Manuel de Jesús Galván. Torres Bodet le entrega la dirección de la Colección a otro gran mediador de la literatura latinoamericana, Roger Caillois[11]. El sociólogo optará por una postura «plutôt historique»  (Molloy,1972 :181) publicando autores como Domingo Faustino Sarmiento (Facundo), José Joaquín Fernández de Lizardi (El periquillo Sarmiento), José Hernández (Martín Fierro),  Sor Juana (Obras Selectas ), René Moreno (Últimos días coloniales en el Alto Perú), Federico de Onís ( Antología de poesía iberoamericana ) José Enrique Rodó (Obras escogidas),  Horacio Quiroga (Cuentos)  entre otros .

En este punto nos podemos preguntar: ¿cuál fue la dirección que le dio Aínsa a la Colección? En el periodo de dirección de Aínsa se observan publicaciones, especialmente, de novelas, antologías y los relatos de viaje[12]. En este último grupo encontramos textos sobre expediciones donde los viajeros retrataban por primera vez los paisajes de la Terra Incógnita, tal es el caso del relato “La perdida de la fragata Wager” de John Byron (publicada bajo el título de “Naufrage en Patagonie”)  o “Viaje al Río de la Plata” de Ulrich Schmidel; en otros textos publicados en la Colección, quedaba impresa la sorpresa de los conquistadores ante las maravillas arquitectónicas de las civilizaciones prehispánicas como en “Viajes de aventuras en el país maya”(1993) de John Lloyd Stephens. Entre estos relatos de viajes, podemos encontrar aquellas exploraciones que soñaron con encontrar las ciudades míticas “de esas tierras maravillosas, cuando no paradisiacas” como denominaba Aínsa en sus ensayos, esas tierras utópicas que el extranjero soñaba conquistar, por ejemplo, “El dorado de Sir Walter Raleigh y Cité de Césars: une utopie en Patagonie” de James Burgh prologada por Aínsa.

La publicación de estos libros de temática de viajes corresponde a los propios lineamientos de la Unesco. El relato de viajes siempre estuvo presente en el catálogo de Obras Representativas ya que se inscribe en sus objetivos de promover la comprensión entre culturas y preservar la historia de los pueblos. En el caso de las publicaciones de libros de viaje sobre América Latina, muchas de ellas se realizaron a principios de la década de los 90 coincidiendo con el 500o aniversario del encuentro de Occidente con América. La Unesco en su espíritu de tender puentes entre culturas se interesó por estos relatos que dejan evidencia de una historia cruzada y mestiza entre América y Europa. En una carta del director de la Colección a Adolfo Colombres (director de Ediciones el Sol), le comunica que la Unesco está interesada en “promover la edición de libros de viajes y aventuras” (Carta 1_ Colombres a Aínsa, 1994). Esto podría explicar, en cierta medida, el interés de la Unesco por estos textos. Otra posible vía de explicación de la inclusión de estos textos podría hallarse en las preferencias temáticas del director de la Colección. El encuentro entre dos mundos había sido uno de los temas de reflexión del escritor, a principios de los noventa publica Necesidad de utopía y en 1992 salen simultáneamente dos obras más, dedicadas a la misma temática: “De la Edad de Oro a El Dorado: génesis del discurso utópico americano” (1992) e “Historia, utopía y ficción de la Ciudad de los Cesares” (1992). Las convergencias temáticas entre las obras publicadas en la Colección y las de su autoría son evidentes, no podemos obviar estas correspondencias, puesto que más allá de los lineamientos de la Unesco, la elección de las obras estuvo mediada por un conjunto de agentes culturales (directores, editores, expertos) quienes influyeron en la constitución de su catálogo, por supuesto Aínsa es uno de ellos.

Además de los relatos de viajes, las antologías también ocuparon un lugar importante en la Colección, se publicaron dos a nivel regional y tres locales. Tan pronto como asumió la dirección de Obras Representativas se publicó Memorias de América en la poesía (1992), una antología que realiza un recorrido geográfico y temporal por la poesía del continente latinoamericano desde su encuentro con Europa hasta 1992. La antología fue coordinada por el crítico uruguayo en compañía de Edgar Montiel y la elección de textos estuvo también estuvo bajo la responsabilidad de Aínsa. Otra antología a nivel continental, esta vez dedicada al teatro, fue “Teatro latinoamericano contemporáneo” (1940-1900) publicada en 1998 en colaboración con Actes Sud y coordinada por Osvaldo Obregón Obregón (con quien antaño Aínsa había colaborado para publicar un artículo en El Correo). En cuanto a las antologías locales podemos mencionar  la “Anthologie nahuatl: témoignages littéraires du Mexique indigène”, catálogo que reunió todos los textos hasta la época de su publicación en nahuatl; “Déluge de Soeil”  (1996), recuento de relatos literarios de escritores contemporáneos de Costa Rica, una vez más la selección de textos estuvo a cargo del escritor esta vez acompañado de la historiadora María Lourdes Cortés[13]; y “Poesía uruguaya del siglo XX” (1998), publicación coordinada y prologada por Aínsa que pretendía ser un “panorama” de la poesía del República Oriental.

Para esta última obra, Aínsa eligió a poetas poco conocidos, algunos inéditos, para el campo literario francés. La antología se editó en una versión bilingüe español-francés coeditada con Ediciones Patiño. Sus páginas atestiguan esa búsqueda de «originalité et d’identité à travers la création poétique» «fruit aussi bien d’influences extérieures que de son insertion dans une tradition littéraire» (Aínsa, 1998: 42), características  de la poesía uruguaya. Se publican en ella tanto autores clásicos y fundacionales como Julio Herrera y Reissig, Juana Ibarbourou, Álvaro Figueredo, Delmira Agustini, María Eugenia Vaz Ferreira, como poetas contemporáneos de Aínsa, escritores pertenecientes a la Generación 45 y los 60:  Ida Vitale, Milton Schinca, Cristina Peri Rossi, Salvador Puig, Saúl Ibargoyen, Enrique fierro, Marosa Di Giorgo, Juan Cunha, Jorge Arbeleche, Álvaro Miranda, y algunos más jóvenes como Jorge Vega Castro y Rafael Courtoisie.

Los poetas que figuran en la antología eran, en su mayoría, conocidos de Aínsa de su época en el Uruguay, nombres que reaparecen en los intercambios epistolares conservados en su archivo. Desde la Unesco, el crítico uruguayo sirvió de puente entre escritores y la organización, su conocimiento del panorama literario del Uruguay lo hizo la persona idónea para dirigir este proyecto. Si nos fijamos en su correspondencia, encontraremos intercambios sobre la antología solicitando la participación de poetas uruguayos como los mencionados anteriormente.

En Obras Representativas también se publicaron novelas. La primera observación que podemos hacer es la convergencia temática que habíamos subrayado en los relatos de viaje. En 1995 se publica “Dulcinea encantada” de Angélica Muñiz Huberman coeditada por Indigo y Côté-femmes. La novela está marcada por elementos biográficos, especialmente su experiencia con el exilio y la migración. Son constantes sus desplazamientos: Muniz-Huberman nació en Francia, pero tras estallar la guerra civil su familia se trasladó a Cuba y posteriormente se radicó en México, su novela retrata esa “vida errante” y “exilios sucesivos” como dice el prólogo que la misma autora considera como “excelente análisis” pues “señala el lugar de la novela en el contexto mexicano”:

« Angelina Muñiz-Huberman fait le pari d’un difficile exercice littéraire : construire Dulcinée comme un roman (?), reflet d’une vie qui s’enfuit par les mots, et en même temps réalisation en histoires superposées. “Je suis tant d’histoires que parfois il m’est difficile de choisir avec laquelle je reste”, se dit la protagoniste. […] Mais au-delà de sa production littéraire et essayiste, inscrite dans la bonne tradition de la littérature mexicaine où les voix féminines s’expriment avec l’aisance que donne l’indiscutable maturité culturelle […] Angelina Muñiz-Huberman offre une vision kaléidoscopique de sa propre identité à travers le souvenir permanent de ses origines espagnoles et des exils successifs qui ont marqué sa vie errante » (Aínsa, 1995: 8).

En los elementos evocados en el anterior prólogo podemos notar rápidamente los paralelismos entre Dulcinea y sus textos e investigaciones como ensayista y crítico literario, él mismo siendo un exiliado había vivido una “vida de errancia” cuyos origines paternos y maternos se dividen entre Francia y España. Su vida y su obra habían girado en torno a la exploración –desde el ensayo literario, la crítica y las ficciones– de temas como el exilio y la identidad. La cercanía temática de los escritores no es un criterio exclusivo de esta obra, y si pensamos en otros libros publicados en la colección encontraremos que existen evidentes convergencias de intereses comunes entre los escritores publicados y el crítico uruguayo. En 1995 se publica “Los ganadores” bajo el título de “Les vainqueurs et autres nouvelles” de Arturo Uslar Pietri, uno de los intelectuales y escritores más relevantes de Venezuela cuya literatura fue tardíamente descubierta en el extranjero, a pesar de haber sido uno de los primeros autores traducidos por la Nouvelle Revue Française (NRF)[14]. A diferencia de sus contemporáneos, Uslar se alejaba del tipo de novela telúrica inclinándose por una novela de corte histórico, textos como “Lanzas coloradas” (relato sobre la guerra de independencia venezolana) “La isla de Robinson” (La vida novelada – y relato de viajes – de Simón Rodríguez), “Camino a El Dorado” (relato sobre la conquista de Lope de Aguirre). En esta misma línea podemos incluir “Les vainqueurs” que se pude leer como una búsqueda identitaria de las raíces culturales venezolanas.  Estos temas son explorados por Fernando Aínsa en “La reescritura de la historia en la nueva narrativa latinoamericana”, “Narrativa hispanoamericana del siglo XX: del espacio vivido al texto” y los textos sobre El Dorado y la Ciudad de los Césares anteriormente mencionadas.

El 20 de septiembre de 1995 Arturo Uslar Pietri le escribe a Aínsa, para agradecerle por la “próxima publicación” en la Editorial Criterion y la inclusión de la obra en  la Colección Unesco de Obras. En dicha carta, Uslar Pietri  resaltaba especialmente la intervención del funcionario de la Unesco en la publicación de la obra (Carta 7_Uslar, 1994: 1). “Les vainqueurs” fue presentada en La Maison de l’Amérique Latine por el director de Obras Representativas. El interés del funcionario en la obra de Uslar Pietri estaba signado por temáticas trasversales entre los dos escritores, ese mismo año en un coloquio dedicado a la literatura venezolana en la Universidad de la Sorbona, da una conferencia sobre “La isla de Robinson”. Uslar   comenta, en una carta de agosto de 1995, la acertada apreciación de Aínsa sobre el protagonista de la obra y su relación con el pensamiento utópico (imagen 2).  Otro venezolano que figura en la Colección fue Salvador Garmendia, autor que formó parte del “elenco del boom latinoamericano”, no sin cierta marginalidad en comparación de sus contemporáneos (Churión, 1999 :122).

En 1975, la editorial Barra publica “Memorias de Altagracia” de Salvador Garmendia, dos décadas más tarde se traduce al inglés y se incluye en la Colección. La escritura de Garmendia está marcada por la dicotomía ciudad/campo, rural/urbano que tanto le interesó a Aínsa, su obra se puede leer como un ejercicio de recuperación de una memoria lejana vivada como actor (y a veces como testigo), ejercicio que Aínsa también puso en práctica, pero desde la ensayística. Con la obra de Garmendia sucede lo mismo que con la de Uslar Pietri, es un escritor que figura como uno de los escritores del boom, no obstante, su obra no gozó de la misma difusión ni ediciones que otros autores como Julio Cortázar, Miguel Ángel Asturias, Gabriel García Márquez sí tuvieron. De modo que su inclusión en la Colección se traduce como una reivindicación de esa literatura que parece haber vivido bajo la sombra de otros grandes escritores más “comerciales”.

Si hablamos de escritores que parecen eclipsados por otros, especialmente por los grandes del boom, debemos mencionar a Germán Espinosa, uno de esos autores colombianos que vivieron a la sombra del nobel Gabriel García Márquez. En 1964 publica su primera novela “La Noche de la Trapa” y en 1970 “Los Cortejos del diablo” que le valió los elogios de Vargas Llosa, y para los 80 escribe su obra más lograda, “La tejedora de Coronas”. Es justamente esta novela la que se edita en Obras representativas bajo el título de “La Cathagénoise” (1995) traducida por Vicent Nadeau en colaboración con La différence. Esta es la primera novela del autor en ser traducida y publicada al francés, obra que había pasado desaperciba para la crítica en su momento. Con la introducción de su novela en territorio francés, la crítica vuelve la mirada a su obra, es más, un año después en la misma editorial se publica “Les Cortèges du diable” prologada por Aínsa y en el 2000 "Signe du poisson".

Para terminar, otro colombiano publicado en la colección fue Germán Santamaría, uno de los grandes cronistas de ese país. Al igual que la obra anterior su escritura está anclada en la propia historia de la región. En 1995 se publica “No morirás” como “Condamné à vivre”  traducida por un gran hispanista francés, Jacques Gilard y prologada por Aínsa. La acción pasa en el desaparecido pueblo de Armero, un relato introspectivo de la desesperación del protagonista que nos recuerda la violencia armada que había asolado el Tolima pero también a la violencia de la naturaleza ante la cual el hombre está impotente. Esta relación entre el hombre y la naturaleza también la podemos encontrar en textos como “Identidad cultural de Iberoamérica en su narrativa” (1986).

Estos interesen cruzados dejan en evidencia que las estrategias editoriales no se construyen exclusivamente a través de las políticas institucionales de los organismos. Los intelectuales satélites son también agentes decisivos en el momento de poner en circulación una obra, sus propias inclinaciones pueden marcar las orientaciones de una empresa cultural llevando a modelar un campo editorial tal como Aínsa interviene en la publicación de obras latinoamericanas.

Conclusión

          Los mediadores son agentes comunicadores, bisagras culturales quienes componen un eslabón perdido de la historia cultural y cuya huella no es siempre fácil de seguir. Rehacer la trayectoria de estos personajes es el primer paso para devolverles el lugar que les corresponde en la historia y la promoción de la literatura latinoamericana en el territorio francés. Aínsa hace parte de esos personajes que desde las sombras contribuyeron con la difusión de libro latinoamericano, y si lo miramos desde un espectro más amplio, son estas circulaciones las que abonan una representación de “lo latinoamericano” en el extranjero. Las múltiples acciones desde la Unesco (que aquí no hemos abordado en su totalidad), la elección de determinados autores del continente latinoamericano y su posterior traducción y publicación contribuyen a construir los referentes de una cultura en otra, en nuestro caso de la literatura latinoamericana en Francia. Aínsa revindica a autores que habían marcado un hito en la literatura latinoamericana (o en sus países) pero que no habían alcanzado cierto reconocimiento de la crítica internacional como Uslar Pietri, Salvador Garmendia, Germán Santamaría y Angelina Muñiz-Huberman  cuyas obras habían pasado desapercibidas incluso para la crítica local, como sucedió con Germán Espinosa.

Esa identidad latinoamericana no se construye solo desde y hacia el exterior sino también al interior del continente configurando su propio campo cultural. En este aspecto el CERLALC fue pionero en la integración económica del libro a nivel continental. El organismo impulsó políticas del libro que buscaban proteger al autor, promovieron la lectura y, sobre todo, se logró una coherencia regional promoviendo la colaboración entre países con programas de coedición y creando un espacio iberoamericano del libro. Afirmación que no es exagerada, basta con recordar que Iberoamérica “es la única región del mundo que cuenta con un sistema periódico de recopilación, publicación y análisis de cifras estadísticas sobre el mundo del libro” (Garzón y Hoyos, 2011: 139), lo que es un avance significativo en la construcción de mercado común. En este sentido, podemos afirmar que el CERLALC es un agente que contribuyó a la cristalización de un campo editorial latinoamericano. Y Aínsa participó en la edificación de los primeros cimientos del Centro, no solo habiendo sido miembro del organismo sino actuando como un vínculo entre el CERLALC y la Unesco. De manera que no es exacerbado proponer a Aínsa como una agente por la integración latinoamericana, especialmente si tenemos en cuenta que su participación en redes regionales –muchas veces institucionalizadas bajo la forma de organismos regionales–  no se limita al CERLALC: el escritor fue miembro del Corredor de Ideas, mantuvo contactos con miembros del Comisión Económica Para América Latina y el Caribe y Federación Internacional de Estudios sobre América Latina y el Caribe y la Sociedad Latinoamericana de Estudios sobre América Latina y el Caribe. Desde estos lugares instauró pasarelas trasatlánticas para la “vehiculación” de autores y obras hacia el continente europeo. 

Notas 

[1] Espagne define como véhicules sociologiques a cualquier agente que sea susceptible de ser un vector de las transferencias culturales. Estos grupos sociales poseen la cualidad de traspasar las fronteras nacionales e incursionar en un nuevo campo cultural llevando con ellos objetos culturales (ya sean ideas, comportamientos u objetos materiales) que serán introducidos en el contexto de recepción.  El investigar propone que dentro de estos vehículos podemos considerar a los grupos de migrantes, las instituciones “organizaciones de agrupaciones humanas” o intelectuales que fueron puentes culturales.

[2] El término de passeur culturels viene del área de la educación y la pedagogía francófono acuñado por Jean-Michel Zakhartchouk, empleado para designar el rol del profesor de intermediador entre los estudiantes y el mundo cultural. El concepto se popularizó con disciplinas como la historia cultural,  en este campo se emplea para denominar un grupo o un individuo que vehicula de un espacio a otro una transferencia cultural, dentro de los estudios trasatlánticos el concepto es empleado por hispanistas como Olivier Compagne e investigadores como Louise Bénat-Tachot, Stéphanie Danaux o Béatrice Joyeux-Prunel.

[3] Este artículo se escribe en el marco de un estudio más amplio sobre otros intelectuales satélites, promotores de la literatura latinoamericana. Liderado por la investigadora e hispanista Fatiha Idmhand actualmente se clasifican y digitalizan archivos de intelectuales como José Mora Guarnido, Felisberto Hernández y Carlos Liscano, mediadores de transferencias culturales.  Ver Idmhand Fatiha. SATELLITES – Les intellectuels « satellites ». Un autre regard sur la circulation des idées. Cahier hypothèses : https://cahier.hypotheses.org/satellites

[4] Para ejemplificar lo anterior me gustaría evocar algunas de estas conexiones que se han podido rastrear desde su correspondencia. Fernando Aínsa se relacionó con un gran número de editores y revistas latinoamericanas y europeas, su amigo y corresponsal más asiduo, Julio Ricci era editor en Géminis y fundador del Foro Literario (revista en la que participó). Ya hemos mencionado a Milla quien fundó Alfa, Monte Avila Editores en Venezuela, pero Aínsa no solo estuvo en contacto estrecho con él, sino con su hijo Leonardo y el escritor Hugo García Robles quien sería el director de Monte Ávila (Robles fue también gerente de la Biblioteca de Ayacucho). Aínsa mantenía comunicaciones con otros exiliados como él, por ejemplo, con el intelectual y editor Rubén Pietro miembro de la comunidad del Sur, un colectivo anarquista quienes se exiliaron en Suecia y fundaron la editorial Nordan. Destacamos editores como Graziela Espina de Ediciones de la Plaza (Uruguay), Adolfo Colombres de Ediciones el Sol (Argentina), Carmen Balcells de ediciones Balcells, Milagros Palma de Indigo & Cote-femmes,  Enrique Pezzoni de Editorial Sudamericana. Y casas editoras como Ediciones Libertarias S.L. Ediciones Trilce, Editorial América, Editorial Gredos, Editorial Anagrama, Alianza Editorial S., Editorial Popular, Fondo de Cultura Económica. A este grupo habría que aunar las muchas universidades con las que Aínsa tuvo relaciones y los editores y directores de revistas hispanofilias, estos dos grupos conforman la mayor parte de los corresponsales de la red de Aínsa.

[5]  La Unesco fue creada como un órgano independiente de la ONU para promover la cultura y mantener la paz entre naciones. Desde sus inicios, el libro ha sido un tema importante de reflexión para la organización, entre sus esfuerzos por la promoción y democratización de la cultura se encuentra el apoyo financiero a programas de desarrollo del libro, en este marco nace el CERLAL que después incluiría al Caribe y pasará a llamarse el CERLALC.

[6] El concepto de entre-deux  es planteado por Sibony, presentado como un «coupure-lien», se trata de una división que no llega a independizarse puesto que las dos partes van estar siempre estrechamente ligadas sin llegar a fusionarse. En el caso de los mediadores representa una identidad que se construye entre dos espacios culturales a fuerza de desplazamientos. Estos movimientos no convierten al mediador un apátrida, sino que el intelectual crea su identidad recopilando vivencias y experiencias de su recorrido para crear una identidad cultural propia.   

[7] De estas acciones se dio un informe en el primer Consejo, precedido por Aínsa, en él se discute sobre las gestiones de becas de estudio y trabajo, la participación del centro en eventos internacionales como el Seminario Sub-Regional de Distribución del Libro, reuniones sectoriales organizadas en conjunto con la Confederación Latinoamericana de la Industria Gráfica, también se ofrece un informe sobre el “régimen de importación de los diversos países de América Latina” para el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).

[8]desarrollada en su obra “Identidad Iberoamericana en su narrativa” donde realiza un estudio sobre una cultura iberoamericana yuxtapuesta la cual no ofrece una síntesis homogénea sino más bien nos devuelve la imagen de una identidad marcada por tensiones y oposiciones que la literatura ha sabido plasmar mejor que cualquier estudio sociológico. 

[9]  La Confederación Latinoamericana de la Industria Gráfica fue fundada en 1967 tiene como misión representar e integrar el sector gráfico de América Latina promoviendo y estimulando la colaboración entre los agentes del sector.

[10] En la colección se publicaron más de 50 idiomas asiáticos, veinte lenguas europeas y obras literarias de África y Oceanía. Además de publicarse en lenguas de mayor difusión también se publicaron obras en lenguas como el italiano, el alemán y el árabe entre otras.

[11] Roger Caillois fue un sociólogo francés que vivió en Argentina durante la Segunda Guerra Mundial, descubriendo allí la literatura latinoamericana. En las reuniones que organizaba su mecenas, Victoria Ocampo en su finca de San Isidro conocería a Borges, Bioy Caseres, Neruda, Asturias, Carpentier entre otros grandes nombres. Una vez de regreso en Francia fungió como funcionario de la Unesco y con la editorial Gallimard crea la primera colección dedicada a autores latinoamericanos Croix de sud en la cual se traduce y se publican por primera vez algunos de autores que compondrían en los años sucesivos el boom latinoamericano.

[12] Estas obras también pueden ser escritas por los extranjeros, como las crónicas de viajes, cuyos textos han jalonado los referentes del continente latinoamericano percibidos desde el extranjero y que hayan configurado nuestra propia historia

[13] En el índice de autores de la antología figuran los siguientes escritores: Carmen Naranjo, Samuel Roviski, Myriam Bustos, Fernando Durán Ayanegui, Rafael Ángel Herra, Alfonso Chase, Linda Berrón, Ana Cristina Rossi, Carlos Cortés y Rodrigo Soto

[14] La primera novela de Uslar publicada en francés fue “Lance rouge” (“Lanzas Coloradas”) en 1931 por la NRF traducida por George Pillement. Varios son los intentos que se hacen posteriormente para traducir otros de sus libros, sin resultado alguno: en 1949 René L. F Durand se interesa por El camino de El Dorado, también Caillois se interesó por reeditar Lanzas Coloradas después de haber sido publicada por la agencia de Carmen Balcells en 1977. Ninguna de estas empresas llegó a culminarse, solo con la inclusión de Los Vencedores en la Colección las editoriales francesas se vuelven a interesar en el autor. 

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C.2: Aínsa Fernando (1974). Carta de Fernando Aínsa a Rodolfo Salmon. Archivo de la Universidad de Poitiers, Fondo Aínsa, 12 de septiembre.

C.3: Aínsa Fernando (1975). Carta de Fernando Aínsa a Arcadio Plazas. Archivo de la Universidad de Poitiers, Fondo Aínsa, 22 de enero.

C.4: Aínsa Fernando (1975). Carta de Fernando Aínsa a Heriberto Schiro. Archivo de la Universidad de Poitiers, Fondo Aínsa, 12 de febrero.

C.5: Aínsa Fernando (1975). Carta de Fernando Aínsa a Heriberto Schiro. Archivo de la Universidad de Poitiers, Fondo Aínsa, 22 de enero.

C.5: Obligado Rafael (1973).   Carta de Rafael Obligado a Aínsa. Archivo de la Universidad de Poitiers, Fondo Aínsa, 13 de abril.

C.6: Sanguinetti Julio María (1975).   Carta de Julio María Sanguinetti a Aínsa. Archivo de la Universidad de Poitiers, Fondo Aínsa, 22 de agosto.

C.7: Uslar Pietri Arturo (1994).   Carta de Arturo Uslar Pietro a Aínsa. Archivo de la Universidad de Poitiers, Fondo Aínsa, 20 de septiembre.

C.8: Uslar Pietri Arturo (1995).   Carta de Arturo Uslar Pietro a Aínsa. Archivo de la Universidad de Poitiers, Fondo Aínsa, 16 de marzo.

Para citar este articulo

Yadira Carranza Mariño, « Pasarelas trasatlánticas para la circulación del libro: Fernando Aínsa, un intelectual satélite », RITA [en ligne], n°15 : décembre 2022, mis en ligne le 02 avril 2023.