“Siempre hemos estado presentes”
Entrevista de Carolina Cabello, historiadora del fútbol femenino en Chile durante el siglo XX por Javiera Canales
Palabras clave: fútbol femenino, historia, Chile, siglo XX
Mots clés : football féminin, histoire, Chili, vingtième siècle
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Javiera Canales
M2 Master études sur le genre EGAL’APS (égalité dans et par les activités physiques et sportives)
Université Claude Bernard Lyon 1
Entrevista de Carolina Cabello, historiadora del fútbol femenino en Chile durante el siglo XX: "Siempre hemos estado presentes"
Carolina Cabello Escudero (Chile) es investigadora del deporte. Candidata a doctora y magíster en historia de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, es también socióloga de la Universidad de Valparaíso y se desempeña actualmente como vicepresidenta de la ASIFUCH (Asociación de investigadores e investigadoras del fútbol chileno) y presidenta del tribunal de honor de la corporación de fútbol Santiago Wanderers.
La investigadora también es integrante del grupo de estudios Deporte, Cultura y Sociedad CLACSO, colabora con la fundación Clubes y el colectivo «Fútbol y resistencias» y es parte del panel de fútbol femenino en el programa «Al aire libre» de la radio Cooperativa. Con la idea de que otro fútbol es posible, Carolina desarrolla su trabajo práctico y teórico en diferentes instituciones, medios de comunicación y organizaciones cuestionando y analizando el fútbol de mercado y el machismo dentro del deporte.
En la siguiente entrevista ahondamos en sus investigaciones históricas sobre los orígenes y el desarrollo del fútbol femenino en Chile. Hemos decidido transcribir la entrevista de la manera más fiel posible para conservar la espontaneidad de la discusión.
¿Cuál fue la principal motivación para desarrollar una investigación histórica sobre el fútbol femenino en Chile?
Es importante visibilizar la historia de la mujer en el deporte porque históricamente se ha construido como un espacio súper masculinizado, especialmente el fútbol. Esto no es algo de las últimas décadas, sino que proviene de los orígenes del deporte moderno en Europa, a mediados del siglo XIX[1]. Y esta visión del deporte también está presente en Latinoamérica y en Chile, más específicamente. A lo largo de todo el siglo XX, el deporte ha sido reproducido, narrado, escrito, difundido, visibilizado… todo desde la figura masculina. Y la verdad, si nos ponemos a revisar en los archivos y a buscar dentro de las fuentes, que son escasas, estas son mayoritariamente masculinas. En historiografía del deporte, las principales fuentes para buscar la participación de mujeres son los medios de comunicación y documentos oficiales del Estado. Es difícil encontrar voces femeninas dentro de ese espacio, pero cuando las encontramos, nos damos cuenta de que en verdad siempre hemos estado presentes.
Yo de profesión soy socióloga y desde que era estudiante armamos con compañeros un núcleo de estudios sociales del fútbol. Ahí empecé a analizar el fútbol principalmente desde una perspectiva anticapitalista y con el tiempo también he ido adquiriendo una perspectiva más feminista al respecto. He entrevistado a muchas futbolistas y en general los discursos son similares. Desde esta mirada más analítica, soy bastante crítica de lo que ellas plantean o cómo lo van presentando. Gracias a mis estudios, he profundizado en problematizar esos discursos desde la historia. O sea, en el presente, pero con una perspectiva histórica, me doy cuenta de que son los mismos discursos que usaban las futbolistas en los años veinte.
Hay una continuidad histórica muy relevante, pero que no hemos sido capaces de ver. En parte por esta invisibilidad de la participación de las mujeres, pero también por el hecho de sentir que somos pioneras siempre, que todo empieza con nosotras, cuando en verdad no es así. Y esta continuidad histórica no nos ha permitido superar ciertos obstáculos estructurales que marcan la desigualdad de género en el fútbol. A mí me gusta hablar desde una perspectiva más sociológica, analizar o teorizar los discursos de las futbolistas actuales, pero ahora estoy en una misión, como con una capa puesta, de poder visibilizar la historia. Es un desafío ético y político: visibilizar esta historia que no está contada. Y que merece ser escrita no solo por las deportistas, sino también por las dirigentes, las hinchas, los distintos roles que tenía la mujer dentro del deporte desde ese tiempo.
Y a ti, más personalmente ¿qué te llevó al fútbol?
De partida, soy deportista, aunque desde que soy mamá mi vida deportiva ha estado en pausa. Sin embargo, mi vida familiar siempre ha estado muy ligada al deporte. Mi papá era profesor y entrenador de básquetbol, mi hermano también, mis tíos son basquetbolistas y futbolistas, mis dos abuelos también fueron futbolistas. Tengo una historia familiar ligada al deporte, que también tiene mucho que ver con la historia de la ciudad. Mis dos abuelos vivían en el Tambo, que es una localidad dentro de San Felipe, en un área rural de la región. Estamos hablando de la primera mitad del siglo XX y ya jugaban al fútbol. Mi abuelo jugaba con sus colegas y participaba en campeonatos locales, hasta que un equipo del puerto le ofreció jugar con ellos e irse a Valparaíso. Le daban una casa y trabajo a cambio de que jugara oficialmente por este equipo del puerto. Mi tío fue incluso seleccionador chileno, jugó en el mundial del 50.
Más allá de esa trayectoria particular de ellos, a mí lo que me llama la atención y que es clave en mi historia familiar es que llegan al Cerro Cordillera, en Valparaíso, y se instalaron ahí en donde fueron vecinos de mi familia paterna. Y ahí nace mi mamá, nace mi papá (risas) y de ahí viene la herencia, ¿no? Entonces, desde antes de nacer que estoy relacionada con el deporte, desde antes de nacer que estoy relacionada con Santiago Wanderers, que es mi club, del cual soy socia y «dirigente». Y bueno, desde pequeña que me llevaban al estadio, a ver al Wanderers, yendo a ver el básquetbol y el fútbol en canchas amateurs.
Cuando entré a estudiar sociología, en un momento dije «ya, me voy a especializar en educación». Intenté hacer una tesis sobre educación y me estaba costando muchísimo, con crisis vocacional, hasta que mi profesor guía me dice: «¿por qué no haces algo de deporte?» (risas) que era en lo que yo más me movía: jugaba a la pelota[2], jugaba básquetbol, iba al estadio, conocía todo el campo. Y mi profesor me explicaba que esa era una riqueza cultural única. La mayoría de las personas con las que yo compartía, en el mundo del estadio, por ejemplo, no tenían estas herramientas analíticas para analizar lo que ahí ocurría. Y la gente de la academia no tenía esa experiencia en el deporte. Finalmente le hice caso e hice mi tesis sobre un análisis del capital social en el club Cordillera Básquetbol, que es el club de mi familia: mi abuela fue presidente, mi papá entrenador y mi hermano era presidente en ese entonces. De ahí me metí de lleno en los estudios sociales del deporte y, a partir de la tesis, empecé a conocer gente, me empezaron a contactar profesores de Iquique, otros de Concepción, para que empezara a ser parte de la red de estudios sociales del deporte chileno.
¿Esa red existe como institución?
Desde la pandemia yo diría que está pausada, pero sí tuvimos tres encuentros en Iquique, Concepción y Valparaíso. Me sirvió para generar redes, conocer gente que estudiaba desde la sociología el deporte. Y eso irrumpe, además, en 2018 con el mayo feminista[3]. Todas estas oleadas de asambleas de mujeres, que también levantamos acá en mi cerro. Yo también participo en un espacio comunitario acá, soy bien activa a nivel territorial. Desde esa asamblea de mujeres, compañeras feministas me empezaron a cuestionar… en su momento me dolió y me removió mucho sobre mi rol dentro del fútbol: “¿Cómo aportar a la transformación social en el fútbol, si es un espacio súper masculinizado y violento? estás perdiendo tu energía… y desde ahí, no cambié el campo de estudio, pero sí redefiní la mirada. Ya no era solo una posición anticapitalista y antineoliberal en el fútbol, con mis trabajos que eran una crítica al modelo de sociedades anónimas deportivas que existe en Chile, sino que incorporé dentro de mis investigaciones los estudios de género. Hasta ese entonces los miraba de reojo, en realidad yo decía: “¿por qué tengo que estudiar género? ¿porque soy mujer?” Y en 2018 dije ¡tengo que estudiar género! porque nadie más lo estudia (risas) era como una obligación ética.
En uno de los encuentros de la red, que hicimos en Iquique, me encontré con Brenda Elsey[4], que es una historiadora norteamericana. Tiene un libro de los inicios del fútbol femenino en Latinoamérica, que se llama Futboleras, que salió en el 2021. Yo estaba con mis primeras publicaciones de género, que fueron una crítica a la política deportiva chilena y a su enfoque de género que no da resultado. Brenda me preguntó si yo quería seguir estudiando y en ese entonces yo pensaba estudiar política pública. Creía que era mi camino y ella me dice no, estudia historia (risas) porque es muy importante, que hay mucho material, pero que falta gente que investigue y que sea rigurosa. Le hice caso y entré a estudiar historia al magíster para investigar los inicios del fútbol femenino en Chile en profundidad, ya que ella estaba haciendo el libro “Futboleras” que era más una pincelada por cada uno de los países de Latinoamérica.
Este libro, Futboleras, ¿es un texto escrito en un lenguaje científico o es más de divulgación?
Es un libro de divulgación que puede ser leído por cualquier persona. Hay una parte más analítica, en el comienzo, sobre todo, pero después, es como una seguidilla de fuentes y de cómo empezó el fútbol en cada uno de los países. No en todos, claramente, porque se enfoca principalmente en México, Brasil, Argentina y Chile. Pero justamente en este último quedaba mucho más por investigar. Por eso entré al magister con el proyecto de tesis listo. En realidad, la historia fue la herramienta para poder llevar a cabo mi objetivo. En ese momento era «quiero escribir la historia de la mujer en el deporte del siglo XX» (risas).
¡Un poco complicado!
Un poco complicado (risas). Rápidamente me bajaron los humos[5] : un deporte, un periodo histórico, una ciudad. Y ahí me dediqué a investigar a las futboleras de Santiago, la asociación femenina de 1919. Había futboleras en todo Chile, pero esa asociación fue la más relevante a nivel deportivo, social y político porque implicó una organización de campeonatos, organizarse como asociación. Implicó poner en marcha toda una cultura cívica que, para la época, no existía en las mujeres, ya que faltaban décadas todavía para que las mujeres en Chile tuvieran el derecho a voto. Entonces, desde antes y a través del deporte, estas mujeres, que además eran de clase obrera, trabajadoras de industrias de Santiago, se organizaron. Probablemente respiraban en el aire el auge de los movimientos políticos de la época, en un momento de construcción de partidos políticos, de organización obrera, de mutualismo, etc. Ellas recogieron todo ello y lo pusieron en marcha a través del deporte y a través del fútbol, lo cual era aún más particular.
¿Y en esa época también se cuestionaba que las mujeres jugaran fútbol?
A algunos relatores deportivos, porque la mayoría no eran deportistas, les llama la atención por eso. Pero cuando la asociación ya está instalada, no. No es sorpresivo. Eso sí, por ejemplo, en los primeros partidos, como el primer partido mixto que se jugó en 1905, sí existió sorpresa. “¡Qué están haciendo las mujeres que intentan robarnos a los hombres todos nuestros espacios!” incluyendo el fútbol… y después en 1909, cuando aparece la primera fotografía, también hay asombro. Es de un primer partido oficial entre dos escuelas normales, una de Santiago y otra de Talca, que también llama mucho la atención porque implica un intercity, o sea, un viaje. De las de Talca, que viajan a Santiago a jugar este partido y que nos da para pensar que probablemente existían muchos más partidos a nivel local y que no había prensa. De todos modos, este partido es el primero oficial del que hay registro en prensa y ahí también el relator se sorprende un poco por la seriedad y la “pulcritud” que tienen las mujeres en la fotografía y que da cuenta de que ellas están familiarizadas con el deporte. Después de ahí, pasa un poco el tiempo en los registros hasta 1918, cuando se funda el primer club oficial de fútbol femenino, no solo de Chile, sino que también de Sudamérica: La Flor de Chile FC. Ahí ya no hay sorpresa, ya lo asumen. «Las señoritas de la Flor de Chile se organizaron e incorporaron la rama de fútbol», el relato es mucho más cotidiano.
Entonces, ¿La Flor de Chile era un club deportivo que ya existía y que crea una rama de fútbol femenino?
No, era más bien un club social. O sea, todo esto, el avance de las mujeres en el deporte en general y en el fútbol en particular, viene dado por el avance de las mujeres en el ámbito de la educación. En mi tesis relaciono estos avances a la Ley de Instrucción Primaria, que hace obligatoria la escuela para niños y niñas, o el acceso de las mujeres a las escuelas normales.
¿Cuándo se dieron estos avances en la educación? ¿En qué época?
Bueno, la primera ley es de 1860, igual que el decreto Amunátegui, que permite el acceso a las mujeres a la universidad, pero las políticas ya más concretas sobre las escuelas normales[6] para mujeres, desde 1880 en adelante.
Justo antes de este auge del deporte femenino…
Y ocurren varias cosas. Balmaceda ya ponía la atención en la educación y en la educación femenina, pero después de la guerra civil, hay una mayor preocupación. Hay escritos de pedagogos de la época que están pensando en el deporte femenino. Perdón, en la educación física femenina, no en el deporte. Y envían a un grupo de profesoras a Europa para conocer modelos de educación física, especialmente el alemán y el sueco que eran los modelos de moda o los que más repercutían no sólo en Chile, sino en toda Latinoamérica. Entre estas profesoras estaba Juana Gremler, un personaje muy importante, quien llegó a Chile promoviendo el modelo alemán. Paralelamente, Gremler empieza a exigir al Estado y al Ministerio de Educación más recursos para la educación física femenina, que hasta entonces se hacía dentro del aula. Súper higiénico, así, a puertas cerradas, sin que nadie las viera.
Y eso solo para las mujeres. Porque los hombres, me imagino, hacían educación física al exterior
En las plazas públicas, sí. Entonces, Gremler empezó a luchar por más recursos, más infraestructura, por ropa adecuada y por incorporar los deportes. No solo gimnasia artística, rítmica, etc., sino también los deportes. Y bueno, ella fue muy importante porque además fue directora del Liceo 1 de Santiago, tiene toda una trayectoria a nivel educacional. Era una mujer con un capital social, podríamos llamarlo así, que alcanzaba a llegar hasta el ministerio. Tenía ese potencial para influir en la política y a favor de las niñas.
En esta misma época, en Francia, aparecieron muchas críticas a la educación física para mujeres por los posibles riesgos que podrían tener en la fertilidad, o que ciertos deportes iban en contra de los valores femeninos. ¿Se vivía algo parecido en Chile?
En ese momento, no. Después sí, cuando aparece el fútbol y otros deportes sí. Igual antes del siglo veinte, ya había mujeres practicando deporte como el tenis. Sin embargo, hay un componente de clase que es fundamental. El tenis no colocaba en duda la feminidad de las deportistas, porque era más bien aristocrático. Se practicaba en sus haciendas o en los patios de las casonas de los inmigrantes ingleses, en Valparaíso. Las mujeres también practicaban hípica en esa época. Podría pensarse que subir a un caballo podría tensionar la feminidad, pero ante todo era un deporte elegante. No se ponía en duda. Por ello las mujeres podían participar y, de hecho, en varios clubes, como por ejemplo el Sporting Club, las mujeres participaban. Eran socias activas por la familia o por tener un apellido.
Entonces, lo que pasa con Juana Gremler es que ella trata el tema de manera más transversal en las escuelas.
Y en lo público, para todas las niñas. Sale un poco de la clase alta.
Bueno, si no me equivoco, también era así al principio del deporte masculino, del deporte moderno, que era exclusivo de las clases altas.
Sí, pero tiene un proceso de popularización distinto, al menos en Chile, ya que las clases populares se lo apropian. En el caso del deporte femenino, al menos según mi tesis, se puede discutir, su desarrollo está mediado por el sistema educativo.
Pero hace sentido también porque las mujeres, me parece, siempre han estado en un espacio más privado y han utilizado menos el espacio público. ¿Entonces, de qué manera te ibas a apropiar del deporte si no tenías espacios para juntarte con otras mujeres?
Sí. Incluso, por ejemplo, antes del 2008 en Chile, antes de que comenzara como el campeonato profesional de la ANFP, las ligas que mayormente movían el fútbol femenino eran las ligas universitarias. Hasta el día de hoy la mayoría de las futbolistas juegan por su universidad. Están los campeonatos, viajan, viven la cultura deportiva al alero de la universidad, dada la escasez de clubes exclusivamente femeninos. Entonces hay como un nexo con la educación.
Bueno, para volver a la historia, Juana Gremler…
Empezó a disputar estos recursos y se los empezaron a conceder. Hay toda una discusión pública sobre el deporte, sobre estos dos modelos y aparece la figura de Joaquín Cabezas, que fue muy importante para el deporte latinoamericano en general. Él es promotor máximo del modelo sueco de gimnasia y fundó el Instituto Nacional de Educación Física, el actual Instituto de Educación Física de la Universidad de Chile y fue una escuela como modelo educativo de la Educación Física para muchas otras instituciones. El modelo sueco incorpora los deportes, incorpora la gimnasia más rítmica. El modelo alemán era más militarizado, eran ejercicios para hacer a los hombres y a las mujeres reproductoras de la nación o para estar formados físicamente para una guerra. Tenía muchos más ejercicios de fuerza que de otro tipo. El modelo sueco incorpora la gimnasia y también los deportes, especialmente los deportes de equipo.
Ahora, lo relevante del Instituto de Educación Física es que en su primera generación de egresados del Instituto se titulan 17 hombres y 16 mujeres. Ahí se da cuenta de una apertura hacia la participación de las mujeres. Estoy hablando de 1906, 1907, 1908 y ya en 1909 encontramos el primer partido de fútbol femenino que es entre dos escuelas normales. Entonces, alguna de estas profesoras debe haber llegado a estas escuelas normales que son súper tradicionales, debe haber empezado a enseñar deportes y entre ellos el fútbol. ¿De dónde aprendieron las niñas a jugar este deporte, si no fue al alero de la escuela?
De ahí llegamos a la Flor de Chile, que era un club recreativo de estudiantinas. También estaban al alero de establecimientos educacionales, aunque no hay claridad de cuál porque eran de distintos establecimientos. Las estudiantinas conforman el club y la primera rama recreativa que organizan es una especie de «tuna», como un grupo folclórico. Eran cantantes, animaban las fiestas siempre y de repente, quisieron organizar su equipo de fútbol.
¿Y este club era de puras mujeres?
Puras mujeres. Su rama de fútbol, su dirigencia 100% femenina, las jugadoras 100% femeninas. Bueno, en general, todo femenino.
¿Y qué edad tenían? ¿Eran más bien escolares o un poco más adultas?
Había de todo. Encontré mujeres desde los 17 años hasta los 32. Algunas eran profesoras, porque pude rastrear con los nombres, hacer una genealogía y buscar de dónde venían. Algunas habían sido profesoras y por la edad había otras que eran estudiantes también. Con el tiempo, se dieron cuenta que tampoco podían estar solas porque tenían que empezar a competir, o sea, a jugar partidos y en ese momento no existían otros equipos femeninos. Así que de alguna manera comenzaron a incentivar a otras mujeres, colegas, vecinas, me imagino yo. Todo esto en un Santiago mucho más pequeño que el Santiago de hoy y se empezaron a conformar otros clubes de fútbol femenino. El Chilena de tabacos F.C., el Delicias del Sport se fundan también a fines de 1918. Y para 1919 ya hay una proliferación de clubes, lo que hace que en mayo de 1919 se juntan delegadas o representantes de distintos clubes en las oficinas de la Federación Deportiva de Chile para conformar la primera Asociación Femenina de Fútbol Femenino de la historia. Esta asociación tiene características súper particulares: toda su directiva es 100% femenina, los clubes que la componen son exclusivamente clubes femeninos también.
La gran mayoría de ellas son del mundo obrero popular. Por ejemplo, el club Estrellas de Chile era de la compañía Matas y Compañía, una fábrica de ropa. Muchas provenían del mundo del trabajo. El Venus del Sport era de la fábrica de camisas Cintolesi, ambas estaban además ubicadas en el sector de Quinta Normal, que en esa época era un sector obrero y popular. Está también la Compañía chilena de Tabaco, que era de la misma fábrica y el Progreso Femenino FC, que también era de una camisería que se llama Sportman y Nieto. Y después hay otros clubes que eran más particulares, como el Unión Teatral que juntaba trabajadoras del teatro «La Unión» de Santiago o el club La Flor de Chile, que eran estudiantinas. Entonces así logramos identificar a 12 clubes que conformaron esta asociación femenina, que tenían este origen obrero o educativo. Ellas tuvieron toda una cultura asociativa. Por ejemplo, conformaron la directiva que sesionaba semana tras semana. En el año 1919, yo pude identificar a lo menos 19 reuniones de directorio, que es más de una al mes, o sea, quizás ni siquiera hoy en día los clubes se reúnen tanto como se reunían ellas. Exigían un pago de cuotas dentro de la asociación, pero también dentro de cada club. Tenían que mantener un listado actualizado con toda la información de las socias de los clubes. Cada uno de los clubes debía tener uniforme y a dos colores, o sea, un uniforme oficial y un uniforme B. Tenían himnos, escudos, todo lo que uno pueda imaginar de una participación deportiva, ellas lo cumplían.
¿Y no existen fotos o registros de esa época?
No, muy pocas. O sea, hay una foto en la que se ve pésima. La intenté colorear, pero no la pude lograr. Es una foto de La Flor de Chile en un partido que jugaron en el Parque O'Higgins el 18 de septiembre de 1919, que en ese entonces se llamaba Parque Cousiño, y en donde asistieron 5000 personas. En muchos casos, más que lo que va hoy en día a ver un partido de primera división masculina de fútbol chileno.
¿Y estos partidos dónde se jugaban generalmente? ¿Eran los mismos terrenos que utilizaban los hombres en sus ligas?
Sí, eran los mismos terrenos que utilizaban los hombres, las canchas de la época. Yo logré identificar que utilizaron seis canchas. Eran canchas de fútbol amateur o canchas que levantaban las mismas asociaciones de hombres. Esto fue uno de los grandes obstáculos que tuvo la asociación para la organización de sus partidos, sobre todo porque comenzaron a tener tensiones con las asociaciones masculinas, específicamente con la asociación comercial que era la asociación de los clubes que organizaban sus patrones.
En 1919 había un contexto de mucho movimiento obrero, de huelga, de protestas. Hubo una crisis económica, en un contexto en que la cuestión social en Chile pasaba por una crisis bien importante. Entre junio y agosto, ocurrió una crisis conocida como «las huelgas del hambre» y varias de estas trabajadoras formaron parte de las manifestaciones y se tomaron sus fábricas o empresas. Ahí empezaron a tener también problemas con sus patrones que las “castigaban”, de alguna manera, a través del fútbol. Así, sus problemas laborales derivan en problemas deportivos. Por ejemplo, hay casos de futbolistas que fueron despedidas de su fábrica a causa de alguna huelga y las terminan relegando del club deportivo. Hay cartas de estas deportistas a los diarios señalando que «¿por qué si me echaron de la fábrica, me tengo que ir del club, si el club es de nosotras?» U otras deportistas alegando que el patrón decidió cerrar el club, cuando el club era de ellas y además que se quedó con las cuotas juntadas porque el dinero estaba en un casillero que estaba en la fábrica. O incluso otras que denunciaban que el patrón les quitó la indumentaria porque usaban el nombre de la fábrica. Entonces, todas estas tensiones y la más importante que fue la disputa por la infraestructura cuando no facilitaron más las canchas, fue clave para el descenso de la participación de estas futbolistas.
¿En ese entonces hubo menos participación, hubo un declive?
Claro, o sea, más obstáculos para que se pudieran organizar. Esta época en general está llena de obstáculos, pero el deporte masculino comienza desde la década del 20 a tener un apoyo estatal importante. En la construcción de canchas, en el financiamiento directo… hasta el día de hoy. El fútbol masculino es sumamente apoyado y financiado por el Estado. La mayoría de las canchas utilizadas son municipales o del Estado. Y las renuevan, construyen más, etc. Y este apoyo no fue la excepción en esa época, a diferencia del deporte femenino que empezó a ser cuestionado. Luego viene la década de 1920 en donde empieza una utilización política del deporte desde el gobierno populista de Alessandri. Empieza la preocupación por el deporte femenino y en particular, la discusión sobre cuál es el deporte apropiado para las mujeres. Y en esa discusión, el fútbol quedaba claramente como un espacio no apropiado porque discutía o tensionaba los roles de género apropiados para las mujeres.
¿Entonces en esta década de 1920 hay una desaparición del fútbol femenino? ¿Hay prohibiciones?
No, no hay prohibiciones oficiales, como sí las hay en Inglaterra o en Brasil, que son prohibiciones incluso legales contra las futbolistas. Acá en Chile no hay, pero no hay apoyo. Y empieza a haber un apoyo oficial a otro tipo de deportes como el básquetbol, el tenis, el atletismo y los resultados se dan pronto. O sea, Ana Lizana en los años 30 ganó el Abierto de Estados Unidos, que es uno de los logros más importantes del deporte chileno. O Marlene Ahrens, que ganó la medalla de plata en Melbourne, en atletismo. Hay una consecuencia directa del apoyo estatal en ciertos deportes. Las futboleras no dejan de jugar fútbol, pero sí salen de las páginas oficiales, de los diarios, de los medios de comunicación. Y son un poco redistribuidas a un espacio más oculto. Ellas siguen jugando en los barrios, en las poblaciones a lo largo de casi todo el siglo XX, pero a nivel organizativo, como asociación, utilizando los salones de la Federación o con un partido en el parque Cousiño, eso no lo volvemos a ver.
¿Y esto dura hasta los años noventa?
No, no, no, hasta los años 70, 60. La historia de las mujeres en el fútbol es una historia de apariciones y desapariciones. Existe este periodo de desaparición, en donde hay un auge importantísimo del básquetbol, del voleibol, de otros deportes femeninos. Pero sí aparecen clubes importantes en la década de 1920: aparecen clubes en Punta Arenas, en Tocopilla, en Coquimbo, la verdad, en todo Chile aparecen clubes de fútbol femenino. Pero ya en los años 60 empieza a haber de nuevo un boom más importante con dos clubes que son de Santiago: las atómicas y las dinámicas que son de la comuna de San Miguel. Ellas empiezan a realizar giras por Chile y en el extranjero también. Están presentes en la prensa deportiva de la época, en la revista Gol y Gol, en la revista Estadio, etc. Y los clubes más tradicionales de hombres, podríamos decir, pero que siempre han sido mixtos, empiezan a tener su rama femenina, como Colo-Colo, Unión Española, Audax Italiano y otros clubes de la época. Ya en el año 72 tenemos el primer partido de fútbol femenino en el Estadio Nacional, el reducto deportivo más importante del país. Podríamos igualarlo como fenómeno a lo que pasó en el partido de 1919 en el parque Cousiño. Ahora, esa historia previa de cómo se llegó a jugar un partido de fútbol femenino en un estadio nacional repleto no la he indagado todavía.
¿Estadio Nacional repleto? ¿Unos 60.000 espectadores?
Sí, es que fue preliminar de un partido de Colo-Colo masculino.
¿Y era el equipo de Colo-Colo femenino?
Sí, contra un equipo que se llamaba Marie Claire. Y golearon las colocolinas, creo que ganaron 6-1. Después jugó Colo-Colo masculino y empataron a cero, entonces toda la prensa destacaba a Jimena de Alburquerque, que era la goleadora de las albas, como la gran figura de la jornada. E incluso que había opacado al Chamaco Valdés, que era la figura de Colo-Colo masculino.
¿Y en los sesenta ya se hablaba de las diferencias de nivel entre el fútbol masculino y el femenino? ¿Este último era visto como un fútbol «menor»?
Era más pintoresco, un fútbol menor para la prensa, pero no era tratado como algo tan sorpresivo. Bueno, después vino la dictadura[7] y hubo un nuevo retroceso en todos los deportes femeninos. Se volvieron a reproducir los roles de género tradicionales y las mujeres salieron de las canchas. Bueno, en general las canchas empezaron a ser lugares oscuros, de miedo, militarizados. Los toques de queda limitaron la organización social. Eso durante los 70 y en los 80 volvió a aparecer un poco más de organización comunitaria, más territorial, y empezaron a surgir importantes clubes de fútbol femenino al alero de ANFA[8], del fútbol amateur.
Se disputaron un par de campeonatos en Santiago. Las Estrellas de California, uno de los clubes más importantes de la década de los 80, que salían campeonas de estos campeonatos metropolitanos, aunque en el sur también hay gente que ha investigado registros de clubes amateurs desde la década del 80. Y esto llevó a que la ANFP[9]empezara a fijarse en el fútbol femenino y a tirar líneas sobre la posible creación de un campeonato oficial femenino. Se discutían esas posibilidades, pero no se concretaban nunca y ya a principios de los 90 llegó el llamado de la FIFA para disputar el primer Mundial de fútbol femenino en China. Se llamó a todas las federaciones a organizar a su selección femenina y se organizó el primer sudamericano. Entonces la Federación contrató a un entrenador, Bello, y se dispuso a conformar su selección femenina. Este caballero recorrió todo el país buscando futbolistas. Encontró a muchísimas, miles que pasaron por las pruebas de selección y terminó conformando a la primera selección chilena femenina que disputó el primer sudamericano en Brasil en 1991, en Marín de Cascabel. Chile salió segunda, después de Brasil.
Salió segunda, pero no fue al Mundial, ¿no?
No, no fue al Mundial, iba sólo una selección que fue a Brasil. De ahí en más se conformó la selección chilena que ha participado en todos los sudamericanos. Han sido protagonistas del fútbol latinoamericano. A partir del 2018 se transformó en Copa América, que se jugó acá en Chile y ahora fue la Copa América en Colombia también (2022). Todas estas participaciones fueron al alero de ANFA, quien organizaba la selección chilena femenina hasta el año 2008. La potencia o la debilidad que tenga el deporte femenino depende mucho del Estado. Bueno, el masculino también. Michelle Bachelet en su gobierno, desde el 2006 que se propuso que Chile fuera sede de algún Mundial femenino. Querían ser sede del mundial Sub-16 y finalmente les dieron algo mejor: el Mundial Sub-20, en el año 2008. Eso prácticamente obligó a que los clubes profesionales asumieron, como ANFP, el desarrollo del fútbol femenino y organizaran el campeonato nacional.
Desde esa época se empezó a hablar más de fútbol femenino, a ver más mujeres que jugaban, que antes que ese Mundial.
Claro, fue creciendo. Yo creo que también el “mayo feminista” del 2018 influyó mucho en la visibilización del fútbol femenino. Chile había tenido participaciones importantes en otros mundiales de otras categorías, como el 2010 o el 2011, donde sacamos medalla de oro en unos Juegos Olímpicos de la Juventud en fútbol. Entonces, a pesar de tener logros, la prensa tampoco nos visibilizaba tanto. Por ejemplo, para la Copa Sub-20 en el 2008, se llenaron los estadios, pero después el 2010 de nuevo se volvió a invisibilizar. Después Chile participó en varios mundiales más, en la Copa América. Salió campeón Colo-Colo de la Copa Libertadores femenina. Hubo logros importantes, pero en el 2011 asume la presidencia de la ANFP Sergio Jadue, quien realiza una reestructuración del fútbol chileno y deja al fútbol femenino con cero presupuesto. El presidente redistribuye los dineros que llegan de la Conmebol para el fútbol femenino en otras inversiones, como la construcción de un ascensor para un edificio de dos pisos.
¿Pero él tenía el derecho a hacer eso? ¿O al ser una asociación privada esas decisiones son menos cuestionadas?
La única que lo podía fiscalizar era la FIFA o la Conmebol, pero son todos parte de la misma mafia. Ahí es cuando empieza el blackout de la selección chilena. Hay cerca de 900 partidos sin disputar un partido oficial, nivel FIFA, por la incapacidad de los dirigentes para gestionar estos partidos. En este contexto, el año 2016 aparece la COFUFF (Corporación de Fomento del Fútbol Femenino) y luego la ANJUFF[10], organizaciones de mujeres que empiezan a luchar por dignificar un poco el fútbol femenino y visibilizar la terrible realidad de la selección nacional. En Chile se seguía jugando el campeonato nacional, pero a nivel de selección la verdad es que era una situación horrorosa.
Desde la Copa América del 2018, el Estado chileno empezó cada vez más a apoyar al fútbol femenino. Eso se corona con las promulgaciones de las leyes de profesionalización del fútbol femenino, el año 2023.
¿Estas leyes tienen ciertos plazos? ¿Una cantidad de tiempo otorgada para la profesionalización?
Sí, de momento el 50% de las futbolistas de los planteles oficiales de los clubes ANFP. Para el próximo año, tienen que ser el 75% y al año subsiguiente ya el 100%. Eso sí, existe un financiamiento del Ministerio del Deporte. Esto quiere decir que el Ministerio del Deporte deja de financiar, por ejemplo, el deporte social o en los barrios, para financiar sociedades anónimas deportivas que tienen miles de millones de ingresos mensuales y no son capaces de financiar sus propias ramas de fútbol femenino. Y viene el Estado a subvencionar a empresas privadas para que lo desarrollen. Para que las jugadoras firmen contratos por 300.000 pesos chilenos, que no alcanza a ser ni el sueldo mínimo.
Entonces la verdad es que yo tengo mi crítica a este proceso de profesionalización obligada. Yo entiendo su importancia y la pelea por ella, pero creo que el problema sigue siendo más estructural que solo una firma de contrato. De hecho, esto puede precarizar aún más la situación, porque ahora se tiene una relación contractual con la que cumplir por un sueldo que es menos que el mínimo. Las jugadoras tienen obligaciones legales, de asistencia de partidos… Incluso he escuchado de denuncias sobre el control de peso, de situaciones violentas de manipulación de parte de los entrenadores, que como existe un sueldo, exigen más. Sin embargo, con ese dinero en realidad no te alcanza para vivir. Existe un mayor control a través del salario de las mujeres, porque ellas no han dejado de realizar las actividades externas que antes tenían que realizar para sobrevivir.
Porque no pueden vivir del fútbol con esos sueldos.
Exacto, no se puede vivir del fútbol con esos contratos. Es un mínimo de dignidad solamente, ni siquiera alcanza a ser dignidad. Entonces hay una esclavitud del salario, lo podríamos llamar así desde una perspectiva más marxista.
Cuando el Estado decide financiar a estos clubes, ¿les pone ciertas exigencias? Sobre igualdad de género, condiciones laborales u otras…
No, solo es la exigencia porcentual de estos contratos en el tiempo. Por eso yo digo que el problema estructural sigue existiendo. O sea, si tú analizas hoy día las cifras, aunque tal vez me equivoque en el número porque van cambiando constantemente, hasta el año 2023 en los directorios de las sociedades anónimas deportivas, hay solamente un 7% de mujeres. A nivel de gerencia, hay solo una mujer y el resto es todo hombres. O basta con analizar el Consejo de presidentes de la ANFP, quienes toman las decisiones respecto al campeonato femenino y de todo lo que ocurre con las mujeres en el fútbol. Está compuesto por 32 hombres, o sea, un 100% de hegemonía masculina. ¿Cuándo vamos a tener una redistribución real, una igualdad de oportunidades para las mujeres respecto al fútbol masculino, si los que toman las decisiones son ellos? y la verdad es que no les interesa el fútbol de mujeres.
Si yo hubiera sido política, por ahí podrían haber ido mis exigencias. Yo hablo de una agenda de las «tres erres» en alguno de mis trabajos. Es una guía política de oportunidades que trabaja Nancy Fraser, una filósofa estadounidense y que yo traigo al fútbol, en particular al fútbol chileno. La idea es poder avanzar en estas tres erres que son redistribución, reconocimiento y representación. La redistribución no se limita a tener salarios, sino a, por ejemplo, el presupuesto global de un club deportivo. Por ejemplo, en Wanderers pueden ser tres mil millones al año, para un equipo de primera B[11] y de ese presupuesto, unos cien millones al año se fueron al fútbol femenino. O sea, no alcanza a ser ni el 10%. Entonces hablemos en términos de redistribución. No digo alcanzar el 50%, ojalá llegar al 50% de forma periódica, pero no basta con tener salarios. Y de otros tipos de redistribución, como la utilización de canchas, seguros de salud… porque además a los futbolistas hombres les pagan el sueldo, pero además les pagan la casa, el colegio a los hijos, una serie de beneficios. El objetivo es una redistribución de beneficios en general.
¿Y cómo hacer frente a este discurso que apela a que el fútbol femenino no produce la misma cantidad de dinero?
Eso es seguir una lógica un poco más del mercado y esa misma lógica dice que si tú no inviertes, tampoco te va a llegar la redistribución. O sea, se va a producir la misma cantidad de dinero si nosotros invertimos la misma cantidad de dinero. El mejor ejemplo es el caso del Barcelona y su rama femenina que hoy produce más, llena los estadios e incluso la camiseta de Alexia Putellas vende más que las camisetas de los futbolistas. Fue la camiseta más vendida del 2023. Entonces, si tú inviertes hay esa redistribución.
Después en la agenda de las «tres erres» de Nancy Fraser teníamos reconocimiento y representación.
Reconocimiento, ahí viene un poco mi rol, que es más a nivel cultural y de poder reconocer la historia de las mujeres en el deporte. Ojalá el Estado pudiera invertir en museos del deporte femenino, del fútbol femenino, reconocer a las pioneras de la selección chilena, que las niñas en los colegios pudieran conocer estas historias o ver más documentales en la televisión para que no crezcan pensando que el deporte solo es un espacio masculino. Que sepan que nosotras también siempre hemos estado, que tenemos nuestras heroínas y nuestros relatos e historias que contar.
Y el tercer elemento es la representación a nivel político. Yo sé que la ANFP es un organismo privado y uno no se puede meter del todo en su organización interna, pero yo considero que es alarmante, yo creo que solo la Iglesia Católica probablemente, tiene el nivel de hegemonía masculina que tiene la ANFP en Chile. Y nadie dice nada al respecto, está normalizado.
¿Y qué hacer con el fútbol femenino a nivel amateur, fuera de la ANFP o del fútbol profesional?
Entendiendo la importancia de la lucha por salarios, dentro de todo el universo del fútbol en Chile y de todas los obstáculos y precariedades que existen, es una disputa más bien elitista, de un grupo de jugadores privilegiadas. Hoy día es el 50% las que tienen salario, de un número minúsculo ¿trescientas, quinientas jugadoras? de entre miles que juegan a lo largo de todo el país. Y si revisas quiénes son las asociadas a la ANJUFF, vas a encontrar a las mismas jugadoras de siempre, que conforman los mismos círculos. Si vas a algún club de primera B, las jugadoras no van, no conocen la ANJUFF. No hay una conexión entre los discursos que tiene la asociación y las prácticas mismas de las futbolistas. Creo que actualmente hay universos paralelos que en algún momento tienen que mezclarse, para dejar de ser un feminismo liberal, que yo siento que se promueve de momento con la búsqueda de este salario, sino que, a uno más redistributivo, más equitativo.
Desde los orígenes de la asociación, ¿existe un capital social compartido que se sigue reproduciendo?
Sí, es reproducción cultural en el fondo, claro. La asociación maneja un discurso que el resto de las futbolistas no entiende o no lo pueden hacer suyo. Si tú vas a hablar con otros futbolistas, siempre el discurso parte desde la carencia («nosotras nos tenemos que ganar nuestro lugar; no nos corresponde; ellos ganan más»). Hay un discurso de mucha subordinación que hay que concientizar para que exista una revelación también al respecto. Eso en el fútbol amateur es todavía más profundo.
¿Te imaginas posibles respuestas a este discurso de subordinación?
Hay que trabajar desde lo cultural. Con las más niñas, que no crean que tienen que ganarse un espacio, sino que el espacio es de todos, todas y todes. Y que siempre hemos estado también. De abrir las canchas y poner a disposición todos los tipos de recursos que hay alrededor del fútbol. Y en ese sentido, para mí el fútbol amateur es clave. Por ejemplo, acá en Valparaíso, quinta región, en el año 2021, justo después de la pandemia, ahora debe ser más, tenía seis mil pases de mujeres futbolistas. O sea, seis mil mujeres jugando todos los fines de semana. Y cada una de ellas, arrastra a una, dos o tres personas. O sea, más de veinte mil personas arrastradas por el fútbol femenino semana tras semana, sólo en una región del país. Entonces, movilizan una cantidad de gente, que muchas veces es más que el fútbol profesional. De hecho, el fútbol amateur en general, mueve más gente que el fútbol profesional en Chile.
Pero en el fútbol amateur no existe ese discurso feminista, ¿no? O es menos frecuente…
No, no existe para nada. Existe violencia en el fútbol femenino, existe precarización y todos los males de la sociedad.
¿Y crees tú que está en relación a una cuestión de clase social?
Absolutamente. Yo soy futbolista de un equipo de club amateur, de acá de la Alianza y convencí a mis compañeras de que pudiéramos exigir mejorar los camarines porque las duchas no tenían cortinas. Así de precario. Y nos queríamos bañar tapadas, no queríamos que nos viera toda la gente y estábamos aburridas de tener que nosotros llevar sábanas para taparnos entre nosotras mientras la otra se bañaba. Y nuestra directiva no nos escuchó, así que fuimos nosotras mismas al consejo de presidentes, compuesto 100% por hombres, a levantar esta demanda. No nos hicieron caso, así que llegamos a la siguiente reunión con carteles, casi una manifestación para pedir duchas dignas. Y claro, nos trataron de «feminazis»[12], que éramos elitistas y que veníamos con ideas en la cabeza. Entonces fuimos a pedir apoyo a otros clubes de mujeres y la respuesta no fue mejor. Nos decían: «¡miren por las cosas que están peleando!». Minimizaron absolutamente la necesidad de tener cortinas en las duchas. O pedíamos, por ejemplo, tener una terna arbitral porque teníamos un solo árbitro para partidos de fútbol once. Y también, la respuesta fue «para qué quieren una terna, esa déjaselo a los hombres». Son discursos aún más subordinados.
¿Entonces no se ve al fútbol en esos espacios como un lugar de emancipación?
No, no se ve. O sea, está eso del discurso, que es bonito y si uno lo analiza, efectivamente lo es, pero no hay consciencia. Para la dueña de casa que está todo el día con los niños, ir y jugar la pelota, disfrutar, transpirar, hacer un gol y vivir la pasión… Es un espacio de emancipación. Pero no hay un espacio feminista, no hay conciencia política feminista. Ese es el desafío y para eso tiene que haber un cambio sociocultural. O sea, si queremos igualdad a nivel estructural, tenemos que empezar a cambiar desde casa.
¿Esto podría ser impulsado desde el Estado? ¿Con políticas del Ministerio del Deporte, de Educación o incluso de la mujer?
Sí. El Estado tiene todas las herramientas para potenciar el deporte femenino y disminuir las brechas de género y sus sesgos también. Sin embargo, hoy día la política deportiva, su perspectiva de género, es que las mujeres puedan aliviar el estrés y tener un espacio de recreación. Son los lineamientos oficiales de una perspectiva de género que no ha tenido resultados. Las brechas de género suben, bajan
Notes de fin:
[1] Para más información sobre los vínculos entre los orígenes del deporte moderno y el concepto de masculinidad: Terret, T. (2006). Le genre dans l’histoire du sport. Clio. Femmes, Genre, Histoire, 23, Article 23.https://doi.org/10.4000/clio.1906.
[2] Término chileno coloquial, sinónimo de ir a jugar fútbol.
[3] Masiva movilización estudiantil feminista en Chile, a causa de diversas denuncias por acoso y abuso sexual contra profesoras y estudiantes en distintas universidades del país. Fue apodada por los medios informativos como ola feminista chilena. https://www.latercera.com/tendencias/noticia/feminismo-chileno-vive-revolucion-mas-importante-40-anos/172111/
[4] Conocida por investigar sobre el rol que ha tenido el fútbol, la política y los roles de género dentro de la historia contemporánea de América Latina. Desde 2008, ha sido co-directora del programa de Estudios de América Latina y el Caribe en la Universidad Hofstra.
[5] Expresión coloquial chilena que quiere decir «aterrizar las expectativas».
[6] Equivalente a la educación media o secundaria en el Chile actual.
[7] La dictadura militar chilena tuvo lugar entre el 11 de septiembre de 1973 y el 11 de marzo de 1990, luego de un golpe de Estado que derrocó al gobierno de Salvador Allende. En ese periodo se estableció una junta militar de gobierno presidida por Augusto Pinochet. El régimen autoritario prohibió los partidos políticos y los sindicatos, disolvió el congreso nacional y realizó sistemáticas violaciones de los derechos humanos.
[8] Asociación Nacional de Fútbol Amateur.
[9] Asociación Nacional de Fútbol Profesional.
[10] Asociación Nacional de Jugadoras de Fútbol.
[11] Segunda división del fútbol chileno profesional.
[12] Término peyorativo del lenguaje cotidiano en contra del feminismo en general y sobre todo de aquellas a las que se percibe con una postura más radical.
Pour citer cet article:
Javiera Canales, «“Siempre hemos estado presentes”, Entrevista de Carolina Cabello, historiadora del fútbol femenino en Chile durante el siglo XX », RITA [en ligne], n°17 : septembre 2024, mis en ligne le 30 septembre 2024. Disponible sur: http://www.revue-rita.com/dossier-thematique-n-17-rencontres/entrevista-a-carolina-cabello-historiadora-del-futbol-femenino-en-chile-durante-el-siglo-xx-siempre-hemos-estado-presentes-por-javiera-canales.html